La mezquita de la ciudad de Perno en República Checa.
En un país mayoritariamente incrédulo como República Checa, el Islam encuentra nuevos adeptos en el sistema penitenciario al convertirse en una vía sostenible para los presos de mejorar sus pésimas condiciones de vida carcelaria. De ese modo, en esa nación centroeuropea, donde las religiones enfrentan una crisis sin precedentes, el Islam se abre paso entre las prisiones pese a ser -con cerca de 50 mil practicantes en suelo checo- una de las creencias minoritarias.
Tal repunte en la población penal contrasta con la apatía hacia la fe religiosa que se observó en el último censo en 2011, sobre todo si se conoce que a otras religiones no les va mucho mejor, pues según encuestas, el 60 por ciento de los checos reniega de la utilidad de la Iglesia como institución.
Además -como nota curiosa del informe censal-, sobresalieron las 15 mil personas que declararon creer en la Sagrada Orden de los Caballeros Jedi, de la película estadounidense la Guerra de las Galaxias.Hace una década, la pregunta sobre religión la dejó en blanco un millón de encuestados, pero ahora fueron cinco millones.
Pese a ello, a nivel social el Islam avanzó notablemente al ser reconocido de manera oficial por el Estado checo en el 2004, mientras sus fieles cuentan en esa nación con dos mezquitas (una en la capital, Praga, y la otra en Brno, segunda ciudad del país), además de pequeños oratorios.
PÉSIMAS CONDICIONES DE VIDA EN CÁRCELES CHECAS
Celdas superpobladas, alimentos escasos y de mala calidad, derecho a ducharse tan sólo una vez por semana: esas son algunas de las condiciones que sufren y denuncian los presidiarios checos, quienes exigen al Estado que se respeten sus más elementales derechos.
La falta de instalaciones y los recortes financieros deterioraron aún más las condiciones de vida en las cárceles del país, según explicó recientemente a Radio Praga el portavoz de la Administración Penitenciaria, Robert Kácer.
Dos prisiones sobrepasaron en el 30 por ciento su capacidad, y las celdas abarrotadas no cumplen la norma establecida por la ley de cuatro metros cuadrados por persona, reconoció el funcionario."Debo decir que no hemos reducido el espacio por persona a menos de tres metros y medio, pero a diferencia de lo que ocurre en otros países de Occidente, donde los espacios se amplían, nosotros marchamos en la dirección opuesta", advirtió Kácer.
El Ministerio de Justicia ha recibido decenas de demandas de antiguos presos, quienes exigen compensaciones económicas por las lamentables circunstancias en las que cumplieron sus condenas.Un antiguo recluso que pidió anonimato, dijo en declaraciones a la Televisión Checa haber demandado al Estado por unos 20 mil euros a raíz de las condiciones infrahumanas de su presidio.
"En una celda había 15 ó 16 personas, en casos excepcionales hasta 18. Tengo planos detallados de la cárcel y de las celdas donde estuve. Tengo pruebas que demuestran que las normas más elementales no se cumplen en las cárceles", declaró el expresidiario.Con 24 mil convictos, República Checa tiene la mayor cantidad de reclusos por número de habitantes en toda Europa Central y ocupa el cuarto lugar a nivel de la Unión Europea.
El número de presos en las cárceles del país sobrepasa el 114 por ciento de la capacidad de esos establecimientos y a ello se suma una situación alimentaria pésima, razón por la cual los presidiarios buscan alternativas para paliar sus deplorables condiciones de vida. Precisamente, ahí es donde entra a jugar su papel la fe islámica.
EL ISLAM POR UN PLATO DE COMIDA
El último informe trimestral del Ministerio del Interior sobre la situación de seguridad en el país reveló recientemente que una cifra considerable de presos se convirtió al Islam, pero ¿a qué se debe tal situación?
De acuerdo con la encargada de Asuntos Religiosos del Sistema Penitenciario, Renata Balcarová, la mayoría de los conversos lo hacen por razones totalmente materiales, como, por ejemplo, acceder a un menú más variado de alimentos.
Por lo general, no tienen ni idea ni interés genuino en la religión, dice la funcionaria, quien, aunque no puede dar una cifra exacta de los nuevos creyentes islámicos, sí estima en "varias decenas" la cantidad de estos casos en prisiones checas.
La mayor parte de la inspiración es gastronómica, no espiritual: estos convictos tienen la idea de que la dieta musulmana será más interesante y variada, reconoce Balcarová.
No obstante, en la mayoría de las prisiones, los musulmanes -falsos o verdaderos- no reciben concesiones especiales, por lo menos en cuanto a términos de comida se trata, según admite la representante gubernamental.
Cuando un preso se adhiere a la fe islámica en un lugar donde él es el único creyente, la prisión no está obligada a proporcionarle una dieta musulmana, enfatiza Balcarová, ante la llegada diaria de nuevas peticiones de recién conversos que huyen de la deficiente alimentación del sistema penitenciario checo.
Ante tal situación, recibimos las quejas, las cuales son tratadas de manera individual: en algunos casos, los condenados son trasladados a otras cárceles con presos musulmanes, mientras en otras ocasiones se les informa que han tenido mala suerte y que nada puede hacerse al respecto.
Incluso, la funcionaria mencionó la postura de un empleado del Servicio de Prisiones que, para responder a la inconformidad de un recluso, citó, literalmente, el Corán. Está escrito allí que si un creyente islámico se encuentra en un lugar donde no es posible llevar a cabo la dieta musulmana, Alá le perdonará que consuma alimentos prohibidos, dice Balcarová.
En la actualidad, la cárcel con el mayor número de musulmanes en República Checa es el centro penitenciario de Ruyzne en Praga, donde cumplen sus sentencias una veintena de presos islámicos.
*Periodista de la Redacción Europa de Prensa Latina
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