Adolescentes de distintas nacionalidades en la entrada de un instituto- SAMUEL SÁNCHEZ
Más del 65% de los hijos de inmigrantes madrileños de entre 12 y 17 años dice que no se siente español. La cifra está extraída de La segunda generación en Madrid, un estudio longitudinal (se harán sucesivos seguimientos con los mismos encuestados), un trabajo elaborado por profesores de las universidades de Comillas, Princeton y Clemson (las dos últimas en EE UU) con encuestas en colegios públicos y concertados de la capital a casi 4.000 adolescentes hijos de extranjeros pero nacidos ya en España (sólo el 13%) o que llegaron muy pequeños al país.
En opinión de uno de los autores, Alejandro Portes, que previamente ya hizo una labor semejante en Estados Unidos, las respuestas obtenidas dibujan un panorama “complejo, pero no del todo negativo”.
No es el único dato que sugiere un cierto desapego de estos chicos. Un 40% de ellos afirma que no tiene interés en quedarse en España y preferiría trasladarse a otra nación del “mundo desarrollado”. Uno de cada cuatro encuestados dice preferir España. Exactamente los mismos a los que les gustaría trasladarse a Estados Unidos o a cualquier otro país desarrollado. “En América estos chicos se sienten norteamericanos, pero en España la diferencia es que saben que vienen con su padre y su madre y éstos les han dicho que desean regresar”, subrayan los autores, que insisten: “En España no se valora el Estado de bienestar, y al otro lado del Atlántico, al costarles todo mucho más, también lo valoran más”.
Conceden que no sienten un “gran rechazo” por los autóctonos de su ciudad de acogida, Madrid. Más de la mitad declararon que nunca se han sentido discriminados, aunque un porcentaje mínimo de un 5% asegura que sí lo ha sentido muchas veces. Sin embargo, una abrumadora mayoría, cerca del 70%, considera que los españoles se sienten superiores. Una opinión que tal vez sea la que condicione la configuración de sus pandillas: menos de la mitad son españoles y la mayoría de su círculo lo conforman niños de su mismo país. El grueso de los estudiantes de colegios públicos (el 85% de la muestra) reconoce que hay “frecuentes peleas entre chicos divididos en bloques de distintas nacionalidades”.
Estas peleas interétnicas no están ausentes en los colegios concertados, a los que pertenecen 500 de los 3.375 alumnos preguntados en la encuesta. Pero, advierten los autores, “son significativamente menores”. En ambos tipos de centros educativos, más de una tercera parte de los alumnos asegura que las frecuentes peleas interfieren con sus estudios (el 41% de los chavales que asisten a los centros públicos y el 34,9% de los que acuden a los concertados).
Pero, por otro lado, tal y como resaltan los investigadores, “es muy positivo que no perciban que hay una barrera infranqueable para progresar por su color de piel o acento o procedencia”. Cuatro de cada cinco hijos de inmigrantes están de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación “las personas de color tienen tantas oportunidades de avanzar en España como los blancos”.
Otra de las autoras, Rosa Aparicio, pone de manifiesto la relevancia que tiene el nivel educativo y de expectativa laboral en el malestar de la población inmigrante europea, por ejemplo, en los disturbios del extrarradio parisiense de 2006. Las cifras del estudio madrileño no son muy buenas. Sólo el 53% de los adolescentes aspira a ir a la Universidad. Su autoestima tampoco parece muy alta: sólo el 32% cree que lo conseguirá realmente. Además, no llega a la mitad quienes aspiran a trabajos de nivel alto (39%). Este dato hay que matizarlo: “Los españoles de esas franjas de edad dicen las mismas cosas”, dicen los autores.
Si siete de cada 10 estudiantes de un centro concertado aspira a ir a la universidad, sólo la mitad de los que van al público tiene la misma ambición. Los autores lo atribuyen a los diferentes niveles educativos de los padres de ambos tipos de colegios.
La encuesta, que lanzó 100 preguntas a los adolescentes, revela que los orígenes de los nuevos españoles son extremadamente variados. Más de 60 diferentes nacionalidades aparecen en la muestra. El país de origen predominante es Ecuador, seguido de Colombia, Rumania, Perú, Marruecos y República Dominicana. Aproximadamente el 70% procede de países latinoamericanos; los ecuatorianos representan la mitad de este total. El predominio de hijos de latinoamericanos explica en gran parte el cuasi – universal conocimiento del castellano. También otorga a esta población un perfil similar al de Estados Unidos, donde los hijos de latinoamericanos son mayoría, y muy distinto del de otros países europeos. “Puede decirse que la Latinoamérica del exterior crece hoy fundamentalmente en Estados Unidos y España”, concluyen los autores.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
Más del 65% de los hijos de inmigrantes madrileños de entre 12 y 17 años dice que no se siente español. La cifra está extraída de La segunda generación en Madrid, un estudio longitudinal (se harán sucesivos seguimientos con los mismos encuestados), un trabajo elaborado por profesores de las universidades de Comillas, Princeton y Clemson (las dos últimas en EE UU) con encuestas en colegios públicos y concertados de la capital a casi 4.000 adolescentes hijos de extranjeros pero nacidos ya en España (sólo el 13%) o que llegaron muy pequeños al país.
