Yakarta,28/07/2013,eldia.com.ar
HACE 15 AÑOS, LOS INDONESIOS RECHAZABAN LA MODA “DEMASIADO” MUSULMANA. HOY, “ESTÁN ORGULLOSOS DE LA MODA ISLÁMICA”, SEGÚN REFERENTES DEL PAÍS
Los productos islámicos son la nueva tendencia en Indonesia -desde joyas y maquillaje hasta alojamiento y aplicaciones para BlackBerry- en respuesta a una occidentalización rampante del país musulmán más poblado del planeta.
“Pienso que Indonesia se ha occidentalizado demasiado. Los indonesios pasan la mayoría de su tiempo paseando por los centros comerciales y se olvidan de rezar”, señala Risti Rahmadi, quien, como numerosas indonesias, hace diez años se entusiasmaba por los relojes Guess y el maquillaje Revlon. Hoy, esta organizadora de eventos de 37 años lleva el pañuelo islámico, usa labial permitido por la religión (halal) y se descargó una aplicación en su BlackBerry que le recuerda las horas de los cinco rezos diarios.
Rahmadi forma parte de la “Comunidad de mujeres con hiyab”, el pañuelo islámico que no deja entrever más que el óvalo de la cara y que era hasta ahora relativamente poco frecuente en Indonesia, archipiélago donde se practica un islam moderado. El club, con unas 3.000 integrantes, pretende promover el consumo de productos islámicos.
Indonesia, cuarto país más poblado del mundo con 240 millones de habitantes, registra desde hace tres años un crecimiento anual superior al 6% anual y los ingresos por habitante se han triplicado desde 2003 para alcanzar aproximadamente los 3.000 dólares, según los últimos datos del Banco Mundial.
La clase media, que representa actualmente unos 65 millones de habitantes, debería alcanzar los 120 millones de aquí a 2020, según un reciente informe del gabinete especializado Boston Consulting Group. A medida que el poder adquisitivo crece, los locales LVMH (Louis Vuitton), Gucci y Chanel se han multiplicado junto a los McDonald’s y Starbucks.
Ahora, que el islam se haya convertido en la moda en Indonesia sorprende a algunos. “Hace 15 años, nadie quería mis joyas porque las consideraban demasiadas musulmanas”, relata Reny Feby, quien vende broches para colocar en el hiyab hasta por 400 euros. “Hoy, los indonesios están orgullosos de la moda islámica”, añade la diseñadora de 42 años, con un hiyab azul eléctrico.
El movimiento coincide con una radicalización del islam local, cada vez más cercano al practicado en Medio Oriente, que provocó un aumento de la intolerancia, como lo probó hace más de un año la anulación de un concierto de Lady Gaga. La llegada de la cantante había provocado la ira de los islamistas, que la tildaron de “satánica”.
El interés por los productos islámicos también ha llegado a la vivienda con, por ejemplo, un complejo residencial construido cerca de una mezquita en las afueras de Yakarta. En su interior está prohibido el consumo de alcohol y de tabaco y sus residentes deben adoptar una vestimenta conforme a la sharia (ley islámica).
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