La comida blanda provocó la difusión de las consonantes labiodentales.
La transición a la agricultura, evento crucial del neolítico, deformó las mandíbulas de los humanos y condujo a la transformación del sistema de sonidos orales, argumenta un equipo internacional de científicos en artículo publicado en la revista Science este 14 de marzo.
La idea, planteada por el lingüista y antropólogo estadounidense Charles Hockett y probada mediante simulación digital y análisis estadístico de unas 2.400 hablas, indica que las mandíbulas de los cazadores-recolectores difieren sustancialmente de las de los agricultores.
La necesidad de masticar comida dura –carne y plantas silvestres– provocaba en esos órganos el desarrollo de una estructura en la que los incisivos centrales se apretaban estrechamente, de manera que los superiores yacían sobre los inferiores, sin solaparlos. Al contrario, después de la transición neolítica, que llevó a la difusión de alimentos blandos y procesados, se puede observar la normalización de una ligera sobremordida, es decir, la posición en que los dientes superiores están un poco por delante de los inferiores.
Según los científicos, la nueva estructura mandibular posibilitó y facilitó el uso de las consonantes labiodentales, espectro de sonidos producidos con ayuda de los dientes incisivos y el labio inferior, presente en aproximadamente la mitad de las lenguas del mundo y en 76 % de los idiomas indoeuropeos.
"Los sonidos labiodentales surgieron recientemente en nuestra especie, y aparecen con más frecuencia en poblaciones con una larga tradición de consumo de alimentos blandos", cita la revista ScienceNews las palabras del primer autor del artículo, Damian Blasi.
En el idioma español moderno, la única consonante de este grupo es /f/, aunque la versión medieval de la lengua distinguía también el sonido labiodental /v/, presente ahora en muchos idiomas europeos y en algunas variantes del catalán.
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