En el Islam, el aseo es una prioridad. Los musulmanes a lo largo de sus vidas deben asear su cuerpo cinco veces al día antes de orar a Alá. Sin embargo cuando “el ángel de la muerte”, llega por ellos, los bañadores fúnebres deben encargarse de limpiar el cuerpo del difunto antes de enterrarlo. Es un mandato divino que nadie puede omitir
La muerte ha llegado a tocar su puerta. Su alma ha dejado el cuerpo, pero aún después de partir de este mundo, un musulmán debe ser bañado y perfumado. Los funerales en el Islam son un verdadero ritual.
La comunidad musulmana inauguró hace cuatro meses una mezquita en Nicaragua. En el templo sobresale una media luna. En este sitio no sólo oran a Alá (Dios) sino que también bañan a sus muertos.
Según Fahmi Hassan, presidente de la Asociación Cultural Nicaragüense Islámica, “el cuarto de la muerte se usa para bañar a los difuntos. Un ser humano antes de morir debe entregar a Alá su alma, y antes de ser enterrarlo debe de estar aseado su cuerpo, sólo así estarán listos para ser juzgados por Alá”.
En vida, los musulmanes deben limpiar su cuerpo antes de orar. Pero después de muertos el aseo no deja de ser prioridad.
Una cama elaborada de azulejos blancos, una ducha para mojar su cuerpo por completo, los tres sudarios (sábanas preferiblemente blancas), son los elementos que acompañan el ritual fúnebre. Del mismo, no se puede escapar ningún musulmán, porque está establecido en las enseñanzas del Corán y de la Sunnah (tradición de su Profeta Muhammad).
“Cualquier musulmán puede hacerse cargo del funeral, siempre y cuando sea una persona digna de confianza, del mismo sexo del fallecido, con la excepción hecha para el cónyuge y para los de corta edad, y tiene que ser conocedor de las reglas rituales fúnebres”, expresó el presidente de la comunidad islámica en Nicaragua.
El ritual empieza recitando en árabe la siguiente frase: “En el nombre de Dios, y acorde a las enseñanzas de su Mensajero”
Los musulmanes rezan cinco veces al día. Previo a la oración hacen la ablución; un ritual de limpieza, donde lavan tres veces su cara, boca nariz, orejas, manos, brazos y pies de forma consecutiva, con el fin de asegurar que están bien limpios.
“Si la persona ha tenido relaciones sexuales con su pareja antes del rezo, debe bañar todo su cuerpo”, enfatiza Hassan.
La ablución, también se realiza en el cuerpo del difunto, con la diferencia que no es necesario lavar la boca o la nariz.
Ángel de la muerte. “El ángel de la muerte, encargado de vosotros, os llamará y, luego, seréis devueltos a vuestro señor” (Traducción del árabe al español del libro Corán 32:11)
Al difunto se le limpia todo su cuerpo con agua y jabón como en cualquier baño. Posteriormente se seca el cuerpo, se peina el cabello y se perfuman ambos.
“En el Islam solamente la mujer se pone luto por su esposo. Lo máximo son tres días. Para nosotros el luto se guarda en el corazón, no se manifiesta en la ropa”, explicó Hassan.
Si el musulmán muriera en una guerra, por la explosión de un bomba, o bien el cuerpo del difunto presenta graves quemaduras, se recurre a la ablución seca, es decir, quien baña pondrá sus manos (palma abajo) sobre cualquier superficie seca, preferentemente suelo arenoso, tierra o simplemente sobre una alfombra o algo similar y las frotará sobre la cara y las manos del fallecido.
En el caso de no encontrarse más que una parte del cuerpo del fallecido (un brazo o parte de algún miembro), se le dará el mismo tratamiento del cadáver normal.
“En todo caso quien baña a un difunto será bien remunerado por Dios. El Profeta Muhammad dijo quién bañe a un difunto y guarde sus secretos, Alá le perdonará y bendecirá”, recitó Hassan.
Luego de bañarlo, los hombres fúnebres amortajan el cuerpo.
“Se envuelve el cuerpo en tres sudarios (sábanas), a como lo establece nuestra religión. ¿Por qué en sudarios y luego sin nada al momento de enterrar? Porque hemos venido al mundo desnudos, sin nada, así debemos enterrar. Es una forma humilde de entregarnos a la muerte, pues no llevamos nada con nosotros sólo las obras que hemos hecho, lo material siempre lo dejamos aquí”, expresó el líder musulmán.
En Nicaragua, Hassan, afirma sentirse como en casa. La libertad de culto, les permite a los musulmanes incluso enterrar a sus difuntos sobre la tierra, sin necesidad de utilizar cajas de muertos. Sin embargo es necesario transportar al difunto en un féretro desde la mezquita hacia el cementerio.
“En Nicaragua también podemos enterrar directamente a nuestros difuntos en tierra, pero en una fosa de dos metros y medio de profundidad. Cuando compramos una parte del terreno, hablamos con el director del Cementerio Jardines del Recuerdo y él dijo que sí, entonces él se encargó de todo esto”, expresó Hassan.
En el Islam existe la creencia que después de la muerte física, habrá un juicio y un veredicto, luego una condena justa o un premio merecido, y en último caso Alá tendrá la última palabra, confirmar la condena, rebajarla, u otorgar su amnistía a quién Él designe.
En nuestro país la comunidad musulmana está conformada por 300 personas entre árabes y nicaragüenses.
“Los musulmanes en este país son en su mayoría de origen nicaragüense. Las personas se confunden al creer que los musulmanes son sólo los árabes y no, los árabes pueden profesar la religión musulmana, cristiana o judía”.
