Sídney (Australia),13/05/2019,(EFE),Rocío Otoya.
Una comisión de Nueva Zelanda comenzó hoy a analizar el papel de las redes sociales en el atentado supremacista contra dos mezquitas perpetrado el pasado marzo, en el marco de una investigación en la que se examinarán las pruebas y el papel de las agencias de seguridad e inteligencia, entre otros aspectos.
El inicio del trabajo de esta comisión real especial, que intentará que sus investigaciones "no dejen ninguna piedra sin remover", coincide con el viaje de la primera ministra neozelandesa, Jacinda Ardern, a París para copresidir una reunión internacional para combatir el terrorismo en internet.
El trabajo de la comisión, dotada de amplios poderes, abarcará diversos aspectos del atentado terrorista en el que fallecieron 51 personas y cuya autoría fue atribuida al supremacista blanco australiano Brenton Tarrant, de 28 años.
Antes de entregar su informe final el 10 de diciembre, la comisión también someterá a escrutinio toda la información referida a Tarrant, acusado de 50 cargos de asesinato y 39 de tentativa de asesinato, desde sus antecedentes en Australia a sus viajes por Europa, pasando por su vida en Nueva Zelanda y cómo compró armas y municiones en el país.
Una cuestión crucial del trabajo de la comisión será determinar la actividad de Tarrant, que retransmitió el atentado en vivo durante 17 minutos y publicó un manifiesto supremacista en internet, en las redes sociales y sus posibles vínculos con otras organizaciones supremacistas
"El 15 de marzo aprendimos que lo que sucedió en Chritchurch no tiene precedentes. Fue un ataque terrorista diseñado para hacerse viral y a causar daño de muchas formas", dijo hoy Ardern en un vídeo publicado en las redes sociales antes partir hacia el encuentro que presidirá junto al presidente francés, Emmanuel Macron, y contará con la participación de varias empresas tecnológicas.
En materia de seguridad e inteligencia, las pesquisas intentarán determinar qué sabían las agencias gubernamentales sobre el terrorista, que carecía de antecedentes penales, las medidas que tomaron, o debieron tomar, y los impedimentos que afrontaron para prevenir este ataque que tomó al país por sorpresa.
La masacre suscitó una polémica sobre el papel de las agencias de espionaje y seguridad en Nueva Zelanda y obligó a replantear la vigilancia de los grupos de extrema derecha en el país, aparte de la amenaza que ya suponen los potenciales ataques de radicales islamistas.
Gamal Fouda, imán de la mezquita de Al Noor, en la que se registraron la mayoría de las víctimas del atentado, dijo al portal neozelandés Newshub que él había informado a la Policía neozelandesa sobre la sospechosa visita de algunas personas de aspecto europeo, que la fuerza del orden desdeñó como un asunto "sin seriedad".
Asimismo Newshub reveló que anteriormente Philp Arps, la primera persona condenada en Nueva Zelanda por compartir en redes sociales el vídeo de la matanza, había enviado una cabeza de cerdo a la misma mezquita.
El imán cree que Arps es uno de los supremacistas blancos que han acosado a sus fieles y que Tarrant recibió ayuda en la planificación del atentado, al tiempo que se refirió también a la visita de otro hombre europeo tres días antes de la masacre.
"Era un hombre muy extraño", señaló el imán, tras explicar que dijo que quería conocer más sobre el islam pero no parecía realmente interesado en aprender y se negó a darle su nombre.
Tras el atentado terrorista, el Gobierno neozelandés adoptó una serie de medidas que pasan por ceremonias de tributo a las víctimas e indemnizaciones a los familiares, una reforma a la ley de armas y otras medidas para prevenir un ataque similar y la difusión de material terrorista o de extrema violencia por las redes sociales. EFE
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