Algunos biomarcadores demuestran que la vida es posible incluso a más de doscientos metros de profundidad, con exceso de sal y casi sin agua.
Las costas del mar Muerto son la región más baja de la tierra firme y sus aguas son casi 10 veces más saladas que las del océano. Sin embargo, este lago hipersalino no solo alberga varias formas de vida, sino que hay huellas de su presencia a decenas de metros por debajo del lecho marino, en condiciones muy desfavorables.
Esta 'biosfera oscura' del subsuelo está poblada por algunas de las criaturas más antiguas del planeta, revela un grupo de científicos europeos en un artículo publicado este marzo por la revista Geology. Y eso a pesar de que, con una salinidad del 34,2 %, el lago "constituye uno de los ecosistemas más extremos del planeta", tanto su agua como el subsuelo.
En busca de microorganismos o sus restos fósiles, los investigadores perforaron un pozo de 243 metros de profundidad. En muestras de rocas sedimentarias detectaron la presencia de ésteres de cera, una molécula utilizada habitualmente por las bacterias y algunos organismos multicelulares para almacenar energía.
En este caso los científicos no creen que la presencia de esta sustancia orgánica sea un indicio de vida propiamente bacteriana, sino que señala la existencia de uno de los organismos más primitivos de la Tierra, las arqueas, unos seres que ni siquiera tienen núcleo. Entre los representantes de este reino hay algunas especies halófilas, es decir, 'amantes de la sal'.
El equipo supuso que los ésteres, que califica de biomarcadores, son resultado de la necrofagia, la ingestión de biomasa muerta por parte de las arqueas. Ante la carencia de muchas cosas que las criaturas de la superficie dan por sentado, como la luz, la lluvia y el oxígeno, los microorganismos se adaptan así al entorno para sobrevivir.
"La disponibilidad de agua es un problema importante no solo en ambientes secos, sino también en este ambiente hipersalino, debido a unas altas concentraciones de sal que inducen el estrés osmótico", escribió el grupo. Por eso los estudiosos estiman que los unicelulares, al recombinar los restos hidrolizados de los lípidos de biomasa muerta, acceden también a algunas moléculas de agua y solo así pueden beber.
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