Foto:La alberca es uno de los recursos más importantes: JSP
El cronista oficial de Trujillo, José Antonio Ramos, lo tiene claro. Si hubiera una sequía en la zona, la ciudad no tendría problemas de agua. Este hecho se debe a la multitud de recursos acuíferos con los que cuenta el municipio. Están repartidos por toda la ciudad, tanto intramuros, como fuera de la muralla. A lo largo de la historia, unos han servido para recoger la lluvia, otros para almacenar el agua que manaba del subsuelo. Muchos de ellos son bien conocidos e, incluso, están abiertos para el turismo. Otros no son tanto.
Parte de culpa de esos recursos la tiene el asentamiento de Trujillo en un batolíto granítico. Son «permeables entre la cuarcita y el granito, por donde se filtra y estanca el agua en 'banquetas' formándose pozos abundantes», explica Ramos. Reconoce que este tipo de fondos existe en la mayoría de los palacios y casas solariegas e históricas de la localidad. «Sería muy complicado contabilizar todos, ya que son abundantes», apunta. . Para este experto, uno de los más importantes es la alberca, situada en la parte antigua. Se trata de un depósito árabe del siglo XII, donde se recogía agua para el regadío de las huertas de los musulmanes. El cronista trujillano detalla que tenía, al menos, dos caños para bajar ese agua por la Cuesta de San Andrés, hasta esas plantaciones. A lo largo del tiempo, ha tenido varios usos. En estos últimos años, se han realizado diversas actuaciones para recuperar este monumento.
Otro de los aljibes importantes de Trujillo es el de Altamirano, único en su genero en Extremadura, y que es de la misma época que el construido en el castillo. Ambos están abiertos para que puedan ser visitados por el turista. Ramos también resalta el situado en el palacio Juan Pizarro de Orellana, actual vivienda de las religiosas del Sagrado Corazón de Jesús. Explica que, del edificio original, queda una torre coracha edificada sobre un aljibe árabe. Esta infraestructura fue reutilizada por Juan Pizarro de Orellana para construir su casa solariega del siglo XVI. También existe otro recurso importante de agua en el palacio de San Carlos, así como en diversos conventos.
Los pozos, bien con brocales bien sin ellos, también están presentes en diversos lugares, como puede ser en la Plaza Mayor y en sus calles aledañas, en lugares públicos o en establecimientos privados, así como en palacios. El último encontrado fue en la iglesia de San Martín, de época medieval.
Mercado
Ramos Rubio recuerda que, en esta zona céntrica, se celebraba el mercado de abasto y era lugar de reunión para los comerciantes y vecinos del territorio que llegaban con los animales. «Este lugar tenía una gran actividad con el mercado ganadero, por lo que necesitaban numerosos pozos», manifiesta. En la actualidad, algunos están bien localizados y otros se han cegado.
Otras fuentes expertas destacan también la existencia de pozos en cada una de las entradas de la ciudad trujillana, ya que siempre ha sido un lugar de paso. «La orografía de la ciudad ha permitido que se formen este tipo de acumulaciones de agua», detallan. Además de estos recursos, Trujillo está situado en un cerro granítico rodeado de diversos cursos de agua, como el Gibranzo o Magasquilla, entre otros.
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