sábado, 7 de febrero de 2009

Rodolfo Gil Benumeya Grimau argumenta la viveza del islam en una obra póstuma

PUBLICACIÓN | Homenaje de Casa Árabe al arabista fallecido

* Título: 'Judaísmo e Islam profundos. Ambigüedad y espera, fe y entrega'
* Plantea que el islam es un ser vivo que sigue haciéndolo evolucionando
* El autor, un reconocido arabista, analiza las similitudes con el judaísmo

Madrid,05/02/2009,Amanda Figueras

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"En el islam no hay temor a Dios. Hay entrega y cuando uno se entrega ya no hay miedo, hay confianza". "El islam, con su falta de misterios y con la omnipresencia de Dios, es una fe extremadamente humana y fácil por divina". Así al menos lo consideraba Rodolfo Gil Benumeya Grimau, el reconocido arabista fallecido en 2008 y del que ahora se publica una obra póstuma.

En 'Judaísmo e Islam profundos. Ambigüedad y espera, fe y entrega' (Madrid. Ibersaf, 2008), presentado durante un homenaje a su figura organizado este jueves por Casa Árabe, plantea que el islam "es un ser vivo que ya ha evolucionado varias veces y que sigue haciéndolo en torno al mismo y único eje".

El prolífico autor, que también fue diplomático, cuyo destino estuvo marcado por ser hijo del orientalista Rodolfo Gil Benumeya, vivió a caballo entre las dos orillas del Mediterráneo. Como sucede en este libro póstumo, dicha dualidad es clave en su universo intelectual y personal. Las diferencias, los orígenes comunes y puntos de encuentro que existen entre el judaísmo y el islam vertebran su extenso ensayo histórico.

Analiza la actitud ante lo trascendente de los egipcios, los pueblos mesopotámicos o los semitas occidentales no árabes. Plantea el islam como religión preexistente al profeta Mahoma y enfatiza en el significado de la voz y la palabra para todos ellos.

El autor, filólogo en leguas semíticas, se adentra en el concepto del "paraíso de al-Andalus" de los musulmanes y el "paraíso de Sefarad" judío como modelo intercultural en un Península Ibérica de las tres religiones. A través de una lectura detenida de los textos sagrados que les son propios a las tres monoteístas, Rodolfo Gil Benumeya Grimau trata de "llegar a la personalidad trascendente de las culturas judía e islámica, a sus puntos de inflexión más sensibles, a su absoluta identidad y a su radical diferencia".

A modo de adelanto de su lectura, sirvan algunas de las tesis que desarrolla. Por ejemplo, escribe que "la religión mosaica no se hizo proselitista en su momento, ni lo ha intentado de ser después excepto de su forma cristiana; no ha pretendido ser una religión universal que extendiera por todas partes el concepto de Dios Único".

Afirma que "el hebreo siempre fue reducido y estuvo sujeto a avatares", "la fe mosaica se ha conservado como comunidad cerrada. Pueblo cerrado y en tensión, pueblo elegido que, si se hubiera multiplicado con el proselitismo, habría dejado de ser el núcleo elegido a través del pacto y se habría dispersado incumpliendo la Alianza".

Sobre el islam, asegura que ha estado "encajonado por la indolencia estéril y el juego político del imperio otomano, por la alteración de las grandes vías comerciales del medievo que empobreció y destruyó a una mayoría de países árabes y musulmanes, dejándolos al margen de toda actividad y adelanto; por el colonialismo y el neocolonialismo". Y añade que "el encajonamiento duró más de cinco siglos, el despertar apenas lleva algo más de un siglo".

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