Carteles con un nombre sustituyen en los mesabancos escolares a tres niños palestinos, de casi 300 que fallecieron durante el ataque Plomo Fundido. Jebaliya. (AP)
Bajo un fuego mortífero, las llamas del suelo y que no del cielo, provocan un reguero de lamentables muertes en Israel. Sin embargo, hay otro incendio sin demasiado humo mediático que es el que aflige a Gaza, desde hace mucho. El mayor campo de concentración al aire libre, en esta hora de la historia mundial, hacina a buena parte de la población palestina, cuya población lleva 62 años condenada a la diáspora, al exilio o a la convivencia con colonos cada vez más voraces que, en pos del agua o de la tierra, les hacinan, levantan muros en su derredor y condicionan el certificado de calidad de su democracia al partido político que gane las elecciones. Y si es Hamás, como ocurre allí, se acabó lo que se daba.
Malos tiempos para la lírica cuando la respuesta del lado palestino parece que se hermana con la de otros pueblos de la cornisa norte de Africa: si no puedes con tus enemigos, miéntales a la bicha. El integrismo islamista va sucediendo así al viejo talante laicista de Yasir Arafat. Pero, ahora que se van a cumplir dos años de la terrible Operación Plomo Fundido, no parece de recibo que haya que enjuiciar a las víctimas sino a sus verdugos.
Bajo ese prisma, se ha celebrado e en Antequera el Primer Foro de Debate “Después de Gaza, ¿qué?”, organizado por la Asociación Europea de Cooperación con Palestina, que preside el doctor Jehan Kamel Suleiman Rashid, residente en Málaga desde hace años y que, en esta ocasión, ha contado con la colaboración de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, dependiente de la Consejería de Presidencia, así como la hospitalidad de la Diputación de Málaga y del Ayuntamiento de Antequera.
Entre sus conclusiones, figuran la necesidad de unificación de la postura palestina a pesar de las legítimas diferencias políticas que existan en su seno, así como una exigencia a los organismos internacionales, empezando por la Unión Europea, para que se resuelva la consecución de un Estado palestino con capital en Jerusalén. También se ha insistido en la necesidad de mantener la ayuda española y europea a Gaza, a pesar de que, como en anteriores ocasiones, los centros de salud o de enseñanza que hayan podido construirse allí hayan sido destruidos por los ataques israelíes.
Entre los asistentes al foro, figuran especialistas en la región como el periodista egipcio Abdel Al Bakouri, quien insistió en la voracidad territorial de Israel cuyas fronteras no fueron definidas en su nacimiento como Estado, el economista Khaled Ata, miembro de la Comisión Palestina de Reconciliación, o Helmi Al Araaj, presidente del Centro Palestino de Derechos Humanos (Al – Hourrayat) en Ramala y miembro del Consejo Nacional Palestino, quien denunció las vulneraciones en materia de derechos civiles y el alto número de palestinos cautivos en las cárceles israelíes frente al solitario soldado Gilat Shalid secuestrado por Hamás. También acudió a la cita la brasileña Socorro Gomes, presidenta del Consejo Mundial de la Paz, o el documentalista israelí Eitan Wetzler, autor de más de 400 películas que reflejan la vida cotidiana del pueblo palestino y cuyas posiciones recuerdan a las de algunos de sus compatriotas como la ONG Bethselem, que suele denunciar los excesos de dicho Estado contra el pueblo que ocupaba dicho territorio. Entre la representación española, figuraba el eurodiputado Willy Meyer, de Izquierda Unida, muy crítico con la posición comunitaria en Oriente Próximo, Joaquín Rivas, director de la Agencia de Cooperación Internacional de Andalucía, o Antonio Zurita, director ejecutivo del Foro Andaluz de Municipios para la Solidaridad Internacional, partidario a pies juntillas de proseguir con la línea de apoyo al desarrollo en la región pero también decidido a que la sensibilización con la causa palestina constituya una de las directrices fundamentales de dicha organización.