Además, agregó que “las religiones cristiana, judía y musulmana son iguales porque fueron reveladas por el mismo Dios. La diferencia es la práctica, pero el fundamento de estas tres religiones es el mismo”, aseguró Fahmi Hassan, quien lidera la comunidad musulmana en Nicaragua desde hace diez años.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
La muerte ha llegado a tocar su puerta. Su alma ha dejado el cuerpo, pero aún después de partir de este mundo, un musulmán debe ser bañado y perfumado. Los funerales en el Islam son un verdadero ritual.
La comunidad musulmana inauguró hace cuatro meses una mezquita en Nicaragua. En el templo sobresale una media luna. En este sitio no sólo oran a Alá (Dios) sino que también bañan a sus muertos.
Según Fahmi Hassan, presidente de la Asociación Cultural Nicaragüense Islámica, “el cuarto de la muerte se usa para bañar a los difuntos. Un ser humano antes de morir debe entregar a Alá su alma, y antes de ser enterrarlo debe de estar aseado su cuerpo, sólo así estarán listos para ser juzgados por Alá”.
En vida, los musulmanes deben limpiar su cuerpo antes de orar. Pero después de muertos el aseo no deja de ser prioridad.
Una cama elaborada de azulejos blancos, una ducha para mojar su cuerpo por completo, los tres sudarios (sábanas preferiblemente blancas), son los elementos que acompañan el ritual fúnebre. Del mismo, no se puede escapar ningún musulmán, porque está establecido en las enseñanzas del Corán y de la Sunnah (tradición de su Profeta Muhammad).
“Cualquier musulmán puede hacerse cargo del funeral, siempre y cuando sea una persona digna de confianza, del mismo sexo del fallecido, con la excepción hecha para el cónyuge y para los de corta edad, y tiene que ser conocedor de las reglas rituales fúnebres”, expresó el presidente de la comunidad islámica en Nicaragua.
El ritual empieza recitando en árabe la siguiente frase: “En el nombre de Dios, y acorde a las enseñanzas de su Mensajero”
Los musulmanes rezan cinco veces al día. Previo a la oración hacen la ablución; un ritual de limpieza, donde lavan tres veces su cara, boca nariz, orejas, manos, brazos y pies de forma consecutiva, con el fin de asegurar que están bien limpios.
“Si la persona ha tenido relaciones sexuales con su pareja antes del rezo, debe bañar todo su cuerpo”, enfatiza Hassan.
La ablución, también se realiza en el cuerpo del difunto, con la diferencia que no es necesario lavar la boca o la nariz.
Ángel de la muerte. “El ángel de la muerte, encargado de vosotros, os llamará y, luego, seréis devueltos a vuestro señor” (Traducción del árabe al español del libro Corán 32:11)
Al difunto se le limpia todo su cuerpo con agua y jabón como en cualquier baño. Posteriormente se seca el cuerpo, se peina el cabello y se perfuman ambos.
“En el Islam solamente la mujer se pone luto por su esposo. Lo máximo son tres días. Para nosotros el luto se guarda en el corazón, no se manifiesta en la ropa”, explicó Hassan.
Si el musulmán muriera en una guerra, por la explosión de un bomba, o bien el cuerpo del difunto presenta graves quemaduras, se recurre a la ablución seca, es decir, quien baña pondrá sus manos (palma abajo) sobre cualquier superficie seca, preferentemente suelo arenoso, tierra o simplemente sobre una alfombra o algo similar y las frotará sobre la cara y las manos del fallecido.
En el caso de no encontrarse más que una parte del cuerpo del fallecido (un brazo o parte de algún miembro), se le dará el mismo tratamiento del cadáver normal.
“En todo caso quien baña a un difunto será bien remunerado por Dios. El Profeta Muhammad dijo quién bañe a un difunto y guarde sus secretos, Alá le perdonará y bendecirá”, recitó Hassan.
Luego de bañarlo, los hombres fúnebres amortajan el cuerpo.
“Se envuelve el cuerpo en tres sudarios (sábanas), a como lo establece nuestra religión. ¿Por qué en sudarios y luego sin nada al momento de enterrar? Porque hemos venido al mundo desnudos, sin nada, así debemos enterrar. Es una forma humilde de entregarnos a la muerte, pues no llevamos nada con nosotros sólo las obras que hemos hecho, lo material siempre lo dejamos aquí”, expresó el líder musulmán.
En Nicaragua, Hassan, afirma sentirse como en casa. La libertad de culto, les permite a los musulmanes incluso enterrar a sus difuntos sobre la tierra, sin necesidad de utilizar cajas de muertos. Sin embargo es necesario transportar al difunto en un féretro desde la mezquita hacia el cementerio.
“En Nicaragua también podemos enterrar directamente a nuestros difuntos en tierra, pero en una fosa de dos metros y medio de profundidad. Cuando compramos una parte del terreno, hablamos con el director del Cementerio Jardines del Recuerdo y él dijo que sí, entonces él se encargó de todo esto”, expresó Hassan.
En el Islam existe la creencia que después de la muerte física, habrá un juicio y un veredicto, luego una condena justa o un premio merecido, y en último caso Alá tendrá la última palabra, confirmar la condena, rebajarla, u otorgar su amnistía a quién Él designe.
En nuestro país la comunidad musulmana está conformada por 300 personas entre árabes y nicaragüenses.
“Los musulmanes en este país son en su mayoría de origen nicaragüense. Las personas se confunden al creer que los musulmanes son sólo los árabes y no, los árabes pueden profesar la religión musulmana, cristiana o judía”.
Además, agregó que “las religiones cristiana, judía y musulmana son iguales porque fueron reveladas por el mismo Dios. La diferencia es la práctica, pero el fundamento de estas tres religiones es el mismo”, aseguró Fahmi Hassan, quien lidera la comunidad musulmana en Nicaragua desde hace diez años.
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