Omir Bekli, nacido en Xinjiang, de 42 años, se reunió con su familia tras casi ocho meses de detención en Xinjiang, China. (Foto Suministrada)
Los uigures en la región noroccidental china de Xinjiang están siendo torturados, violados y asesinados en campamentos secretos de “reeducación política”, según informaron ex reclusos a La Gran Época.
“Más de un millón” de los prisioneros predominantemente uigures continúan detenidos en lo que fueron, hasta el 9 de octubre, campos de reclusión extrajudiciales en el oeste de China, según cifras mencionadas por la Comisión Ejecutiva del Congreso de Estados Unidos sobre China (CECC) y las Naciones Unidas.
Funcionarios del Partido Comunista Chino (PCCh) alegan que las detenciones masivas entre la población uigur, la mayoría de los cuales practica el Islam, son parte de las medidas para acabar con el terrorismo, el extremismo religioso y el separatismo en el país asiático. El PCCh utiliza la excusa de potenciales “amenazas extremistas” para justificar su estricta vigilancia y la represión de los uigures y otros grupos minoritarios musulmanes en la región de Xinjiang.
Los testimonios de primera mano realizados a La Gran Época revelan intentos de las autoridades chinas de despojar a los detenidos uigures de su cultura e idioma, obligándolos a renunciar a su fe y a prometer lealtad al PCCh y a su líder.
Si los detenidos no cumplen las órdenes, pueden ser sometidos con cinco tipos de tortura como castigo, explicó un uigur y ex recluso en una entrevista desde Estambul, Turquía.
Omir Bekli, nacido en Xinjiang y de 42 años de edad, desde 2006 con nacionalidad y residencia en Kazajistán, fue detenido durante seis meses en marzo del año pasado después de haber sido sacado a la fuerza de la casa de sus padres en Shanshan, a 290 km al este de Urumqi, la capital de Xinjiang, y le cubrieron la cabeza con una bolsa negra antes de ser trasladado.
En ese momento estaba de visita en Urumqi para asistir a una reunión internacional sobre turismo.
Bekli fue detenido durante siete meses en una celda de la policía y luego enviado a un campo de reeducación en Karamay durante 20 días, donde fue torturado, y una de las razones fue su negativa a cantar canciones que elogiaban al PCCh y a su líder Xi Jinping.
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