“La Operación Plomo Fundido, tal y como se conoce al violento y mortífero ataque israelí a la Franja de Gaza, durante los meses de diciembre de 2008 y enero de 2009, no sólo constituyó un formidable crimen de guerra por las numerosísimas bajas entre la población civil, incluyendo a decenas de niños, sino una maniobra de propaganda política del Estado de Israel, con dos mensajes claros. Uno de ellos, dirigido hacia el pueblo palestino, en el sentido de que sería inútil cualquier resistencia ante el poderío militar del sionismo; y otro, un mensaje a los países amigos de Palestina y las entidades que colaboran con dicha causa, a quienes se pretende hacer ver la inutilidad de invertir en cooperación al desarrollo o en recursos públicos en la zona, ya que en unas horas la maquinaria bélica israelí puede destruir centros de salud o escuelas que cuesta tiempo, esfuerzo y dinero levantar”.
Ese fue el primer punto de un decálogo de conclusiones que los asistentes aprobaron por aclamación, no sin antes largas discusiones y debates. Desde su punto de vista, ninguno de tales propósitos se habría cumplido: “El pueblo palestino no abandona la resistencia sino que, a pesar de sus legítimas diferencias internas, mantiene una actitud clara de rechazo unitario a cualquier atisbo de rendición. Y, a pesar de la crisis económica, al menos en la Unión Europea y muy especialmente en Andalucía, no se han recortado hasta el momento las ayudas dirigidas a Palestina; un pueblo que sigue estando en el corazón de los europeos, aunque no parezca prioritario en las decisiones de algunos de sus gobiernos. En este marco, cabe destacar el firme compromiso de instituciones como la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo, la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP) o el Fondo Andaluz de Municipios para la Solidaridad Internacional (FAMSI), al objeto de sentar las bases de una cooperación estable con Palestina y con la sociedad civil que presta su apoyo a esta causa; institucionalizando, entre otras acciones, una mesa de trabajo permanente y una red en línea, que permita seguir trabajando en la acción y en la reflexión respecto a la situación en Gaza y Cisjordania, ampliando su espectro actual, desde las diputaciones, ayuntamientos, universidades y sociedad civil en general, a otros organismos como el Parlamento de Andalucía”.
“La Operación Plomo Fundido es un episodio más en la política expansionista del Estado de Israel, enunciada en su día por Ben Gurion como una patria sin fronteras determinadas que pueden ir creciendo exponencialmente. Algunos de los presentes no descartan, de hecho, que tras el fracaso de las distintas hojas de ruta que se han venido planteando para la consecución de un Estado palestino, puedan existir nuevas hostilidades en la región a corto y medio plazo”, proponen en otro de sus postulados.
A juicio de aquellos que siguen llevando a Gaza en el corazón y aunque hasta el momento, Israel ha abortado cualquier posibilidad de Estado palestino, con capital en Jerusalén, “ese debe seguir siendo un objetivo claro, a fin de subsanar dicha asignatura pendiente desde finales de los años 40 y demorada eternamente por los intereses israelíes y de sus aliados. Por ello, debemos mantenernos firmes en la defensa escrupulosa del derecho internacional, por parte de las instituciones que debieran encargarse de su cumplimiento, en especial Naciones Unidas, que carece de capacidad ejecutiva para que se cumplan sus resoluciones, y el Tribunal de La Haya”.
“La falta de una acción determinante por parte de algunas potencias mundiales y el consentimiento tácito de otras ha permitido que no se tome en serio la Paz en Oriente Próximo –analizan– ni se vea con claridad la necesidad real de una solución pacífica y equilibrada para el conflicto palestino-israelí, que supone un claro riesgo para la seguridad y estabilidad de la región y para el mundo en general. Así, se hace necesaria una posición de mayor rigor por parte de la comunidad internacional, a fin de que Israel cumpla con las resoluciones de Naciones Unidas, y debemos reclamar de los gobiernos europeos y de la propia Comisión una actitud más enérgica que incluya incluso la revocación de los acuerdos preferenciales suscritos con Israel, hasta en tanto este país no cumpla fehacientemente con sus compromisos en materia de derechos humanos”.
