Mercedes García-Arenal, antes de la entrevista, en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC JAIME VILLANUEVA / CSIC
La investigadora madrileña encabeza un proyecto internacional sin precedentes en España que documentará la difusión del Corán en territorios cristianos.
“Dice mucho de una sociedad el tratamiento que da a sus minorías”, opina Mercedes García-Arenal (Madrid, 1950). La reputada historiadora lleva años estudiando las relaciones entre el judaísmo, el islam y el cristianismo. “Mejor dicho, las relaciones entre judíos, musulmanes y cristianos”, aclara. Le interesan los momentos y lugares del pasado en los que alguno de esos grupos fue minoritario con respecto a los demás. Dado el esfuerzo de García-Arenal por enfocar a los actores de la historia, resulta curioso que su próximo gran proyecto de investigación —el único dirigido en España que ha recibido este año una ayuda de casi diez millones de euros por la Unión Europea, y el primero de estas características que se concede a las humanidades españolas— se vaya a centrar en el estudio del Corán, un texto sagrado.
En realidad, el Corán es la herramienta con la que García-Arenal y sus compañeros pretenden acercarse a las distintas facciones religiosas (y antirreligiosas) que ocuparon Europa durante el último milenio, y sobre todo a las interacciones de esos grupos. El trabajo que proyectan, llamado El Corán europeo, será una investigación de seis años que documentará la difusión, las interpretaciones, las traducciones y los usos del libro revelado del islam en Europa, desde la Edad Media hasta la Ilustración. Su objetivo es descubrir hasta qué punto está imbricado este texto, como símbolo de una gente ajena, en la historia intelectual y cultural de occidente a este lado del Atlántico. “Más de lo que ahora se sabe o siquiera se sospecha” es la hipótesis que trabaja García-Arenal.
Existió una hibridación cultural y religiosa que saca a relucir “cuestiones muy vitales e intensamente presentes en Europa hoy”, según García-Arenal
“La impresión que uno no puede por menos de tener es que el islam está en Europa solo desde después de la Segunda Guerra Mundial, desde que se desmontaron los imperios coloniales y, sobre todo, con la inmigración [reciente]”, dice. Nada más lejos de la realidad. La involucración de los europeos con el islam es antigua y variada. El trabajo académico ya ha documentado una larga historia de hibridación cultural y religiosa que pone de relieve “cuestiones muy vitales e intensamente presentes en Europa hoy”, asegura la historiadora. Más allá de su interés profesional, ella ve en el proyecto una herramienta para combatir los mitos y la desinformación sobre la historia y la cultura. “El conocimiento es un arma muy poderosa contra la ideología”, defiende.
El Consejo Europeo de Investigación (ERC) ha otorgado a la osada iniciativa una de las prestigiosas Synergy Grants, su ayuda más grande por dotación y exigencia, destinada obligatoriamente a un equipo internacional y multidisciplinar, pocas veces fuera de las ciencias médicas o naturales. En la última convocatoria se han concedido 27 proyectos, de unas 300 solicitudes, y el de García-Arenal es el único dirigido desde España entre ellos. Es, además, la primera vez que las humanidades españolas reciben una de las cuantiosas becas Synergy.
García-Arenal trabaja en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, y colabora en el proyecto con Roberto Tottoli, del Instituto Universitario Oriental de Nápoles (Italia), Jan Loop, de la Universidad de Kent (Reino Unido), y John Tolan, de la Universidad de Nantes (Francia). Lo primero que harán, con sus respectivos equipos de investigación, es elaborar una base de datos geolocalizada de todos los manuscritos, traducciones y textos relevantes al Corán que se han encontrado por Europa.
La base de datos, que estará disponible en open access (gratis), es la herramienta estrella del proyecto, con la que se llevarán a cabo múltiples investigaciones. Pero el equipo parte de conocimientos ya acumulados durante años de estudio. Saben, por ejemplo, que hacia el siglo XII se realizaron las primeras traducciones latinas del Corán, empleadas por monjes franciscanos y dominicanos para polemizar contra el islam. “Trataban de adoctrinar a los musulmanes y convertirlos... convencerlos de que el Corán contiene mentiras o contradicciones”, explica García-Arenal.
