domingo, 5 de abril de 2015

Catalunya alberga la mitad de las mezquitas salafistas de España

Catalunya,05/04/2015,lavanguardia.com,Eduardo Martín de Pozuelo


El habitual rezo del viernes de los fieles musulmanes, el pasado 3 de abril en la mezquita de Reus David Airob

Las fuerzas de seguridad y el CNI vigilan la predicación contra las normas democráticas | Reus, Torredembarra, Vilanova i la Geltrú y Salt, centros del proselitismo integrista | El tratamiento de la vulneración de normas de convivencia queda en manos de los jueces

De los 1.264 centros de culto islámico identificados en España, las fuerzas de seguridad han vinculado con el salafismo a 98 de ellos. Y algo más de la mitad, unos 50, se encuentran ubicados en Catalunya, según datos de los servicios de inteligencia e información de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado (FCSE) a los que ha tenido acceso La Vanguardia.

Unas cifras que ponen en evidencia que Catalunya aglutina hoy a más del 50% de los centros salafistas desde los que –según las fuentes señaladas– se difunde un mensaje y una interpretación integrista de la religión musulmana que chocaría directamente con los valores y las normas democráticas españolas y el modelo de convivencia propios de la Unión Europea. Una realidad que causa alarma entre los investigadores y plantea cuestiones legales acerca del derecho a la libertad religiosa, por cuanto puede vulnerar preceptos constitucionales, que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado dejan, en todo caso, a criterio de la justicia.

Estas cifras son la foto del instante actual, ya que los autores del trabajo advierten de que estos números son moderadamente variables al no tratarse de mezquitas especialmente construidas para el culto, sino que en la mayoría de los casos son naves, pisos y hasta garajes que los fieles y el imán respec­tivo utilizan para reunirse y realizar las oraciones mientras no encuentran en su localidad otro local mejor.

Por esa razón, aunque el dato que manejan las fuerzas de seguridad del Estado es el citado, los agentes consultados prefieren hablar de “cifras estimadas que no desvirtúan en nada” la resultante basada en un trabajo de campo que indica que más de la mitad de los centros con mensajes integristas se encuentran en Catalunya.

No hay una vigilancia permanente de cada uno de estos centros ni de sus imanes, pero sí que existe un control aleatorio del mensaje por motivos de seguridad del Estado. Lo mismo sucede en todos los países de la Unión Europea. En el caso español, esta misión de control y vigilancia se la reparten las unidades de Información del Cuerpo Nacional de Policía, de la Guardia Civil, de los Mossos d’Esquadra y obviamente los departamentos de seguridad interior del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). El resultado se traduce en informes reservados que maneja el Gobierno y que son conocidos por los demás ejecutivos comunitarios y los servicios policiales del resto de Europa.

De los 98 centros religiosos en los que, según la investigación, se difunde la doctrina salafista, es decir una predicación hacia un retorno a los orígenes del islam con reiterados mensajes que podrían considerarse muy contrarios a una integración cultural armónica respecto a la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, protegida por las leyes de la UE, 48 más se han localizado en el resto de la cuenca mediterránea y en Melilla, además de los radicados en Catalunya. Las fuentes no abundan en el aspecto geográfico de la cuestión y se limitan a indicar que el mayor protagonismo en este proselitismo integrista lo han detectado en centros religiosos situados en los municipios de Reus y Torredembarra (Tarragona), Vilanova i la Geltrú (Barcelona) y Salt (Girona).

Desde este medio centenar de centros religiosos salafistas detectados en Catalunya se estaría difundiendo a los fieles que acuden a ellos un mensaje opuesto a cualquier lectura que no sea la más rigorista del Corán, al tiempo que se exigiría una “purificación” de fieles musulmanes considerados extraños. En la Unión Europea y por lo tanto en España, esta injerencia se traduciría en la exigencia a la mujer de determinadas vestimentas y costumbres más radicales y en la prohibición, muy especialmente a las adolescentes, de asistir a escuelas e institutos con compañeros masculinos a determinadas materias como la Educación Física. Lo que supone un profundo desfase con los valores de libertad individual que defienden las leyes en Europa. En cuanto a los varones –aunque también en las mujeres–, el ideario salafista podría influir en una radicalización y a la postre –señalan los investigadores– transformarse en un problema de convivencia. La valoración de este fenómeno queda en manos de los jueces.

Las fuentes subrayan que, a priori, todas las corrientes salafistas pretenden avivar el islam, retornando a la fe original, rechazando todo lo que identifican como ­interpretaciones humanistas posteriores a la revelación del Profeta. Los salafistas condenan por ello el islam más popular al considerarlo fruto de innovaciones y del intelecto humano, lo que a su juicio aleja la fe musulmana del primigenio mensaje de Alá.

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