Sin embargo, también apuntan hacia otras dianas en el capítulo de responsabilidades, como incumbe por ejemplo a Estados Unidos, un país “heredero en gran medida del colonialismo británico y francés en Oriente Próximo, y cuya política, incluso en la era de Barack Obama, sigue estando atenta a los intereses del sionismo y no a una alternativa de equilibrio que devuelva la paz y la convivencia a la región. En ese sentido, sorprende que Washington vete sistemáticamente cualquier condena al Estado de Israel por parte de la Asamblea de la ONU, e incluso pretenda borrar algunas resoluciones adoptadas en el pasado, so pretexto de que ya resultan anacrónicas”.
“En este sentido y tras la cumbre celebrada por la OTAN en Lisboa, no resulta especialmente tranquilizador el hecho de que dicha organización confirme su investidura como supuesta pacificadora del mundo, sin mandato expreso de Naciones Unidas, lo cual deslegitima aún más los frágiles recursos que todavía tienen las comunidades más vulnerables del planeta a la hora de buscar arbitraje en este último organismo”.
Algunos de los palestinos presentes en el encuentro tampoco obviaron una mirada crítica hacia algunos otros vecinos, en un discurso que inspiró otra de las conclusiones del foro: “Tampoco debemos obviar el olvido que, en cierta medida, dispensa el mundo árabe en general a la causa palestina. Tras abandonar el panarabismo de los años 70, los árabes siguen afirmando que la causa palestina es la causa de todos ellos, pero no obstante dicha convicción hasta el momento presente no se traduce en hechos”.
“Gaza, hoy por hoy, sigue siendo un enorme campo de concentración a cielo abierto –describen–. Bloqueada por tierra y por mar, su pueblo sobrevive en medio de una precariedad estremecedora, que no sólo debemos aliviar con prestaciones solidarias y programas de ayuda al desarrollo, sino con una complicidad clara a la hora de exigir que se cumplan los acuerdos internacionales y con campañas de sensibilización que incorporen de nuevo a la agenda informativa este viejo contencioso, sin que para ello sean necesarias nuevas masacres como las que han jalonado la historia de los últimos 62 años en dicho territorio”.
Con frecuencia este tipo de iniciativas suelen ser tachadas de antisemitas por parte del Estado de Israel, que olvida que no sólo los hebreos son semitas sino que también el pueblo árabe lo es. Pero tampoco la defensa de la causa palestina puede convertirse en un pretexto contra los judíos en general. Al menos, eso aseguran los participantes en el foro, que dejan meridianamente clara su posición: “No se trata de enfrentar a árabes con judíos ni a los seguidores de Yavhé con los de Alah. Más allá de la apariencia del conflicto religioso o étnico, en este caso, subsisten intereses económicos, políticos y estratégicos fundamentales, que son los que justifican la historia reciente de este largo y violento ejercicio de terror de estado. Dentro y fuera de Israel, coexisten organizaciones y personalidades que, aparentemente minoritarias, consideran que la implantación por la fuerza de dicho Estado y la expulsión, exterminio y humillación de los palestinos, no supone el mejor antídoto a la larga diáspora, holocausto y marginación del pueblo hebreo. Si no se respeta el derecho internacional, ello no supondrá sólo un ataque claro hacia el pueblo palestino o hacia el pueblo árabe en general, sino contra todos los defensores de la democracia y de los derechos humanos por los que también dieron su vida numerosísimos sefarditas y asquenazis”.
Mientras los discursos prosiguen, las resoluciones siguen sin cumplirse y los colonos avanzan en la toma de territorios e incluso forman patrullas para perseguir a los palestinos. Dos años después de la Operación Plomo Fundido, no vendría mal recordar aquellos veinticinco días en que los palestinos vivieron peligrosamente: 1.400 muertos de entre ellos, frente a 14 israelíes fallecidos en ese mismo periodo y lugar, por no recontar los más de dos mil heridos y los daños materiales ocasionados a porfía. Coartada para Al Qaeda y puching ball para el fundamentalismo sionista, la bandera palestina sigue incluyendo el color de la esperanza.
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