Se espera que la Mezquita de Bogotá Abou Bakr Alsiddiq esté lista en unos meses. Foto: Ana María García / EL TIEMPO
Es el primero en la ciudad con la forma tradicional islámica. Podrá albergar a 700 personas.
Si no fuera porque se llama Mohamed y por su extraño acento, nadie le preguntaría de dónde es. Sonríe cuando menciona su tierra: Ghana, un país con 3,7 millones de musulmanes. "¡Pero yo ya soy chocoano!", exclama este africano-colombiano que aún mezcla el inglés con el español.
Aunque está parado sobre el suelo aún polvoriento de la nueva mezquita que su comunidad espera inaugurar en cinco meses en Bogotá, para Mohamed, esa estructura es un importante símbolo: es el primer templo que la ciudad tendrá con la forma tradicional islámica.
Con más de 1.000 metros cuadrados construidos, podrá albergar hasta a 700 personas para orar; y su minarete, que se eleva a más de 24 metros sobre el suelo, ya transformó el paisaje de la carrera 30 con calle 80.
A Mohamed lo acompañan musulmanes de todas partes. Ahmad Tayel llegó desde Siria y está casado con una colombiana. Hamid Salehi vino de Irán y vive obsesionado con su nueva tarea: pintar la cúpula de la mezquita con frases del Corán. En el islam está prohibido el culto a las imágenes, así que las palabras y las formas geométricas caracterizan la arquitectura de la mayoría de sus templos.
Tiene ojos curiosos y gestos tranquilos. Es un artista Hamid. "No le puedo mostrar la caligrafía porque no ando con mis pinceles". Después de más de 10 años estudiando caligrafía árabe, lo último que quiere hacer es una 'demostración' de frases sagradas con un lapicero Bic y la desbaratada libreta de un periodista.
Hamid se imagina el color vino tinto, el dorado, el verde. Observa la blanca cúpula como quien mira un lienzo. "Va a hacer como Miguel Ángel", dice Ahmad al imaginarlo escribiendo de espaldas sobre el techo.
Los musulmanes de Bogotá se congregan en la Mezquita de Estambul, una casa de arquitectura inglesa ubicada en Chapinero. A pesar de que por fuera parece no tener un pelo de islámica, la transformaron por dentro en un espacio con alfombras, lámparas y hasta comidas que incluyen té traído de Pakistán y bocadillo veleño.
La comunidad de cerca de 1.500 musulmanes que viven en la capital (algunos estudios calculan que en el país hay 15.000, la mayoría en La Guajira, donde está la mezquita más grande de Colombia) lleva 20 años ahorrando para tener un espacio de oración que también refleje su cultura por fuera.
"Todas las grandes capitales del mundo tienen una mezquita con la forma arquitectónica tradicional, y creo que Bogotá no es menos", explica Ahmad, quien también es presidente de la asociación benéfica que está levantando la edificación desde hace casi un año.
Tenía que estar lista hace cinco meses, pero todo se ha retrasado, según Ahmad, por falta de cumplimiento de los constructores.
Además de ser un espacio para congregarse, en la nueva mezquita también se realizarán actividades culturales y se darán clases de árabe, abiertas también para los no musulmanes.
Igual que la mayoría de los colombianos, Nelson Ordóñez nació en el seno de una familia católica "pero muy poco practicante". Se convirtió al islam hace ocho años, junto con su esposa y uno de sus hijos. Hoy es uno de los líderes de la colectividad y cree que esta mezquita "es una necesidad sentida de los musulmanes y de Bogotá como una ciudad cosmopolita".
Hoy, los taxistas suelen referirse a ella como la "iglesia en construcción", pero Ahmad está seguro de que, cuando esté terminada, va a ser "el colmo confundirla con otra cosa".
Espacios separados para orar
El islam indica que los hombres deben rezar separados de las mujeres para evitar distracciones durante la oración. También pueden orar en el mismo espacio pero las mujeres se ubican atrás porque, cuando se inclinan para arrodillarse pegando la frente al suelo, puede vulnerar el recato del cuerpo femenino.
Nombrada tras un compañero de Mahoma
Según Ahmad, la mezquita de Bogotá se llama Abou Bakr Alsiddiq en honor a uno de los compañeros del profeta Mahoma que predicaba que el ejercicio del islam tiene como prioridad la ayuda a los pobres y la búsqueda del bien común.
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