Un grupo de alumnos del centro escolar de Calahorra posa con sus madres.
Dos madres musulmanas explican por qué sus hijos van a colegios concertados
Puede resultar chocante para algunos pero ellas lo pueden justificar. Hasna y Hasania son dos madres musulmanas que eligieron para sus hijos la educación de un colegio concertado católico. Concretamente, sus pequeños van al colegio San Andrés de Calahorra, un centro diocesano que ofrece sus clases en pleno corazón del Casco Antiguo calagurritano.
No sólo es el colegio de sus hijos, también fue el suyo cuando llegaron a Calahorra con nueve años. «Nuestros padres eligieron ese colegio probablemente por cercanía sin saber que era católico pero nosotros después de pasar allí nuestra niñez creímos que era el mejor colegio para nuestros hijos», responden estas dos hermanas, que llevan más de 20 años viviendo en la ciudad. «Un colegio se elige por algo más que si da o no religión», explica Hasna. Ella considera San Andrés como parte importante de su vida en España y a los profesores que dan clase allí, como parte de su familia. «Es el lugar donde hemos pasado los mejores momentos de nuestra vida», reconoce. «Es un centro en el que el niño es lo más importante, todos son iguales vengan de donde vengan y sean de la religión que sean», agrega.
«Aquí son uno más»
La realidad de este colegio es especial: de los doscientos chavales que cada mañana acuden al centro, en torno a la mitad son inmigrantes que profesan la religión islámica. «En otros colegios nuestros hijos serían los diferentes pero aquí son uno más», explica Hasania. Esa es otra de las razones que les hizo elegir este centro concertado. «Es un colegio muy respetuoso con nuestra religión pero también nosotros lo somos con la suya», cuentan. Sus hijos, de hecho, acuden cada año al festival de Navidad en el que se entonan villancicos y participan activamente del acto. «Creemos que es muy importante que los niños entiendan que nuestras dos religiones tienen muchas cosas en común, especialmente los valores más fundamentales como puede ser la devoción por la paz o la ayuda al más necesitado», explica Hasna.
Esta madre es muy concluyente al respecto: «A mí, que se dé o no religión islámica en el colegio de mis hijos no me preocupa demasiado, incluso preferiría que hubiese una clase en la que se les enseñase el idioma porque saben hablarlo pero no escribirlo ni leerlo y para aprender tienen que ir a la mezquita donde las clases las dan voluntarios pero no profesores preparados».
Este jueves, a la salida del centro, estas dos madres repartían a otras las solicitudes para pedir que el centro imparta las clases de Islam pero una cosa tienen muy clara ambas hermanas: «Si el centro definitivamente decide no impartir la clase de religión islámica, no vamos a cambiar a nuestros hijos de colegio porque creemos que es el mejor al que pueden ir».
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