En la historia de Europa, destaca el uso del Corán en polémicas entre cristianos católicos y protestantes
Sin embargo, en todos los siglos posteriores, este uso del Corán en Europa pasó a un segundo plano o desapareció por completo. Destaca la reaparición del texto en polémicas entre las facciones cristianas, y más tarde en los comienzos de la secularización, esgrimido por ateos y agnósticos como prueba de un monoteísmo menos dogmático que el cristianismo. “La reforma protestante trajo un trabajo extraordinario de índole filológico y traductor”, dice García-Arenal. “Al negar la autoridad de la iglesia, el texto bíblico adquiere una relevancia enorme en la Europa protestante. [Los protestantes] creen en la posibilidad de que en algunos textos antiguos del Corán se puedan encontrar pasajes bíblicos apócrifos o diferentes a la composición de la Biblia”.
El Corán europeo pone la lupa en estos momentos de la historia al identificar los focos europeos de aprendizaje, traducción e imprenta en árabe. “Nos interesa ver quién pagaba a los traductores y cómo hacían decir a determinados pasajes del Corán las cosas que a ellos les interesaba que dijeran”. Para realizar este trabajo, García-Arenal y sus compañeros analizarán decenas si no cientos de manuscritos históricos: coranes europeos glosados, ilustrados, traducidos, impresos y aljamiados (escritos en español con alfabeto árabe). Presentarán una parte de esta formidable colección al público mediante exhibiciones confirmadas en el British Museum (Londres), en la Biblioteca Apostólica Vaticana (Roma) y posiblemente en Budapest (Hungría) y en la Biblioteca Nacional de Madrid.
“También tenemos mucho interés en compartir el conocimiento con profesores de secundaria” apunta García-Arenal. Aunque destaca la importancia de este tipo de educación en países vecinos como Francia o Reino Unido, la investigadora reconoce que en los institutos españoles “los planes de estudio no se compaginan con el tipo de sociedad que existe”. “Hemos estado, durante mucho tiempo, dando por supuesto que ser español equivalía a ser católico”, resume. “Ya no es sostenible”. España, por supuesto, tiene su propio lugar en la historia religiosa de Europa: la península ibérica era el único territorio del continente que acogía, además de minorías judías muy numerosas, minorías islámicas —legalmente reconocidas— hasta el final del siglo XV.
Hemos estado, durante mucho tiempo, dando por supuesto que ser español equivalía a ser católico. Ya no es sostenible
“La percepción del islam en España tiene mucha carga ideológica”, afirma García-Arenal, hablando despacio. “Existe una visión o un uso de la historia que dice que los españoles de ahora pertenecemos a la raigambre cristiana, y que a nuestra historia no pertenece Al Andalus”. Para los defensores de esa postura, dice, “es como si nosotros nos hubiéramos construido como españoles en expulsar al islam”. Por otra parte, añade que existe también "otra visión mítica, y por lo tanto ideológica, que ensalza la imbricación fructífera con el islam hispano y la tolerancia medieval entre las llamadas tres culturas".
García-Arenal reconoce que todo trabajo académico encaja en un contexto social del que los investigadores no solo no pueden aislarse, sino al que además desean contribuir (“no con opiniones políticas”, sino con datos obtenidos por métodos académicos, agrega). Ella defiende que los orígenes de la nación “son siempre míticos” y además armas ideológicas contra ciertos sectores de la sociedad que se siguen usando hoy. “Me interesan los procesos de hibridación y de contagio, ver cómo uno no puede por menos que incorporar cosas de su enemigo, aunque tenga claro que lucha contra él. Me interesa ver cómo las identidades, dichas en plural, son siempre mixtas y fluidas”, comparte.
En el fondo, su lucha es contra la construcción de la identidad sobre nociones históricas de pureza, lo que ella llama “esencialismos”. “Es mesiánico pensar en una sociedad homogénea carente de conflictos, es mesiánico pensar que en el pasado esto era un sitio maravilloso donde todos éramos uno”, dice. “Eso me parecen falsedades históricas, por un lado, y mitos peligrosos, por otro. Pero mi territorio es que son falsedades históricas”.
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