Recuerdan que la población lleva años sufriendo y piden a la comunidad internacional «que no sea hipócrita». MARCOS MÍGUEZ
-¿Quieres que te diga la verdad o que te cuente otra mentira sobre lo que ocurre en Siria?-La verdad. Lo que observan ustedes, los sirios que viven en Galicia, pero que mantienen familiares o amigos en ese país convertido desde hace prácticamente ocho años en un infierno. La verdad sobre sus sentimientos.-Esto es como una partida de ajedrez en la que cada uno de los países que están involucrados en ella juega su ficha cuando le interesa, en función de sus objetivos particulares, no por el bien del pueblo. Es una vergüenza. ¡Basta ya de jugar con el pueblo! Llevamos años de bombardeos, de uso de gases tóxicos... ¡Basta ya! Habla Mustafá Alhendi, uno de aquellos jóvenes que llegaron a Galicia hace varias décadas para estudiar Medicina y que acabaron quedándose. Aunque lleva años en Galicia, no se le han borrado de la cabeza las calles de su Damasco natal. Ahora, totalmente destruidas, al igual que otras ciudades históricas como Alepo, no las reconocería. Por eso, su opinión sobre lo ocurrido la pasada madrugada es tajante.
Y aprovecha para hacer una petición a la comunidad internacional: «¡Por favor, dejemos de ser hipócritas!. Hace mucho que debían haber intervenido para parar las masacres que están ocurriendo en mi país desde hace más de siete años». Como explica Ihab Abdulkaber, otro médico que trabaja en Compostela, el nuevo ataque «no es más que anestesia para el pueblo, porque no va a afectarle en nada. Ojalá fuera de otra forma, pero a las personas de a pie no les va a cambiar la vida». Y no deja de estar preocupado por que sus padres vivan en Idlib, una ciudad a 80 kilómetros de la frontera que parece ser uno de los nuevos objetivos del régimen.
No está menos preocupado Ayman Nachawati, otro médico nacido en Damasco que vive en Santiago. Dice que la intervención de la pasada madrugada «es una vergüenza» porque «el objetivo del ataque no es cambiar el régimen, es darle una lección para que no use armas químicas. Lo hacen ahora, cuando, como ellos mismos dicen, ya van más de cincuenta ataques con este tipo de armamento. Pero, en cambio, podrán continuar matándolos con misiles balísticos, cercándolos en poblaciones...
No entiendo qué problema estratégico están teniendo las potencias de Occidente con Rusia, pero quieren que el pueblo lo pague. Este paripé ridículo es una broma de mal gusto para el pueblo», sentencia con un tono de voz entre el enfado y la preocupación. Y también incertidumbre ante lo que puede estar pasando su familia en el país. «La mitad de ellos están aún allí. La otra mitad han tenido que huir», explica.
Ayman no es capaz de pronunciar el nombre de Bachar al Asad. «Rusia es el gran patrón que ha dicho que el régimen no puede cambiar. Parece que no importa todo lo que el pueblo está aguantando al tener que soportar no solo los ataques, sino también una carestía provocada por que las ayudas que llegan al país acaban en el mercado negro», apunta. Y lo que más le duele «es escuchar algunos de los comentarios que hacen aquí algunas personas sobre lo que está pasando en un lugar que no conocen, porque no han estado nunca allí».
Mejor ser discretos
Estos tres médicos llevan años en Galicia, pero para los refugiados que han llegado en los últimos años huyendo de la trampa para ratones que es ahora el país parece que es mejor pasar lo más desapercibidos que puedan. De forma educada, algunos de los consultados han declinado la petición de manifestar aquí su opinión sobre lo que está pasando. Las oenegés que gestionan su estancia aquí recomiendan que no hablen.
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