Un grupo de vecinos del Príncipe acudieron a Mohamed Mohito para solicitarle la cesión de una parcela situada en la actual calle Norte para la construcción de una mezquita y el hogar del futuro imam, la cual se convertiría en la segunda de la barriada.
Corría el año 1967 y Mohito era el propietario de una gran extensión de terreno, cedida por Alfonso XII, y de la cual destinó 2.000 m2 a los fundadores de ‘Masyid Al Amir’, la mezquita del Príncipe. Los gestores del centro de oración fueron Mohamed Liazid, apodado Si Hammam; Abselam Lagmich; Mohamed Debbi, Halaos; Alí Debdi; Mohamed Sbih, Esbahi; Mohamed Chrayah; Abselam Yetto, Rubio; y Abselam Soliman. 42 años después, Mohamed Kasam, presidente de la comunidad islámica, recuerda los orígenes de una de las tres mezquitas más importantes de la ciudad.
La obra, “con todos los permisos pertinentes”, indicó Kasam, se financió mediante la recaudación de fondos entre los fieles y otras entidades como Genco, “que aportó los ladrillos”, recordó. “Hay quienes entregaron hasta joyas”, añadió Kasam, para destacar que la mezquita del Príncipe fue un trabajo de todos los vecinos pero Chrayah fue el arquitecto y jefe de obras.
“El 10 de octubre de 1967 fue inaugurada con una gran fiesta a la que acudieron las autoridades de la época, tanto el gobernador como el alcalde”, dató Ahmed Tahar Hammu, imam de ‘Masyid Al Amir’ desde su apertura, cuando tenía 25 años. Estudió en la Universidad Islámica de Karauien, en la ciudad marroquí de Fez, donde fue adoctrinado por una veintena de doctorados y catedráticos, los cuales le impartieron las enseñanzas de el Corán y los dichos y hechos del Profeta.
La Ciudad Autónoma, que ya en 2002 destinó 15.000 euros a la rehabilitación de la mezquita, también le concedió en 2008 la subvención de 100.000 euros para la restauración de centros religiosos, un convenio suscrito con Luna Blanca. La comunidad islámica agradeció la atención prestada a su mezquita.
Las mejoras realizadas en el templo se han centrado especialmente en la cubierta de la sala de rezo y el patio interior, tanto en su alquitranado como impermeabilización, que evita las goteras de antaño. La zona de abluciones es colindante con el patio interior, que se reserva para festividades del calendario musulmán como el Mulud o la Noche del Destino, aunque también es habilitada cuando la afluencia de fieles desborda el aforo, estimado en unas 500 personas.
El minarete, que se alza sobre las casas del Príncipe Alfonso, también entró en el proyecto de la mezquita, en concreto, la colocación de marcos de alumnio y vidrieras de colores que resaltan su belleza, recortando el añil del cielo con ribetes blancos y verdes. Las instalaciones de este centro de oración comprenden también una sala de oración para las mujeres, reformada gracias a la subvención de la Ciudad, y una madrassa, el legado religioso de Masyid Al Amir a la ciudad.
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