Ihab Fhamy, el imán Jamal Abdelaziz y Abdul Rahim, en la mezquita de Méndez Núñez de Valencia. / Juan J. Monzó
Uno de cada tres detenidos por terrorismo islamista en la Comunitat queda absuelto. «Los ‘lobos solitarios’ no avisan. Hay que actuar antes», justifica la policía
Se dedica a recoger chatarra para luego venderla un terrorista islamista? ¿Se gana la vida buzoneando publicidad por el barrio un partidario de la Yihad? ¿Subsiste con un puestecillo en el rastro revendiendo los enseres abandonados que encuentra en la basura alguien que aspira algún día a empuñar una pistola semiautomática y vaciar el cargador sobre una destacada personalidad europea? No es lo que piensan los vecinos de la calle Padre Antón Martín de Valencia, un lugar fronterizo al gueto de venta de drogas de las Casitas Rosa y donde se arremolinan sospechosos grupitos en la calle como si se tratara de un episodio de ‘The Wire’. Allí fue detenido la semana pasada Mohamed Echaabi, un integrante de Al Qaida para el Ministerio del Interior. Al hijo de Abdellah y Khadija, un joven marroquí de 21 años y con vínculos con Valencia desde 2001, la Policía Nacional lo considera un ‘lobo solitario’ de la organización terrorista que dirige Aymán al-Zawahirí. Un chaval «tímido, cabizbajo y que por dar, no daba ni los buenos días», según sus vecinos, que para los responsables de la lucha antiterrorista incluso viajó a Gaza, Egipto y Marruecos con la intención (sin llegar a materializarse) de cometer atentados.
«La policía ha actuado con premura al creer que la situación era crítica», sostiene el auto con el que el juez Javier Gómez Bermúdez (magistrado del juicio por los atentados del 11-M) ordena el inmediato ingreso en prisión provisional del joven magrebí. Los investigadores sostienen que Echaabi ya había iniciado las gestiones para asaltar a una acaudalada anciana en Valencia a la que conocía un amigo rumano cuya novia trabajaba para ella de asistenta. Un testigo protegido respalda la acusación. Con el dinero pensaba comprar una pistola «que pudiera disparar entre 20 y 40 tiros» y atentar, como ya había avisado él mismo de viva voz: «Antes de morirme la voy a liar». E Interior subraya su «perfil idéntico» al de Mohamed Merah, el radical que en marzo pasado mató a siete personas a disparos en Toulouse (Francia) antes de suicidarse.
«Nos la ha pegado»
Su arresto es el último que coloca a la Comunitat bajo la siniestra sombra de Al Qaida. En una década se han producido en la región 39 detenciones de personas supuestamente vinculadas al terrorismo islamista. O al menos eso parecía inicialmente... Según las estadísticas policiales y judiciales consultadas por LAS PROVINCIAS, de estos arrestos finalmente solo 12 de los apresados fueron declarados culpables por sentencia judicial (otros tres siguen en prisión provisional a la espera del juicio). Es decir, que uno de cada tres sospechosos acaba siendo inocente, o bien se le condena por un delito mucho más ‘inofensivo’ (como falsificación de documentos o robos) que el de planear atentados o reclutar a ‘muyahidines’ para la ‘guerra santa’.
Hasta el juez Gómez Bermúdez se cubre las espaldas en su auto: «La investigación policial es incompleta. No se ha investigado a la persona rumana de la que se dan datos, para comprobar si la versión del testigo protegido es o no cierta, no se ha examinado su teléfono móvil para comprobar si es verdad que tiene grabadas canciones radicales ni se han realizado gestiones con Marruecos o El Cairo, entre otras diligencias imprescindibles».
Pero, de momento, sobre todo por su riesgo de fuga y la falta de arraigo en España, Mohamed Echaabi está entre rejas. «Si verdaderamente es un terrorista, nos la ha pegado a todos con queso». Pedro, un joven melenudo y grandón, habla desde detrás de la barra de un bar de la calle Padre Antón Martín de Valencia. El local es suyo, y también el piso que el joven marroquí compartía alquilado con otras dos parejas. «Más de una vez le he prestado 20 euros, para comer, y siempre me los devolvía». Un anciano asiente sentado sobre un taburete mientras apura un vino: «A mí una vez me pidió para un bocadillo».
