Campamento Rohingya / Imagen: Twitter
Myanmar, antes Birmania, está habitada por 135 etnias según su gobierno. El grupo mayoritario son los birmanos, casi el setenta por ciento de la población. El resto está repartido entre diferentes etnias. Otra de ellas, no reconocida, son los rohingyas, hoy un millón de personas dentro del país. El Estado no los asume y los identifica como bengalíes.
Los rohingyas construyen una narrativa que les lleva ya musulmanes a tierras birmanas en el siglo VIII. En realidad, su afluencia masiva se origina en los inmigrantes musulmanes bengalíes que el imperio británico dirigió a Birmania, instalándose en su occidente: Arakan, hoy el estado de Rajine, un territorio mayor que Cataluña y menor que Extremadura. Allí iniciaron la yihad contra los nativos budistas. Las armas que distribuían los ingleses para combatir a los nipones durante la Segunda Guerra Mundial, los musulmanes las usaron para arrasar las aldeas infieles de la región. En marzo de 1942, masacran a unos 20.000 budistas. Las relaciones con sus vecinos rajine de la región de Arakan no son buenas.
La secesión
Algunos yihadistas locales activaron el partido Muyahidín en 1947. Aprovechando la fragilidad durante la independencia de Birmania, en enero de 1948, los islamistas pidieron al fundador de Paquistán, Muhammad Ali Jinnah, que se anexionase la región birmana donde habitaban. Era el momento, Birmania era un recién nacido. Para ello fundaron la Liga Musulmana del norte de Arakan, sin éxito. Jinnah no quiso abrir otro frente. Habían fracasado. Pero los budistas vieron cómo intentaban escindir de su país un territorio en que también vivían ellos. El término rohingya comienza a identificarles a partir de los años cincuenta del siglo pasado, apátridas rechazados por Birmania, por extranjeros, y Bangladesh, por pobres.
La dictadura
En 1962, el general Ne Win, un veterano de la guerra contra los japoneses, da un golpe de Estado en Birmania. Lanza varias operaciones militares contra los variados insurrectos; la operación Rey Dragón fue la mayor contra los rohingyas, en 1978, forzando a doscientos mil a “regresar” a la vecina Bangladesh mientras otros emigraron a Karachi. Algunos muyahidines rohingyas siguieron activos en zonas agrestes de Arakan cuando se afianzaba el poder del Partido del Programa Socialista de Birmania y de su líder, Ne Win.
Ese año, ACNUR desplegó 13 campamentos de refugiados. Dos años después había conseguido devolver a casi doscientos mil rohingyas a sus tierras. Pero no hubo cambios favorables. En 1982 los rohingya pasaron a ser considerados inmigrantes por la Ley de Nacionalidad, no eran ciudadanos de Myanmar y por tanto quedaban sin sanidad, educación, etc. Anotar que el papel de la escuela lo cubre la madrasa.
La democracia
Más conflictos para el gobierno. En el año 2011 se reanudan los combates con el Ejército por la Independencia de Kachin, creado en los años sesenta cuando los naturales de allí perdieron los privilegios que tenían en las fuerzas armadas tras el golpe de Estado. Fueron independientes en la práctica desde los años 60 hasta principios de los noventa del siglo pasado. Junto a los de Kachin, combate al gobierno Tun Myat Naing y su Ejército de Arakan, de carácter separatista y multiétnico. En 2011, la ofensiva de las tropas birmanas contra el Ejército Kachin para la Independencia provocó miles de desplazados y muertos. El Conflicto en Kachin acaparó la atención de Birmania en 2012.
Entre las buenas noticias está que más de dos docenas de grupos étnicos han firmado la paz con el gobierno.
De los grupos budistas destaca por su extensión y radicalidad el Movimiento 969, del monje Ashin Wirathu, que exige la prohibición de los matrimonios con musulmanes porque obligan a sus mujeres a abrazar el islam. También publicita el boicot a los comercios sarracenos. En la primavera de 2012, el movimiento 969, pasa a la dialéctica de las pistolas cuando tres rohingya violan y asesinan a una joven budista. Mueren acuchillados diez líderes islámicos. No hubo detenciones. Los enfrentamientos resultaron en más de trescientas muertes.
La resistencia
Pero los musulmanes afincados en el estado de Rajine, antes Arakan, han pasado de ser el uno por ciento a comienzos del siglo XIX, a la mitad de los habitantes del estado, en el 2014. Como dijimos, poco más de un millón de rohingyas dentro del país. Ya no son una ínfima minoría pero habitan el estado más pobre de Myanmar junto con los rajine o rakaines, sus vecinos budistas, que han ido disminuyendo su porcentaje de población con las razias.
Algunos rohingyas forman grupos armados, como el Ejército de Salvación Rohingya de Arakan (ARSA), donde se integró Harakah al-Yaqin (Movimiento de la Fe), compuesto por unos mil quinientos hombres. Sus ataques a puestos fronterizos generan una dinámica de respuesta a las expediciones de odio de militares y budistas radicales. El otoño pasado combatieron en la frontera de Myanmar con Bangladesh, dejando medio centenar de muertos uniformados. Antes de acabar el año pasado, la mecánica de acción y represión añadió 134 muertos.
Este 25 de agosto de 2017, este verano, un centenar y medio de milicianos del ARSA atacaron a la vez, con armas blancas y explosivos rudimentarios, treinta comisarías de policía y un cuartel de Infantería, dejando 71 muertos, en su mayoría insurgentes. Dos días después, militantes del ARSA asesinaron a seis hindúes: dos hombres, una mujer y tres niños muertos.
