Lorca, 19 noviembre 2017,laverdad.es,PILAR WALSLORCA
Con paso firme desfilaron los Mudéjares de Lurka, uno de los grupos más veteranos de las fiestas. / SONIA M. LARIO / AGM
Un millar de figurantes recrean 775 años de historia de la Lorca medieval desfilando por primera vez por Lope Gisbert. Las fiestas están consideradas «únicas en su género en el Levante» por la incorporación hace algunos años de la cultura hebrea
No se daban las circunstancias más favorables para conseguir un cortejo espectacular, pero el desfile de Moros, Cristianos y Judíos logró anoche cubrir el expediente con nota. Las obras de remodelación integral de la avenida de Juan Carlos I impidieron que el desfile fuera por su lugar habitual, la arteria principal de la ciudad, y tuvo que trasladarse a la calle Lope Gisbert. Estrecheces, falta de iluminación y un itinerario un tanto complicado para animales y carros obligaron a hacer ajustes hasta el mismísimo momento de la partida.
«Ya vendrán tiempos mejores», dijo el presidente de la Federación San Clemente, Luis Torres del Alcázar, quien hizo todo un alarde para lograr que el desfile no desmereciese de los celebrados en años anteriores. Emires, caudillos y reyes 'tomaron' la ciudad recreando 775 años de historia de la Lorca medieval. Un millar de figurantes, una treintena de caballerías, ochenta ocas, seis mulas y tres carrozas configuraron un cortejo en el que no faltó el público, que abarrotaba a uno y otro lado las aceras de la calle Lope Gisbert desde la Glorieta de San Vicente hasta el Óvalo de Santa Paula.
El Gran Desfile Parada de la historia medieval de Lorca recreó todo lo sucedido entre el año 713 y el 1488. Los personajes más importantes cobraron vida anoche para deleite de lorquinos y visitantes. En treinta años las Fiestas de San Clemente han ido incorporando episodios y personajes y han evolucionado con la importante anexión de la cultura hebrea, lo que las confiere «únicas en su género en el Levante español», aclaró Torres del Alcázar. Así, las tres culturas monoteístas que radican en el patriarca Abraham y que convivieron en la Edad Media están representadas en estas celebraciones que se iniciaron mucho después de las que tienen lugar en Valencia, Almería o la Región, como indicó el pregonero de las celebraciones, el alcalde Fulgencio Gil Jódar, pero que han conseguido una configuración que las hace distintas y atractivas a todos.
Los Beréberes de Campillo abrieron el desfile tras un corre fuegos. Su marcado paso es inconfundible. Con ellos, llegó la dominación musulmana y la implantación de la cultura islámica en el año 713. Su Emir, Abd Al Aziz ibn Musá, firmó el Pacto de Tudmir con el Conde Visigodo Teodomiro. Una mujer, María Catalina Parra Arcas, preside a los Muladíes de Lurka que en la última mitad del siglo IX apoyaron la rebelión contra el Emir de Córdoba. Los preceptos del Islam se cumplirían de forma estricta en Lorca con la llegada de los Almohades, en lo que fue el preludio de la llegada cristiana. El caudillo mudéjar Almoniara lidera el grupo de los Mudéjares de Lurka, como guió en 1264 la rebelión musulmana contra Alfonso X que prueba la precaria conquista cristiana. La rebelión precisó la intervención de las tropas aragonesas, así como de la presencia de Jaime I el Conquistador, suegro del rey castellano.
Los Benimerines surgen tras la destrucción del imperio almohade, ya que fueron llamados por los reyezuelos de la Península que se veían hostigados por las fuerzas cristianas. Abu Al Hassán, el Sultán Nebgro, desfiló bajo Medal, sombrilla ceremonial, inspirado en la bóveda del Mirab de la Mezquita de Córdoba. Y cerró el cortejo musulmán los Abencerrajes, cuyos dirigentes destacaron por sus intrigas palaciegas. En la Alhambra una de sus salas recibe el nombre de esta ilustre familia, en la que aún luce la sangre de la ejecución de sus miembros por haber conspirado contra el monarca nazarí.
Cortejo judío
Los judíos, a pesar de incorporarse al desfile en el año 2007, suman tres numerosos grupos. Los de Bene Abendanno convivieron de modo más relajado en la ciudad en 1244 que en otras zonas del norte de la Corona de Castilla. La tribu de Leví, una de las doce que componían el Pueblo Hebreo, fue escogida para las labores de sacerdocio, porque no incurrió en el pecado de la adoración del Becerro de Oro, como se recoge en la Torá. Y tras el grupo de Bene Leví, el de Bene Aventuriel, conocidas familias de médicos de las juderías de Lorca y Murcia, una de las profesiones no vedadas para el Pueblo Judío.
Cerrando, los cristianos, con el Infante don Alfonso, acompañado por su esposa la Infanta de Aragón, doña Violante, que representan el paso de la dominación musulmana al protectorado cristiano en 1244. Una guardia de lanceros escoltan a la Virgen de las Huertas, ya que cuenta la leyenda que don Alfonso en el momento de capitular la ciudad de Lorca, llevaba en el armazón de su caballo una imagen de la Virgen. Esta se convertiría, con el devenir de los tiempos, en Santa María la Real de las Huertas. Con los Caballeros de Xiquena se rememora el dicho: 'Mata al Rey y vete a Lorca'. La conquista del Castillo de Xiquena en 1433 supuso el destino de multitud de reos de los reinos cristianos que se dirigían al castillo lorquino con tal de purgar su sanción. Evitaban de este modo la imposición de la pena impuesta en estos momentos históricos.
Los Caballeros de la Orden Templaria de San Juan protagonizan la concesión del Título de Muy Noble Ciudad el 5 de marzo de 1442 por su denodada defensa de la Frontera castellana frente al reino nazarí de Granada. Con ellos, desfila Juan II de Castilla junto a su esposa Isabel de Portugal. Y cerrando el desfile los Caballeros y Damas de los Reyes Católicos. Fue el 7 de junio de 1488 cuando la ciudad recibió la visita del Rey Fernando El Católico que juró respetar los privilegios, mercedes, libertades, franquezas, usos y buenas costumbres que la ciudad tenía por concesión de los antecesores del monarca. La Reina Isabel cerró el desfile en su carroza.
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