La línea que une el islam político del islam religioso es demasiado corta
Los reiterados mensajes sobre la necesaria distinción de planos en lo referido a la relación del islam y el terrorismo parece que, por lo que vemos en las redes sociales, no calan. Cuando se hace más evidente que no controlamos nuestro destino, es difícil separar el grano de la auténtica creencia de la paja ideológica que agudiza las perversiones sobre la identidad religiosa. Una dificultad que se acrecienta en medio de la miopía producida por el colapso de la Europa moderna que asiste atónita al ascenso de una Europa musulmana. No estaría de más recordar ahora algunas provocadoras intuiciones de Éric Zemmour y su libro «Le suicide français».
Una mirada a la historia del cristianismo nos ha enseñado a diferenciar el cristianismo radical, y sus prácticas deformadas, del cristianismo en sí. Convendría ahora distinguir entre el islam como revelación de paz del islam radical, teniendo en cuenta que hay factores en el islam, también sociales y culturales actuales, que hacen más complejo ese ejercicio. La línea que une el islam político del islam religioso es demasiado corta. ¿Cuál es la contribución de las Comunidades Islámicas españolas a este proceso de distinción?
Comencemos por los datos del islam en España. El número estimado de fieles que pertenecen a la confesión islámica en España es de 1.919.141 musulmanes según el Observatorio Andalusí de la UCIDE. En el Registro de Entidades Religiosas del Ministerio de Justicia figuran inscritas 1.579 entidades islámicas, con una cifra estimada de 1.323 mezquitas. Para una práctica adecuada de esa religión es clave la enseñanza.
En relación con la educación religiosa islámica, hay 55 profesores de islam en los colegios públicos españoles en Andalucía, Aragón, Canarias, Castilla y León, Madrid, País Vasco, Ceuta y Melilla. Hay que destacar, una vez más, el trabajo ímprobo de integración que el actual presidente de la Comisión Islámica de España, Riay Tatary Bakry está haciendo al respecto. El comunicado de condena del atentado de Barcelona, por parte de esta Comisión, es una buena muestra de la colaboración de esta Comisión con el Estado de Derecho y con sus cuerpos y fuerzas de seguridad.
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