Seis meses después de que estallasen los enfrentamientos entre budistas y musulmanes en la región birmana de Rakhine, 115.000 personas siguen alejadas de sus hogares y, pese a la ayuda humanitaria, viven en condiciones muy difíciles y afrontan grandes necesidades, recordó hoy el ACNUR.
"Unos 115.000 desplazados siguen viviendo en condiciones difíciles, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ha distribuido ayuda a dos tercios de las comunidades afectadas, pero las necesidades continúan siendo masivas", explicó el portavoz de este organismo, Adrian Edwards.
Las personas desplazadas no pueden volver a sus hogares porque estos quedaron destrozados por la oleada de violencia entre junio y octubre pasados y porque en la región persisten las tensiones entre las dos comunidades. Durante los episodios de violencia entre las comunidades musulmana y budista en Rakhine (oeste de Birmania), 167 personas murieron y otras 223 resultaron heridas.
También fueron destruidas 10.100 casas y más de 100.000 personas se convirtieron en desplazadas, en su mayoría de la etnia rohingya, a causa de los disturbios que empezaron tras la violación y asesinato de una mujer budista presuntamente por musulmanes a finales de mayo.
En Rakhine viven unos 800.000 musulmanes de la etnia rohingya, a los que Birmania niega la ciudadanía porque los considera bengalíes, mientras que el Gobierno de Bangladesh tampoco los reconoce.
"Estamos trabajando con las autoridades birmanas para conseguir retornos voluntarios en los casos en los que las condiciones son adecuadas en la zona. Además, continuamos defendiendo la concesión de la ciudadanía como una solución para aquellos que están desplazados y sin nacionalidad", indicó Edwards.
Por su parte, el portavoz de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), Jens Laerke, alertó de que el nivel de asistencia varía entre los diferentes campos de desplazados y manifestó su preocupación por la situación de miles de personas que residen en campos superpoblados y ven restringidos sus movimientos.
Señaló que tras la visita a Rakhine de la secretaria general adjunta de la ONU para asuntos humanitarios, Valeria Amos, esta manifestó su preocupación por las amenazas a las que se ven sometidos los trabajadores humanitarios en la zona.
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