El Aaiún,21/04/2018(EFE),Mohamed Siali
A principios de enero del 2013, un investigador saharaui tomó su coche en Bujador, en el Sahara Occidental, y condujo sin parar durante 3.600 kilómetros hasta Tombuctú para salvar 50 manuscritos de la furia destructora de los yihadistas que se habían adueñado del norte de Mali.
"Fue una aventura que hice con un amigo al enterarme de que esa gente (los yihadistas) querían destruir este patrimonio cultural", relata el investigador e historiador Abdeluahab Sibauaih durante una entrevista con Efe en El Aaiún, capital del Sahara Occidental.
Sibauaih es hoy el heredero de una rica biblioteca familiar de manuscritos y documentos antiguos, que cuenta con 10.000 artículos, algunos de ellos procedentes de Al Andalus y que se remontan al siglo XIII.
Una de sus mejores joyas es uno de los manuscrito de "Al Iktifaa", obra del clérigo musulmán Al Kalai el Balensi (residente en Valencia, 1170-1237, muerto en una de las batallas contra los cristianos) y que trata, de forma detallada, la biografía de Mahoma.
En general, los manuscritos y documentos preservados por Sibauaih tratan el pensamiento islámico, la literatura árabe, la poesía, la jurisprudencia islámica y la arquitectura, además de misivas oficiales y textos verídicos emitidos por los jueces de distintos estados e imperios que pasaron por la región.
"Se dice que la cultura de esa zona es verbal. Yo digo: no, no es muy exacto. Es también cultura escrita", subrayó.
La tarea de conservar su biblioteca no ha sido fácil debido, sobre todo, a la naturaleza nómada de la sociedad saharaui.
"Cuando nuestras sociedad era totalmente nómada, nuestros abuelos transportaban estos documentos con ellos, y la herencia siempre se hacía de padre a hijo; yo recibí el legado en 1984".
Para este hombre, de 52 años, era importante salvar en Tombuctú todos los documentos "caídos en manos de gentes (los yihadistas) que no conocen su valor", y que incluyen varias cartas y manuscritos de gramática árabe, pero sobre todo del sufismo, como el conocido libro de "Al Rimah", del ulema senegalés Omar al Futi (1797-1864).
Tombuctú, creada en 1100 como ciudad comercial crucial en el oeste de África, era en el siglo XIV, en el apogeo de la era de las caravanas, un centro importante de la cultura islámica, y sus bibliotecas son famosas desde hace siglos.
Aquel rescate de los tesoros de Tombuctú es una de las tantas historias que guarda la biblioteca de Siauaih, única en estas latitudes.
"Nuestra biblioteca es una de las más antiguas en el Sahara, e incluye una producción de ocho generaciones. Contando las obras adquiridas de otras bibliotecas, tenemos manuscritos que remontan al siglo VI islámico (siglo XIII del calendario gregoriano)", dice Sibauaih a Efe.
Su biblioteca ocupa toda la segunda planta de su lujosa casa situada en el barrio Colomina Vieja en El Aaiún: allí pueden verse miles de documentos guardados en cajas de cartón o tirados por el suelo encima de una alfombra, sin aparente orden.
Al mostrar los antiguos manuscritos de Tombuctú, algunos de ellos forrados en cuero rojo desgastado, Sibauaih los toca con cuidado mientras explica por qué los yihadistas odian estos documentos.
Los ulemas de la región del Sahara -razona- "han dado ejemplo de una religión islámica abierta y tolerante", y esto es lo que explica la hostilidad de los extremistas a esas obras.
Puso como ejemplo un manuscrito en su poder, que se remonta a finales del siglo XVIII, en el que los ulemas del Sahara contradecían una misiva del ideólogo del extremismo islamista actual, el saudí Mohamed Abdeluahab (1703-1791), y en la que los ulemas saharauis rechazaban de forma "categórica" sus interpretaciones radicales. EFE
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