En opinión de uno de los autores, Alejandro Portes, que previamente ya hizo una labor semejante en Estados Unidos, las respuestas obtenidas dibujan un panorama “complejo, pero no del todo negativo”.
No es el único dato que sugiere un cierto desapego de estos chicos. Un 40% de ellos afirma que no tiene interés en quedarse en España y preferiría trasladarse a otra nación del “mundo desarrollado”. Uno de cada cuatro encuestados dice preferir España. Exactamente los mismos a los que les gustaría trasladarse a Estados Unidos o a cualquier otro país desarrollado. “En América estos chicos se sienten norteamericanos, pero en España la diferencia es que saben que vienen con su padre y su madre y éstos les han dicho que desean regresar”, subrayan los autores, que insisten: “En España no se valora el Estado de bienestar, y al otro lado del Atlántico, al costarles todo mucho más, también lo valoran más”.
Conceden que no sienten un “gran rechazo” por los autóctonos de su ciudad de acogida, Madrid. Más de la mitad declararon que nunca se han sentido discriminados, aunque un porcentaje mínimo de un 5% asegura que sí lo ha sentido muchas veces. Sin embargo, una abrumadora mayoría, cerca del 70%, considera que los españoles se sienten superiores. Una opinión que tal vez sea la que condicione la configuración de sus pandillas: menos de la mitad son españoles y la mayoría de su círculo lo conforman niños de su mismo país. El grueso de los estudiantes de colegios públicos (el 85% de la muestra) reconoce que hay “frecuentes peleas entre chicos divididos en bloques de distintas nacionalidades”.
Estas peleas interétnicas no están ausentes en los colegios concertados, a los que pertenecen 500 de los 3.375 alumnos preguntados en la encuesta. Pero, advierten los autores, “son significativamente menores”. En ambos tipos de centros educativos, más de una tercera parte de los alumnos asegura que las frecuentes peleas interfieren con sus estudios (el 41% de los chavales que asisten a los centros públicos y el 34,9% de los que acuden a los concertados).
Pero, por otro lado, tal y como resaltan los investigadores, “es muy positivo que no perciban que hay una barrera infranqueable para progresar por su color de piel o acento o procedencia”. Cuatro de cada cinco hijos de inmigrantes están de acuerdo o muy de acuerdo con la afirmación “las personas de color tienen tantas oportunidades de avanzar en España como los blancos”.
Otra de las autoras, Rosa Aparicio, pone de manifiesto la relevancia que tiene el nivel educativo y de expectativa laboral en el malestar de la población inmigrante europea, por ejemplo, en los disturbios del extrarradio parisiense de 2006. Las cifras del estudio madrileño no son muy buenas. Sólo el 53% de los adolescentes aspira a ir a la Universidad. Su autoestima tampoco parece muy alta: sólo el 32% cree que lo conseguirá realmente. Además, no llega a la mitad quienes aspiran a trabajos de nivel alto (39%). Este dato hay que matizarlo: “Los españoles de esas franjas de edad dicen las mismas cosas”, dicen los autores.
Si siete de cada 10 estudiantes de un centro concertado aspira a ir a la universidad, sólo la mitad de los que van al público tiene la misma ambición. Los autores lo atribuyen a los diferentes niveles educativos de los padres de ambos tipos de colegios.
La encuesta, que lanzó 100 preguntas a los adolescentes, revela que los orígenes de los nuevos españoles son extremadamente variados. Más de 60 diferentes nacionalidades aparecen en la muestra. El país de origen predominante es Ecuador, seguido de Colombia, Rumania, Perú, Marruecos y República Dominicana. Aproximadamente el 70% procede de países latinoamericanos; los ecuatorianos representan la mitad de este total. El predominio de hijos de latinoamericanos explica en gran parte el cuasi – universal conocimiento del castellano. También otorga a esta población un perfil similar al de Estados Unidos, donde los hijos de latinoamericanos son mayoría, y muy distinto del de otros países europeos. “Puede decirse que la Latinoamérica del exterior crece hoy fundamentalmente en Estados Unidos y España”, concluyen los autores.
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