martes, 23 de julio de 2013

El Ramadán, ejemplo de consumo responsable

Madrid,23/07/2013,elpais.com,Carlos Ballesteros


Cada vez me resulta más interesante profundizar en la conexión que existe entre el consumo y los valores. El consumo, entendido como reflejo de un estilo de vida, incluiría así no sólo la posesión de bienes materiales sino también una forma de entender el mundo, la vida y las relaciones con las personas y el entorno que rodean al individuo consumidor. Las decisiones de consumo parecen basarse cada vez más, además de en conceptos como la relación calidad /precio, o en las características básicas de los productos, en las experiencias y la felicidad espiritual que proporcionan al consumirlos. En este contexto cobra fuerza la relación existente entre el hecho religioso, entendido como una expresión cultural, y el consumo. La religiosidad como manifestación cultural, influye y condiciona el consumo de las personas creyentes que participan de esa cultura y que aceptan y acatan las normas establecidas.

Así, en este contexto, traigo hoy aquí una celebración musulmana que se está desarrollando durante estas semanas de finales del mes julio y principios del de agosto, el Ramadán, porque creo que puede conectarse fácilmente con el tema y el estilo de este blog a la hora de pensar y celebrarlo de manera responsable. Si el consumo responsable es ante todo consciente y liberador, creo que el consumo de los que celebran el  Ramadán es un buen ejemplo de ello.

Como es bien conocido durante el mes del Ramadán el creyente debe abstenerse de comer, beber, fumar y tener relaciones sexuales desde la salida hasta la puesta del sol. Cuando el hilo negro y el hilo blanco no se distinguen (cuando es de noche), la persona que está realizando el Ramadán rompe el ayuno con una comida comunitaria, donde no faltan los dátiles ni la Harira. Y así durante los 28 días del mes lunar que culminarán en una gran fiesta. En España según el Observatorio del pluralismo religioso viven alrededor de un 1% de los 1.200 millones de musulmanes del mundo.

Varios son los aprendizajes de consumo consciente y responsable que podemos extraer de esta fiesta pues el Ramadán no es solo un mes de abstención –que ya de por sí solo sería importante- sino de reflexión y toma de consciencia, de búsqueda de paz. El valor del ayuno como desintoxicante: “Durante un mes el estómago tendrá un descanso y el cuerpo expulsará las toxinas acumuladas. Con el ayuno se aprende controlar los hábitos alimenticios y a mejorar el autocontrol y la disciplina”.  Al ayuno se le une la intención consciente que se pone al hacerlo y la especial atención que uno toma de su generosidad, de su indulgencia: el que ayuna debe además tratar de perdonar y no responder a las agresiones ni provocaciones. Es pues una auténtica experiencia de purificación física y psíquica, que se hace por profundos motivos religiosos presentes por cierto en muchas otras religiones como el cristianismo (Cuaresma) o el budismo. Hoy en día muchas personas con un estilo de vida que podríamos llamar sostenible (en inglés hablan de los LOHAS –Lifestyle of Health and Sustainability)  buscan algo parecido, salvando las diferencias, con ayunos y curas en casas de reposo en entornos naturales privilegiados.

Un segundo aspecto a tener en cuenta durante el Ramadán es que el ayuno y la ruptura del mismo son fundamentalmente realizados en comunidad, en grupo y muy especialmente en las fiestas que durante el mes se van celebrando. Es toda una expresión de júbilo y fiesta, así como un compartir experiencias y dificultades, que se hace necesariamente en y con la comunidad.

Por último, las recomendaciones nutricionales para la ruptura del ayuno son también interesantes desde este punto de vista del consumo consciente y transformador: líquidos en forma de leche o zumos, dátiles, sopa de legumbres con algo de proteínas… un auténtico ejercicio de dieta mediterránea, sin alimentos procesados, en la que tienen cabida conceptos tan responsables como la slow food, la agricultura orgánica, o zerowaste.

Así pues he querido que mi último post en este blog antes del parón veraniego fuera un homenaje y un recuerdo de unas personas que ejercen, desde lo más íntimo y profundo de sus seres un consumo consciente, liberador y en cierto modo transformador. ¡Ramadán mubarak! ¡Feliz Ramadán!

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