USA,11/10/2019,economiahoy.mx,ANTONIO LORENZO
Hombre que pertenece a la etnia uigur. Foto: Reuters
Los autores de 'vetemos el 5G de Huawei' ahora contraatacan con nueva munición
Los uigures forman una minoría étnica china, musulmana y separatista
Los uigures forman una minoría étnica china que profesa la religión musulmana y que pretende separarse del mayor país del mundo para crear un estado independiente llamado Turkestán Oriental. Como es fácil de adivinar, China no está dispuesta a que ese movimiento se desmadre y por eso aplica mano dura por un lado y alta tecnología por otro. Donald Trump, presidente de Estados Unidos, ha tenido noticia de este fenómeno local y se ha erigido en salvador de los oprimidos. Esa es la teoría. Pero en la práctica, la aparente simpatía de la administración estadounidense con los musulmanes chinos frenará el desarrollo de la inteligencia artificial del país asiático.
El conflicto ya está montado. En concreto, tanto los fabricantes chinos de dispositivos de videovigilancia como las compañías de vanguardia en sistemas cognitivos -ambos empleados para someter a los uigures- forman parte de una lista negra cuyos miembros serán bloqueados en Estados Unidos. La historia es conocida. Los mismos autores de "vetemos a Huawei para que su 5G no conquiste el mundo" contraatacan ahora con "tumbemos la Inteligencia Artificial china en favor de un pueblo casi ignoto en medio mundo".
Por lo pronto, la Casa Blanca ha incluido a 28 nuevas empresas chinas (ocho de ellas tecnológicas) en un listado ominoso para que ninguna firma 'Made in USA' pueda operar sin permiso previo del Departamento de Comercio. El punto de mira se sitúa en los principales fabricantes de cámaras callejeras, elemento básico para controlar y escrutar en tiempo real a la población civil a través del reconocimiento facial. Entre ellas se encuentran Hangzhou Hikvision Digital, Megvii, Xiamen Meiya Pico, SenseTime, Iflytek, Zhejiang Dahua y Yitu Technology. A grandes rasgos, Hikvision -el mayor proveedor mundial de sistemas de videovigilancia-, puede captar imágenes de las personas en los lugares públicos y procesar los rasgos digitalizados del rostro para identificar a cada ciudadano, sea uigur o no. La policía china utiliza esta tecnología y hasta el pasado verano también proveía de equipamiento a Estados Unidos.
La aparente simpatía de la administración estadounidense con los musulmanes chinos busca frenar el desarrollo de la inteligencia artificial del país asiático
A modo de ejemplo, una simple fotografía de la muchedumbre captada por un dron, y su posterior cruce con las bases de datos de rostros recopilados por los móviles y subidos a la nube, permitirá a las autoridades chinas conocer la identidad de todos los asistentes. El mismo recurso puede aplicarse con las miles de cámaras que salpican las calles, para censar en tiempo real a todos los viandantes. Para alcanzar este nivel de control no sólo hacen falta las videocámaras, sino también equipos informáticos de gran potencia. Todo lo anterior se acelerará en los próximos años, en cuando entren en juego los ordenados cuánticos, capaces de agilizar la identificación de personas con resultados exhaustivos en un santiamén.
Si las trabas de Trump a Huawei respondían a la existencia de presuntas puertas traseras en las redes del líder mundial del negocio, en el caso de las firmas de inteligencia artificial, los reproches aluden a posibles abusos contra ciertos núcleos de la población de Xinjiang. La excusa sirve y echará gasolina a las flamígeras relaciones entre Estados Unidos y China. El secretario de Comercio, Wilbur Ross, justificó esta semana el nuevo listado de empresas proscritas al lamentar la "intolerable y brutal supresión de las minorías étnicas dentro de China".
El Gobierno chino reaccionó ante lo que interpretan con una injerencia en sus asuntos internos: "Son acusaciones infundadas y sin sentido. Sólo exponen los malvados motivos de Estados Unidos para frustrar el desarrollo de China", dijo el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China. La puntería de Trump contra las empresas chinas de inteligencia artificial es incuestionable. A partir de ahora, ese sector no podrá adquirir los microprocesadores de las americanas Intel o AMD. Y sin esos chips, los equipos informáticos y servidores chinos dejarán de ser una amenaza para Estados Unidos en un asunto tan crítico y sensible como la inteligencia artificial.
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