En su finca, ni rastro de conflictividad. «Salía y entraba sin decir nada. Sus compañeros de piso lo único que dicen de él es que lo oían rezar en su cuarto», cuenta Emilio, presidente del edificio en el que vivía el joven y que salió «blanco» del portal al toparse con 15 policías encapuchados en pleno operativo.
Discreto, silencioso, integrado e incluso dispuesto a beber alcohol «yo solo le serví café y Coca-Cola», dice Pedro de Echaabi), comer cerdo o fumar (Echaabi sí devoraba los pitillos), actitudes que van contra el Islam pero que les permite camuflarse en la sociedad occidental. Así define Interior a un ‘lobo solitario’ de Al Qaida, jóvenes reclutados por la red islamista y lanzados a su suerte a ciudades de Europa yEstados Unidos. Su ‘entrenamiento’ y radicalización lo completan luego ellos mismos a través de foros radicales islamistas.
«Es el nuevo terrorismo»
«No utilizan teléfonos móviles para sus contactos ‘operativos’, se comunican con otros miembros de Al Qaida a través de internet. No reciben financiación alguna, ni siquiera a través del ‘hawallah’ (modo de mover el dinero de la red islamista con contactos locales de confianza –a veces locutorios– para que el dinero no cruce fronteras). Y no están integrados dentro de ningún equipo», sostiene un agente antiterrorista consultado por LASPROVINCIAS.
«Es la nueva forma del terrorismo de Al Qaida: la Yihad individual», añade el integrante de la Brigada de Información. La denominación ‘lobo solitario’ es una palabra de la propia red de Aymán al-Zawahirí. «A mediados del año pasado se detectó en un foro yihadista un mensaje lanzado a los cuatro vientos por el Comité Militar de Al Qaida en Yemen. Buscaban suicidas que actuaran ‘como lobos solitarios que viven entre los enemigos’. Y estos no avisan de que van a atentar. Simplemente lo hacen. Por eso hay que actuar antes», argumenta el agente.
Interior parece haber apostado por algo así como ‘detenciones preventivas’ en casos de terrorismo islamista, como se deja ver entre líneas en el auto de Gómez Bermúdez tras el último arresto en Valencia. El peligro, que vuelva a producirse un ‘resbalón’ del sistema como el que se dio con la llamada ‘operación Nova’. En 2004 fue bautizado como el mayor golpe policial a Al Qaida tras los atentados del 11-M. «Un islamista ‘muy violento’ relacionado con el líder del 11M, detenido en Canals», fueron los titulares lanzados por aquel entonces en virtud a la información difundida por Interior. Se referían a Mohamed Khouni, acusado de integrar dos células que planeaban volar la Audiencia nacional y el Santiago Bernabéu.
La Audiencia Nacional condenó a más de 1.000 años de prisión a una veintena de acusados. Once habían sido detenidos en la Comunitat Valenciana. El Supremo absolvió luego a 14 de los procesados. Siete de ellos, de los arrestados en la Comunitat. Uno de ellos, Mohamed Khouni, el ‘muy violento’ islamista. Había pasado cuatro años en la cárcel por un delito jamás cometido.
A veces, el peligro de una amistad puede dar con los huesos de uno en prisión. Que se lo digan a Hocine Kedache, un argelino de 56 años. Casi cuatro de ellos se los paso entre rejas por conocer al hombre inapropiado. En los 90 y en 2003 acogió en su casa de Valencia a Allekema Lamari, el ‘emir del 11-M’, el hombre que puso en marcha una célula del Grupo Islámico Armado (GIA) en la capital, implicado en la masacre de Madrid y que luego se suicidó con otros seis radicales en un piso de Leganés. La ‘operación Nova’ llevó a Kedache a la cárcel. Hasta que el Supremo lo absolvió.
«Me quitaron tres años de vida. Entré en la cárcel sin antecedentes, sin haber robado ni un bolso, pero hoy no le guardo rencor a nadie», asegura a LAS PROVINCIAS en conversación telefónica desde Alberic. «Me gano la vida con chapucillas de mecánica», sostiene Kedache. «Yo siempre he sido un musulmán partidario de la paz, no creo en eso de la Guerra Santa que defienden algunos». Un ‘cordero’ que solo cometió un error fatal. Ser amigo de un ‘lobo’ de Al Qaida.
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