viernes, 24 de octubre de 2014

Don Felipe: "La sociedad necesita referencias morales a las que admirar y respetar"

Oviedo,24/10/2014, agencias 


En su discurso de entrega de las premios del Príncipe de Asturias, destaco lo siguiente 

Principios éticos y valores cívicos

Señoras y señores,

Aquel 24 de Septiembre de 1980 ─y en una época bien difícil─ nació en Asturias una esperanza. Esa esperanza sigue viva, porque nuestros Premios son hoy una realidad admirada y respetada en todo el mundo. Y hoy, más que nunca, los seguimos necesitando como estímulo e inspiración en estos tiempos cruciales, tiempos intensos y de renovación. Pues la sociedad necesita referencias morales a las que admirar y respetar; principios éticos que reconocer y observar; necesita valores cívicos que preservar y fomentar.

Y esa conciencia social, es con la que debemos fortalecer nuestra vida en común. Es con ese necesario impulso moral colectivo con el que se puede y se debe hacer de España una nación ilusionada, llena de vida y de pensamiento; llena de ideas que merezcan la confianza de los ciudadanos; de proyectos que atraigan la mente y la voluntad de todos y conquisten sus corazones.

A partir de esas convicciones alejaremos el pesimismo, la desconfianza y el desencanto de muchos ciudadanos que demuestran, admirablemente, una capacidad de esfuerzo y de sacrificio digna de todo respeto.

Queremos también una España alejada de la división y de la discordia. Por eso, ante las Cortes Generales el pasado 19 de junio, señalé el deber y la necesidad de garantizar y ─al mismo tiempo─ de revitalizar nuestra democracia.

«Todos, ciudadanos e instituciones, estamos sometidos por igual al mandato de la Ley»
Nuestra convivencia ─desde hace ya más de 35 años─ no es fruto de la improvisación, sino de la voluntad decidida del pueblo español de constituir España en un Estado social y Democrático de Derecho, inspirado en los principios de libertad e igualdad, de justicia y pluralismo; y en el que todos, ciudadanos e instituciones, estamos sometidos, por igual, al mandato de la Ley.

Respetar y observar ese marco constitucional y democrático es la garantía de nuestra convivencia en libertad. Es la garantía necesaria para que todos los españoles puedan ejercer sus derechos, para que las instituciones y los ciudadanos cumplan con sus deberes y asuman sus responsabilidades, y para que funcione ordenadamente nuestra vida colectiva.

Pero debemos también cuidar y favorecer nuestra vida en común.

Miremos a nuestra historia con serenidad, objetividad y sabiduría. Reconozcamos sus luces y sus sombras, y aprendamos de todas ellas para no cometer ─para no repetir─ los errores del pasado. Porque el caudal de progreso que hemos conseguido con el empuje de todos, especialmente en las últimas décadas, jamás lo había alcanzado España en tantos ámbitos. Sintámonos pues orgullosos de lo mucho y bueno que juntos hemos conseguido.

Pero no sólo compartimos historia. Compartimos intereses y valores comunes; tenemos una misma voluntad de pertenecer a Europa, de ser Europa. Y sobre todo, compartimos sentimientos. Los españoles ya no somos rivales los unos de los otros. Somos protagonistas de un mismo camino. Y estoy convencido de que la comprensión, la consideración, el afecto y el respeto mutuos son sentimientos arraigados en el corazón de los españoles y compartidos de norte a sur y de este a oeste de nuestro territorio. Y todos esos sentimientos, ni los debemos olvidar nunca, ni mucho menos perder. Al contrario, los tenemos que preservar y alimentar.

Valoremos también lo que estamos haciendo -con un enorme sacrificio y esfuerzo por parte de muchos españoles- para superar todos juntos una de las crisis económicas más profundas de nuestra historia reciente.

Y seamos conscientes de que, como cualquier sociedad avanzada, debemos afrontar nuestro futuro con la fortaleza que nos exige un mundo distinto al que hemos conocido; un mundo que camina hacia una mayor integración y no al contrario. Es un futuro complejo, claro que sí; pero lleno de nuevas oportunidades. Ese es uno de los grandes retos que tenemos como país. Trabajemos pues ─como también señalé el pasado 19 de junio─, cada uno con su propia personalidad, en un proyecto integrador, sentido y compartido por todos, y que mire siempre hacia adelante.

Sigamos, en fin, el viejo consejo de Unamuno. «Haced riqueza, haced patria, haced arte, haced ciencia, haced ética». Palabras sabias que deben resonar con esa fuerza con la que han resistido, sin envejecer, el paso del tiempo.

Señoras y Señores,

Nuestros premiados son el mayor patrimonio de nuestra fundación. Son personas e instituciones convencidas de que con valentía, con honradez y con generosidad, se pueden alcanzar las metas más difíciles. Son, en fin, personas e instituciones que viven entregadas a los demás, a todos nosotros. Hoy les reconocemos sus méritos y el valor de sus obras.

Pues, como afirmaba nuestro querido Vicente Ferrer, hacer el bien sirve para llenar una vida. Hacer el bien a los demás, señoras y señores, sirve para darle sentido a una vida.

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