Rabat, 16/03/2020,(EFE),Javier Otazu
En un solo día, el gobierno de Marruecos anunció el cierre de los dos lugares más simbólicos de socialización en el país: las mezquitas y los cafés, además de restaurantes, gimnasios, hamams (baños públicos) y clubes deportivos, que permanecerán clausurados hasta nueva orden.
El cierre de las 51.000 mezquitas del país ha sido el aldabonazo final que ha hecho que muchos marroquíes adquieran conciencia de la gravedad de la situación, pues aunque el país tiene solo 29 casos detectados de coronavirus, nadie duda de que esta cifra irá en ascenso y pondrá en jaque al endeble sistema sanitario (32.500 camas de hospital en total).
En las épocas de guerras, grandes sequías y otras epidemias, las mezquitas eran precisamente el último refugio para los marroquíes: en cada barrio, en cada aldea, la mezquita ha servido para reunir a la comunidad en las grandes desgracias en busca de la protección divina.
Por esa razón, las autoridades han tardado en decretar el cierre de los templos y han esperado a anunciar primero otros cierres igualmente simbólicos, como las escuelas de todos los niveles, el espacio aéreo con todos los países y todos los lugares de ocio, incluidos los omnipresentes cafés.
Y también por esa razón, el cierre de las mezquitas -a diario y en el rezo colectivo del viernes- ha revestido un cuidado especial en las formas: ha sido el rey Mohamed VI, en su calidad de Emir al Muminín (príncipe de los creyentes, máxima autoridad religiosa) el que ha pedido una fetua o edicto 'ad hoc' de la Comisión de Ulemas para que establezca si la medida puede aplicarse según criterios religiosos.
Y la comisión respondió al monarca que la 'Sharia' (ley islámica) propugna 'la necesidad de proteger el cuerpo y hacer prevalecer el interés sobre el daño' y que 'entre las condiciones de la oración, especialmente en la mezquita, figura la quietud, y el daño de esta epidemia anula esta condición'.
Por ello, decretó el cierre temporal de todas las mezquitas en todas las horas de rezo (cinco al día) y particularmente en la del viernes, la más multitudinaria, aunque el almuédano seguirá llamando a la oración desde la torre para que los creyentes recen en la quietud de su casa.
Las mezquitas cerradas a cal y canto suponen un antes y un después en la memoria de los marroquíes, y por ello la decisión ha venido del propio rey y ha estado avalada por los ulemas; también por eso nadie la ha criticado, a excepción de un clérigo radical de Marrakech llamado Abu Naim, que, en u mensaje en Facebook, ha pronosticado mayores epidemias si se cierran las mezquitas.
Entre los países musulmanes, y hasta el día de hoy, solo Irán (segundo país del mundo con más contagios de coronavirus) y Túnez se han atrevido a cerrar los templos sin matices, antes de hacerlo Marruecos.
Otros países se han limitado a dar recomendaciones como la no asistencia de enfermos o guardar distancia entre los fieles, algo difícil cuando la cercanía física es una de las características del rezo en la mezquita (se cree que si los fieles aprietan sus filas, no habrá sitio para Satán).
El otro lugar simbólico que permanecerá cerrado a partir de hoy es el café: según las cifras del Alto Comisariado del Plan (organismo estadístico), esto afectará a 133.200 locales de ocio, tanto cafeterías como restaurantes, en todo el país.
Si para los hombres el cierre de los cafés es dramático (por ser el lugar de encuentro masculino por excelencia), para las mujeres lo es el hamam: también estos baños públicos estarán desde hoy cerrados y hasta nueva orden.
Los marroquíes , un pueblo callejero como todos los mediterráneos, solo tienen ahora el zoco abierto para poder echarse a la calle y encontrarse unos con otros. Hasta que pase el temporal. EFE
1 comentario:
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