Más de un centenar de musulmanes acuden a la pista polideportiva de La Florida para celebrar el fin del Ramadán
Decenas de alfombras ocupaban esta mañana la pista polideportiva de La Florida. Sobre ellas, más de un centenar de musulmanes rezaba a su dios. Los pies descalzos y los zapatos a un lado. Los hombres delante y las mujeres, más atrás, aguardaban más pendientes de lo niños. Muchos de ellos permanecían sentados junto a sus progenitores atentos al rezo, pero la mayoría correteaban por la pista ajenos a la importancia de este gran evento para su cultura. Se trata del Eid al-Fitr, o fiesta de la ruptura del ayuno, tras el Ramadán, donde después de realizar varias oraciones se celebra un desayuno especial.
Los cantos al unísono de decenas de hombres rebotaban con un intenso eco en el techo de la pista y se entremezclaban con las risas y los gritos de los más pequeños. A medida que las oraciones avanzaban, cada vez más familias aparecían en la pista cargados con sus túnicas, alfombras y comida. «Hemos tenido que venir a celebrarlo a esta pista porque la mezquita se nos queda pequeña», explica Farid Aitidir, coordinador de la Comunidad Islámica del Principado de Asturias. En Asturias la comunidad ronda las 8.000 personas, en Oviedo, son aproximadamente 2.500. Tras las oraciones y el sermón ofrecido por un imán invitado procedente de Egipto, llegó la hora de comer. Todos los asistentes se acercan con gran alegría a las mesas rebosantes de dulces caseros y bebidas de todo tipo. Pastas y bizcochos de todas las formas, tamaños y sabores que las mujeres elaboraron con mimo y cuidado para los asistentes. «Todos nos ponemos de acuerdo para que no falte de nada y cada familia elige lo que quiere traer», explica Aitidir.
De beber café, té verde con hierbabuena, agua, zumo de frutas y refrescos. El día de hoy es una fiesta para toda la comunidad musulmana y está lleno de celebraciones y compromisos. «Al finalizar el desayuno visitamos las casas de nuestras familiares y los invitamos a una comida o a una cena», explica Mamoun Barakat, secretario de la Comunidad Islámica. Barakat vino a Oviedo hace 40 años para estudiar medicina y actualmente ejerce como médico. Otros, como Marian Mostafa, de 14 años, llevan poco tiempo en Asturias. Tras dos años viviendo en la capital la joven habla perfectamente español y se siente totalmente integrada. «Vivo aquí con mi madre y mis hermanos, pero en este día tan especial falta mi padre, que se encuentra trabajando en Estados Unidos y no puede venir», explica.
Se acuerdan de los que no han podido venir y de los que ya no están. Hoy también visitarán a sus familiares fallecidos, cuyos restos reposan en una pequeña parcela cedida por el cementerio de San Salvador. Todos ellos seguirán paso a paso sus costumbres, aunque la arquitectura del cementerio se lo impida: las tumbas de los allí enterrados no están orientadas a La Meca, tal y como indica la religión.
Es por eso que desde hace unos meses piden al Principado una solución, así como la construcción de una nueva mezquita. La de Oviedo, situada en un bajo del barrio de La Florida no tiene la capacidad suficiente para cogerlos a todos, a pesar de ser la más grande de Asturias. En la región hay otras siete mezquitas más situadas en Gijón, Avilés, Lugones, Ciaño, Cangas del Narcea, Pravia y Mieres.
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