El discurso de odio en las redes es un delito, no es una broma (martin-dm / Getty Images)
Ignorar y denunciar el contenido hiriente es vital, así como no convertirse en cómplice de estas actitudes
Todos hemos sido víctimas del discurso de odio en algún momento de nuestras vidas: las mujeres a consecuencia de comentarios machistas, los musulmanes por su religión, otros por el color de su piel o la condición económica… El anonimato que ofrecen las redes sociales generan, muchas veces, una cierta sensación de impunidad que ‘anima’ algunos jóvenes a escudarse tras una pantalla para atacar a quienes no son como ellos.
“Es cierto que en Internet muchas personas utilizan nick “apodo” o “seudónimo” en la red y muchas veces, ‘inventan’ perfiles y características personales falsas. A veces, este anonimato puede favorecer las actitudes agresivas por parte de las personas que se creen anónimas, pero en realidad es una ilusión”, describe Eva Martínez Ambite, coordinadora del programa #SomosMás del Aula Intercultural.
A través de talleres y conferencias, esta plataforma reflexiona junto a jóvenes estudiantes de instituto sobre el discurso de odio en su medio más natural, el digital. Son muchas las dianas que tiene en su punto de mira el discurso de odio en las redes. Las más frecuentes, según explica la PR Consumer Manager de YouTube y Google, Vicky Campetella, son el racismo, la xenofobia, la homofobia, la islamofobia y el sexismo.
Animados por el anonimato
“El hecho de estar amparados por el anonimato en internet puede contribuir a la difusión de mensajes de odio. Esto no cambia la naturaleza del mensaje; las plataformas digitales son un canal más donde se expresa el odio”, asegura Campetella.
Los jóvenes son conscientes de que son muchos los que se escudan tras un avatar para insultar: “Claro, es el “truco” de las redes sociales, para bien y para mal. Es mucho más fácil expresar cosas que no te atreves a decir cara a cara a través de las redes. Te permiten ponerte una máscara”, describe Issac Levy, estudiante barcelonés de 15 años.
Ante un escenario así, la organización Aula Intercultural explica una serie de recomendaciones para saber qué hacer ante discursos de odio:
1- Ignorarlos
No debemos contestar a mensajes que traten de intimidarnos, discriminarnos o hacernos sentir mal, porque con ello suele conseguirse el efecto contrario, es decir, el agresor se sentirá más fuerte y seguramente se animará a continuar. Si se repiten de forma constante y directa, hemos de acudir a los adultos que nos rodean, debemos informar sobre lo que nos está pasando.
2- Bloquear o denunciar: tanto el contenido como el remitente
Saca de tu vida aquellos que te están agrediendo, no tienes por que aguatarlo. Cada red social tiene sus propios mecanismos para denunciar el contenido ofensivo, así como los usuarios que se dedican a insultar constantemente, es importante conocerlos y no debes dudar en utilizarlos.
3- Guarda los mensajes intimidatorios
Es importante guardarlos como prueba del hostigamiento, para poder denunciarlo ante la policía o el juzgado en caso de ser necesario.
4- Respeta tu intimidad (y la de los demás)
Estar conectado o conectada a la red supone que estás en un lugar donde la información se hace pública, aunque no siempre parezca así o sea tu intención. Si expones tu intimidad serás más vulnerable ante quienes quieran hacerte daño.
5- Asume tu responsabilidad
Por pequeño que te parezca el hecho, cada vez que damos un me gusta o un post a un discurso que discrimina, rechaza o genera odio hacia alguien estamos colaborando y haciendo más viral e importante dicho mensaje y con ello aumentamos el daño. Es sencillo, no hagas lo que no te gustaría que te hicieran a ti.
6- No seas cómplice
El silencio del grupo duele más que la propia agresión o rechazo hacia un compañero o compañera, porque nos hace sentirnos más vulnerables y acrecienta nuestra inseguridad. Acabar con el odio es responsabilidad de todos y todas, no te calles y denuncia aquello que no está bien.
7- Fomenta las buenas prácticas
Ya hay demasiado odio a nuestro alrededor para seguir generando más. Cuidar y cuidarnos nos hace sentirnos bien con nosotros mismos y genera cercanía con los demás. Actuar desde “los buenos tratos” nos ayuda a cambiar el mundo y a sentirnos queridos y protegidos.
Anonimato anima muchas veces estas conductas, bajo la percepción de que todo vale en internet, una percepción que la responsable de las plataformas YouTube y Google asegura que es equivocada: “En YouTube no ‘vale todo’. Una serie de lineamientos delimitan lo que es apropiado y lo que no dentro de la plataforma y la incitación al odio es uno de los comportamientos que no toleramos. Si detectamos que un vídeo infringe estas políticas, lo removemos. También pedimos a la comunidad que nos ayude identificando el contenido que no cumple con estos lineamientos mediante la opción de denuncia que se encuentra al pie de cada vídeo. Adicionalmente, este último año hemos tomado algunas medidas complementarias como son el endurecimiento de nuestras políticas, el incremento de revisores manuales (10 mil para 2018) y la utilización de tecnología de aprendizaje automático para la detección temprana de contenido inapropiado”.
Y es que fomentar discursos cargados de odio no es solo algo éticamente cuestionable, tiene consecuencias legales: “El discurso de odio y/o acoso en las redes es un delito, no es una broma ni algo gracioso. Se trata de un delito que puede tener consecuencias legales para quien lo realiza aunque seas menor de edad”, recuerda Martínez Ambite.
El discurso de odio en las redes es un delito, no es una broma ni algo gracioso
La coordinadora del programa #SomosMás explica siempre en sus talleres que es muy fácil identificar al responsable de emitir algún comentario discriminatorio: “La dirección I.P. de nuestro ordenador es como nuestro DNI. Además aunque los mensajes se envíen desde cibercafés o los ordenadores del instituto, sigue resultando fácil reconocer a la persona que está detrás, puesto que siempre se piden datos reales para utilizar los ordenadores públicos”.
Estas actitudes nunca quedan sin efectos o consecuencias. Además de los problemas legales, quienes padece el discurso de odio “puede desarrollar trastornos psicológicos y físicos, tales como depresión, fobia escolar, ansiedad, trastornos de aprendizaje, cefalea, dolor abdominal, etc. Pero además, hay muchos estudios que demuestran que el agresor también puede sufrir ansiedad, trastornos de conducta y baja autoestima”, asegura Martínez Ambite.
Es muy fácil identificar al responsable de emitir algún comentario discriminatorio
Para la responsable de YouTube y Google, la forma más efectiva de combatir el odio en las redes sociales es “creando contranarrativas, basadas en la tolerancia, el respeto y la integración”, así como talleres como los de #SomosMás o a través de YouTubers de referencia que acercan a los jóvenes estas realidades, como los canales de Ramia’s Channel o Miss Black Glamour.
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