El departamento de educación del condado chino de Linxia (centro), habitado mayoritariamente por musulmanes, ha prohibido a los niños que vayan a actos religiosos durante las vacaciones de invierno, como parte del control que ejercen las autoridades chinas.
A partir de ahora, los niños de Linxia, donde se concentra la minoría étnica de fe musulmana hui, tienen prohibido entrar en edificios religiosos e incluso leer textos religiosos o acudir a clases de religión.
Esta medida se enmarca en las acciones del régimen de Pekín para frenar la creciente influencia del islam en algunas regiones de mayoría musulmana. Sin embargo, la ofensiva abarca otras confesiones. El verano pasado, las autoridades ordenaron cerrar una escuela dominical en la ciudad de Wenzhou, conocida como la Jerusalén china por su población cristiana.
La legislación china garantizar en teoría la libertad de culta pero se completa con una miríada de normas que 'de facto' buscan blindar a niños y jóvenes frente a cualquier influencia religiosa.
La obsesión de Pekín por la religión se ha multiplicado a raíz de los problemas en la región noroccidental de Xinjinag, donde en 2012 hubo fuertes enfrentamientos entre los uigures musulmanes, que son mayoría aquí, y los han, que dominan en el resto de China.
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