Paris,02/10/2012,elperiodico.com
François Hollande, con el emir de Catar el pasado agosto. AFP / elperiodico.com
Los detractores alertan de consecuencias en zonas donde crece el integrismo
El emirato destinará 100 millones de euros para proyectos en la 'banlieue'
Desde que François Hollande llegó al poder, hace cuatro meses, el país que más ha frecuentado el Elíseo es... Catar. Tres veces. El emir Hamad ben Jalifa al-Thani ha sido recibido en una ocasión de forma oficial y el primer ministro, Hamad ben Jassem al-Thani, dos veces con toda discreción. El último encuentro se produjo el 10 de septiembre para poner en marcha una operación controvertida: el desembarco de los petrodólares catarís en los barrios desfavorecidos de la banlieue, poblados mayormente por musulmanes.
La fórmula aprobada consiste en la creación de un fondo de inversiones de 100 millones de euros y participado por el Estado para financiar proyectos privados destinados a dinamizar la economía de las llamadas zonas sensibles. Una fabulosa campaña de imagen para Catar, acusado de interesarse solo por las joyas de la República -posee una retahíla de palacios y participaciones en grandes empresas- , y un buen negocio para las depauperadas arcas del Estado.
«CABALLO DE TROYA» / Sin embargo, implicándose en los problemas de la banlieue, el emirato despierta también recelo. Algunos políticos y asociaciones han mostrado su temor a la influencia que pueda tener el desembarco de este pequeño Estado de confesión musulmana en unas zonas donde anida el fundamentalismo. Como era de esperar, la ultraderecha ha puesto el grito en el cielo. Para Marine Le Pen el fondo de inversión no es otra cosa que el «caballo de Troya» del islamismo radical en los barrios desfavorecidos.
Pero la operación también suscita desasosiego en las propias filas del Gobierno. El ministro de la Ciudad, François Lamy, apartado del proyecto, lamenta que no se haya optado por una estrategia pilotada exclusivamente por el Estado para socorrer a unos barrios «que tienen el sentimiento de haber sido abandonados por los poderes públicos».
En la misma línea se pronuncia la Asociación Villes et Banlieues, que reúne a 120 alcaldes de todas las tendencias políticas y condena la introducción del «hecho religioso» en la atribución de ayudas. No es para nada el planteamiento de la Asociación de alcaldes y concejales para la diversidad (Aneld), promotora de la iniciativa. En noviembre del 2011 llamaron a la puerta del emir para que invirtiera en la banlieue. «Catar no ha venido porque haya musulmanes en los barrios, sino porque hay proyectos», defiente la Aneld.
La idea empezó a abrirse camino bajo el mandato de Nicolas Sarkozy, quien a cambio de los servicios diplomáticos de Catar -determinantes en operaciones como la liberación de las enfermeras búlgaras de las garras de Gadafi- aprobó en el 2007 una ley para exonerar al emirato del impuesto sobre las plusvalías. Este fue un estímulo definitivo para la voracidad inmobiliaria de Catar, que en los últimos años ha comprado una docena de palacios emblemáticos en París y la Costa Azul, cuyo valor se estima entre 2.500 y 3.000 millones de euros. La guinda ha sido la adquisición del equipo de fútbol de la capital y el lanzamiento de una cadena de televisión que ha invertido 400 millones de euros en los derechos de retransmisión del fútbol.
El aterrizaje de los petrodólares en la banlieue, congelado por Sarkozy ante la proximidad de las presidenciales, se ha concretado con los socialistas en el poder. Acuciado por la crisis, Hollande se ha rendido a la política del real-islamismo, pero no se ahorra las críticas de la derecha. «Catar practica un islam integrista, lo que plantea cierta inquietud sobre la naturaleza real de las inversiones», observa Lionnel Luca, diputado del partido de Sarkozy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario