Los manifestantes, la mayoría jóvenes, comenzaron su marcha en el barrio Kilómetro 5, una sección mayoritariamente musulmana de la capital en el que han ocurrido enfrentamientos con las fuerzas francesas.
Decenas de musulmanes marcharon por las calles de Bangui el martes para exigir el retiro de las tropas francesas, que fueron desplegadas este mes a la República Centroafricana para tratar de apaciguar los conflictos sectarios del país y han sido acusadas de parcialidad.
Los manifestantes, la mayoría jóvenes y del sexo masculino, comenzaron su marcha en el barrio Kilómetro 5, una sección mayoritariamente musulmana de la capital en el que han ocurrido enfrentamientos con las fuerzas francesas.
La marcha señala un cambio de rumbo peligroso para los más de 1.600 soldados franceses que han sido enviados al país, en un principio recibidos con entusiasmo por la población. Pero eso fue antes de que el presidente francés Francois Hollande dijera con franqueza que el mandatario musulmán necesita dejar el poder, y antes de que las fuerzas francesas fueran acusadas de desarmar únicamente a los combatientes islámicos y pasar por alto a las milicias cristianas que se han infiltrado en la ciudad, organizando ataques en mezquitas y barrios como Kilómetro 5.
Los manifestantes que pasaban el martes por las calles desiertas de esta ciudad sostenían letreros que decían: "¡No a Francia!" y "Hollande = Mentiroso". Otras pancartas lucían un dibujo del país dividido en dos partes, con una patria musulmana dibujada en el norte.
La República Centroafricana cayó en el caos tras un golpe de estado de marzo encabezado por un grupo rebelde musulmán, el cual controló la capital e instauró a un presidente islámico, mientras que el líder cristiano se vio obligado a huir con su familia.
El 85% de la población del país es cristiana, y cuando los rebeldes musulmanes comenzaron a atacar pueblos cristianos para robarlos, surgió una división sectaria. Los hurtos derivaron luego en asesinatos y para este mes, al llegar las fuerzas francesas, al menos 500 personas habían sido asesinadas por la violencia entre los grupos, la cual incluyó linchamientos tan numerosos que fue necesario enterrar a las víctimas en fosas comunes.
El coronel Gilles Jaron, vocero del ejército francés, reconoció en París que el aumento de las tensiones es preocupante, pero reafirmó la neutralidad de Francia en el conflicto.
"Estamos actuando igual que al principio: con imparcialidad total", dijo.
Debido también al aumento de la inseguridad en la capital, los líderes religiosos enviaron un comunicado en el que informaron que la misa de gallo no se celebrará a la medianoche del martes sino a las 3:00 p.m.
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