La reunión más concurrida en la mezquita es la de los viernes, a la 1:00 de la tarde.Foto: J.M.Vargas/EL TIEMPO
El nuevo punto de encuentro de la comunidad musulmana en la ciudad es un escenario de peregrinación.
Pese a que aún no está terminada, la mezquita Abou Bakr Alsiddiq, en la carrera 30 con calle 80, en el norte de la ciudad, ya recibe la visita de la comunidad musulmana en Bogotá, que llega a unas 1.000 personas, aproximadamente.
La reunión más concurrida se cumple los viernes, a la 1:00 de la tarde. Minutos antes, un hombre, denominado almuecím, pregona a todo pulmón y con voz metálica que “Dios es grande”, como fórmula para llamar la atención e invitar a la oración a los creyentes.
“Si los judíos lo hacen con un cuerno y en la iglesias católicas con campanas, nosotros, en cambio, utilizamos un llamado a viva voz. En Oriente sí se hace con parlantes”, explica Nelson Ordónez, abogado que completa ocho años en la Comunidad Benéfica Islámica de Colombia, que administra el templo y que durante más de 40 años se hizo cargo de una casa en el centro donde se realizaban las actividades.
Ahmed Tayel, con 21 años de residencia en Bogotá, hace su arribo al minbar, o púlpito, para dar inicio a la reunión. Enfrente de él, y mirando a oriente, exactamente a la Meca –ciudad de Arabia Saudita donde nació Mahoma–, 60 musulmanes, entre ciudadanos de Pakistán, Indonesia y Colombia, se ven postrados en el suelo. Así permanecerán durante 20 minutos.
El comienzo del sermón es en árabe, pero luego Tayel habla en un español fluido. Esta vez, asegura que el Corán, libro sagrado de los musulmanes, “dice que no hay más deidad que Alá”. Está vestido con una chaqueta negra de cuadritos, y su función en la ceremonia religiosa tiene el nombre de imán, aquel que habla a los presentes sobre diversos temas del islam. En la segunda parte, los hombres se ponen de pie, se forman en dos filas y se arrodillan para alabar a Alá.
Dictarán cursos de árabe
Este es, sin duda, el momento más especial del acto, pues recuerda la escena de miles de personas postradas en las mezquitas de Indonesia, uno de los países que, a pesar de estar en Asia, concentran a la mayoría de musulmanes del mundo.
Terminada la oración, y antes de calzarse unos mocasines negros, el comerciante de ropa oriental Ahmad Burney explica que la mezquita no solo servirá para el encuentro del pueblo musulmán, sino que también se dictarán cursos de árabe.
El templo tiene 900 m2 de área construida, tres niveles y un parqueadero con 14 cupos. Puede albergar a más de 500 personas.
“A los vecinos tuvimos que contarles lo que estábamos haciendo. Que la obra iba a ser el punto de reunión de la comunidad. Que iba a estar abierta a todos”, cuenta Ordóñez, quien además precisa que los hombres oran aparte de las mujeres, “como símbolo de respeto”.
Sobre la construcción de la mezquita, que guarda el estilo original de las que existen en Yakarta (Indonesia), Ordóñez aclara que es una realidad gracias a los ahorros y aportes de los miembros de la comunidad. No habló de un monto, sino de la solidaridad de los creyentes, y agregó que su ubicación, la esquina de la carrera 30 con calle 80, no tiene ningún significado especial. “Aquí nos vendieron el lote, y empezamos a levantarla”.
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