Barcelona, 24/10/2014, eldiario.es, Tomeu Ferrer
Mesa redonda previa a la constitución de la cooperativa islámica de servicios financieros, coophalal
Se trata de la primera cooperativa de crédito basada en los principios y ética islámicos y operará inicialmente en Catalunya.
La norma islámica prohíbe el interés y las operaciones con productos como el alcohol o el juego
En la economía islámica que deja el dinero comparte los riesgos con el emprendedor
La primera cooperativa catalana, española y mundial de servicios financieros islámicos, Coophalal, se fundó el pasado jueves 24 de octubre en Barcelona. Se hizo después de una jornada donde técnicos y expertos en este tipo de organización se explicaron los principios económicos y éticos que la regulan. Al acabar se hicieron las aportaciones, se realizó la primera asamblea de socios y se escogió el consejo rector.
Najia Lofti, economista y presidenta del Centro de Estudios e Investigación en Economía y Finanzas Islámicas (CEIEFI), con sede en Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), definía la nueva cooperativa: "se trata de una plataforma que une a inversores y emprendedores que quieren que su actividad económica siga los principios de la economía y las finanzas islámicas". Por lo tanto, dijo, "está abierta a empresas y a particulares, sean o no de religión islámica".
El islam, además de una religión es, para sus seguidores, un código de conducta en casi todos los campos de la vida. En economía hay un principio diferencial respecto a otras concepciones. Se condena el interés, lo llaman usura, (lo que también se hace en el catolicismo y la religión judía) y se condena también usar la moneda como mercancía. Pero, esto no quiere decir que se rechace ni el negocio ni el beneficio.
Otro punto diferencial de la economía islámica es que no se financian actividades donde estén involucrados el alcohol ni el juego, ambos elementos prohibidos por la religión. La actividad de las entidades bancarias islámicas en el mundo representa el 150% del PIB español y se prevé que cada cinco años se duplique. En este crecimiento tienen un papel clave algunos países como Malasia, que es la segunda potencia económica del mundo islámico, sólo superada por Irán. El instrumento financiero mayoritario que usa el gobierno del país asiático son los buenos sukuk, hechos de acuerdo con la ética de su religión.
Economia no especulativa
La economía islámica no entiende que se puedan hacer transacciones sin que haya elementos tangibles a cambio del dinero. Quedan, pues, fuera de su visión todos los derivados financieros y productos híbridos que han sido causantes de la última crisis económica occidental, lo que ha supuesto que los bancos islámicos sólo han quedado afectados en la medida en que el economía real quedaba tocada. Otro elemento clave de las finanzas islámicas es que los inversores y los que reciben los préstamos comparten los riesgos.
Najia Lofti en respuesta a una pregunta del público, concretaba la práctica de la banca islámica. “Si una persona pidiera un crédito a la nueva cooperativa para comprar un taxi, –dijo– se analizaría la operación desde los puntos de vista técnico e islámico. Con el visto bueno de los dos comités mencionados, se facilitaría el dinero al solicitante”. Y aquí viene la diferencia, porque no se pueden cobrar intereses.
La forma de resarcirse del préstamo sería que, a través de un técnico bancario y habiéndose fijado el plazo de retorno, primero se determinarían los costes: salario, combustible, impuestos, todo. Y eso se lo quedaría el receptor del crédito. Si en este punto hay excedente, la mitad pasaría al emprendedor y de la mitad restante se harían dos partes, una para retorno del crédito y otra que iría directamente a los otros socios que habían aportado dinero para financiar la operación, en la proporción que lo hubieran hecho. Y así durante los años en que se hubiera fijado el retorno.
La nueva cooperativa puede operar, de acuerdo con lo que dice la ley, con terceros no socios. Hay socios de tres tipos. De servicio, que pueden aportar fondos para invertir y también acceder a financiación, que tienen una cuota de 500 euros para ingresar.
También hay socios colaboradores, que aportan capital a la cooperativa para invertirlo en proyectos halal, de acuerdo con la norma islámica. De entrada tienen que pagar 300 euros y después pueden hacer las aportaciones voluntarias que quieran, y a cambio reciben los beneficios que cada año resulten de la actuación de la cooperativa.
El tercer tipo de socios son los de trabajo, que hacen la aportación obligatoria de 500 euros y también trabajan para la entidad y por tanto, pueden acceder a las ganancias a final del ejercicio.
La nueva cooperativa de crédito podrá tener secciones fuera de Catalunya, según sus estatutos. Los asistentes a la presentación escucharon una experiencia de éxito, a través del coordinador de la cooperativa Coop 57, Ramon Pascual. También se expusieron otros mecanismos como las aseguradoras islámicas o los institutos destinados a formar y certificar en el cumplimiento de las normas de la sharia'a, o ley islámica.
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