Myanmar contestó a los asaltos del 25 de agosto de forma implacable. Terminó el mes desarrollando operaciones de limpieza en 471 aldeas rohingyas, ejecutadas por el ejército birmano que informó de 210 aldeas abandonadas. La represión ha enviado a cuatrocientos mil rohingyas a Bangladesh. La brutal respuesta a los ataques del pasado mes de agosto del Ejército de Salvación Rohingya de Arakan hizo que éste anunciara un alto el fuego para que la ONU evaluara la crisis humanitaria en Rajine.
El Gobierno
Myanmar está dirigida por Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz en 1991. El país lo preside su amigo Htin Kyaw. Controlan los Ministerios de Educación, Exteriores, Energía y la Presidencia desde la victoria absoluta de su Liga Nacional por la Democracia en las elecciones de 2015. Los militares birmanos, el Tatmadaw, miran desde el fondo del cuadro de gobierno con la mano en el Kalashnikov. Controlan los tres ministerios armados, una cuarta parte de los diputados y el derecho a veto constitucional. Min Aung Hlain, jefe de Estado Mayor, y Twan Mrat Naing, comandante en jefe del Ejército, dirigen la campaña que ha destruido centenares de aldeas. Suu Kyi hubo de ganar dos elecciones para que el Tatmadaw reconociera su derecho a formar gobierno, pero no a presidir el país formalmente.
El 19 de septiembre de 2017 Aung San Suu Kyi, conocida como “la Dama”, habló sobre los musulmanes en Rajine: “El 50% de las poblaciones musulmanas en Rajine están intactas”, la mayoría de los componentes de dicha minoría continúan en Myanmar por voluntad propia.
La represión
El Gobierno de Myanmar recluyó a miles de rohingyas en Sittwe, la capital de Rajine, donde, en 2014, las oficinas de las ONG fueron arrasadas por muchedumbres. Les presionaban para firmar un documento en el que aceptan ser bengalíes. Tampoco les reconoce Bangladesh, el octavo país más poblado del mundo no puede asimilar a tantos pobres, aunque ya ha recibido a cientos de miles desde el 9 de octubre de 2016, a los que mantiene confinados. Naciones Unidas estima que necesita unos 63 millones de euros para asistir a los rohingyas refugiados.
En Myanmar los rohingyas ven menguar sus libertades. Una ley les prohíbe tener más de dos hijos, con lo que aumentan las ilegalidades de esta prolífica etnia. Para salir de su región, Rajine, necesitan un permiso específico. Cuando el hambre y las bárbaras matanzas de budistas y militares les acosan, los rohingya emigran a los países de su entorno: Tailandia los rechaza por cuestiones religiosas mientras Indonesia y Malasia los recogen en el mar.
En otro orden de cosas, Maynmar compra la mayor parte de sus armas a Israel desde 2015, por el acuerdo alcanzado durante la visita del general Min Aung Hlaing, jefe de Estado Mayor de Myanmar, a los territorios palestinos ocupados.
Reacciones
Un Informe de las Naciones Unidas hace acusaciones muy graves a las fuerzas armadas de Myanmar: “Numerosos testimonios compilados entre personas de diferentes aldeas…. confirman que los soldados incendiaron deliberadamente varias casas con las familias en el interior, y que en otros casos empujaron a los rohingya dentro cuando sus hogares ya estaban en llamas” (…) “Se reunieron testimonios de casos en los que el ejército o grupos de vecinos encerraron en la casa a todos los miembros de una familia, incluso a los ancianos y los discapacitados, y prendieron fuego, matándolos a todos”.
Los musulmanes se manifiestan por sus hermanos en distintas ciudades.
El Papa Francisco se lamenta por ellos: “Llegan noticias tristes sobre la persecución de la minoría religiosa, nuestros hermanos rohingya. Quiero expresarles toda mi cercanía. Pidamos todos al Señor que los salve y que suscite hombres y mujeres de buena voluntad que los ayuden y les otorguen plenos derechos” en clara referencia a la premio Nobel Aung San Suu Kyi. El secretario general de la Organización de Naciones Unidas, António Guterres, dijo: "Urjo a todos los países a que hagan lo que puedan" y reclama, de nuevo, que los musulmanes del estado de Rajine "reciban la ciudadanía o, al menos, tengan algún tipo de estatus legal".
La secretaria de Prensa de Donald Trump, Sarah Huckabee Sanders, declaró: “El desplazamiento masivo y la victimización de la gente, incluyendo a un gran número de la etnia rohingya y otras minorías, muestra que las fuerzas de seguridad birmanas no están protegiendo a los civiles”.
“Como líder de la Ummah islámica”, Arabia Saudí pidió en Naciones Unidas una resolución condenando las atrocidades cometidas contra los musulmanes rohingya en Myanmar”.
La Media Luna Roja de Irán envió 160 toneladas de ayuda humanitaria a Bangladés para los desplazados rohingyas. El presidente iraní Rohani advirtió que “la opresión, el genocidio y el desplazamiento de personas siempre facilitan el terreno para la extensión del terrorismo y el extremismo y sería posible que los terroristas quieran explotar la crisis”. Una autoridad religiosa, el ayatollah Seyed Ahmad Jatami, acusa: “Sin duda el régimen sionista está detrás de estos crímenes. Las mismas armas que están matando a los palestinos en Gaza, están masacrando a los musulmanes en Myanmar”, durante la oración del viernes en Teherán.
Predicción
El problema está servido y no es casual ni ajeno. La amenaza es que pase de ser un atroz conflicto de etnias en una democracia tutelada de Asia, a una guerra abierta entre musulmanes y budistas, desplazando el vórtice del conflicto religioso hacia Oriente.
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