PARIS, 2009-02-04,El País, ANTONIO JIMÉNEZ BARCA
En diciembre de 2008, el presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, recomponía cuidadosamente las piezas de su Gobierno. Amigo de los golpes de efecto, el día 8 de ese mes, junto al secretario del Elíseo, Sarkozy se reunió con el ex jugador de fútbol Lilian Thuram, símbolo viviente de la Francia multiétnica, y le ofreció un puesto de ministro. En concreto, el de ministro de la Diversidad. El que fuera defensa central del Barcelona y la selección nacional francesa despejó con habilidad de profesional: “Tuvimos una larga charla, pero por razones evidentes, me tuve que negar”, confesó ayer en una entrevista a Le Monde.
Thuram no es un jugador cualquiera. Ni una persona cualquiera. Nació en Guadalupe en 1972, y a los ocho años llegó, de la mano de su madre, a la metrópoli. Ha sido el futbolista francés que más veces ha defendido la camiseta de su selección.
Tras pasar por varios equipos europeos y hacer una campaña regular en el Barcelona, se retiró en agosto de 2008 después de que le descubrieran una malformación cardiaca. Los médicos le aseguraron que podía continuar. Pero su hermano, años atrás, había muerto de un ataque al corazón mientras jugaba al baloncesto en una cancha callejera. La familia de Thuram le presionó y este consideró “que no era inteligente hacer sufrir a quien se quiere” y colgó las botas.
El hecho de colgarlas agrandó su carácter de símbolo. Inteligente, culto, elegante, elegido miembro del Alto Consejo para la Inmigración, amigo de decir lo que pensaba, ya se había convertido en pieza codiciada en la campaña electoral de 2007, cuando Sarkozy derrotó a Ségolène Royal. Hay quien afirma que ésta ya le prometió un ministerio.
Thuram, por su parte, aunque no se ha declarado seguidor de ningún partido, jamás ocultó su desacuerdo con la política del presidente. “Sarkozy cree que la inmigración es un problema para la identidad nacional”, llegó a decir. De ahí las “razones evidentes”. De ahí el despeje del ofrecimiento. Él añade que por ahora no piensa aceptar ningún cargo, que la política “es algo noble que no tolera un acercamiento a medias”. “Hay que aprender cosas. Es lo que yo hago viéndome con gentes muy diferentes”, agrega en la citada entrevista.
Antes había analizado, entre otras cosas, la maltrecha situación de Guadalupe, inmersa en una huelga general desde hace dos semanas (“la repercusión que tiene el problema es poca. Imaginad que eso pasa en Francia”, dijo) o el efecto creado por el presidente Barack Obama (“Estados Unidos ha sabido enfrentarse a la historia”, razonó).
Conviene no olvidarse de Thuram y su vertiente política. Tal vez aguarde la llamada buena. Él mismo lo asegura: “Por ahora no; pero, tal vez, algún día…”.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
En diciembre de 2008, el presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, recomponía cuidadosamente las piezas de su Gobierno. Amigo de los golpes de efecto, el día 8 de ese mes, junto al secretario del Elíseo, Sarkozy se reunió con el ex jugador de fútbol Lilian Thuram, símbolo viviente de la Francia multiétnica, y le ofreció un puesto de ministro. En concreto, el de ministro de la Diversidad. El que fuera defensa central del Barcelona y la selección nacional francesa despejó con habilidad de profesional: “Tuvimos una larga charla, pero por razones evidentes, me tuve que negar”, confesó ayer en una entrevista a Le Monde.
Thuram no es un jugador cualquiera. Ni una persona cualquiera. Nació en Guadalupe en 1972, y a los ocho años llegó, de la mano de su madre, a la metrópoli. Ha sido el futbolista francés que más veces ha defendido la camiseta de su selección.
Tras pasar por varios equipos europeos y hacer una campaña regular en el Barcelona, se retiró en agosto de 2008 después de que le descubrieran una malformación cardiaca. Los médicos le aseguraron que podía continuar. Pero su hermano, años atrás, había muerto de un ataque al corazón mientras jugaba al baloncesto en una cancha callejera. La familia de Thuram le presionó y este consideró “que no era inteligente hacer sufrir a quien se quiere” y colgó las botas.
El hecho de colgarlas agrandó su carácter de símbolo. Inteligente, culto, elegante, elegido miembro del Alto Consejo para la Inmigración, amigo de decir lo que pensaba, ya se había convertido en pieza codiciada en la campaña electoral de 2007, cuando Sarkozy derrotó a Ségolène Royal. Hay quien afirma que ésta ya le prometió un ministerio.
Thuram, por su parte, aunque no se ha declarado seguidor de ningún partido, jamás ocultó su desacuerdo con la política del presidente. “Sarkozy cree que la inmigración es un problema para la identidad nacional”, llegó a decir. De ahí las “razones evidentes”. De ahí el despeje del ofrecimiento. Él añade que por ahora no piensa aceptar ningún cargo, que la política “es algo noble que no tolera un acercamiento a medias”. “Hay que aprender cosas. Es lo que yo hago viéndome con gentes muy diferentes”, agrega en la citada entrevista.
Antes había analizado, entre otras cosas, la maltrecha situación de Guadalupe, inmersa en una huelga general desde hace dos semanas (“la repercusión que tiene el problema es poca. Imaginad que eso pasa en Francia”, dijo) o el efecto creado por el presidente Barack Obama (“Estados Unidos ha sabido enfrentarse a la historia”, razonó).
Conviene no olvidarse de Thuram y su vertiente política. Tal vez aguarde la llamada buena. Él mismo lo asegura: “Por ahora no; pero, tal vez, algún día…”.
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