Un trozo del muro levantado en el siglo X por los musulmanes aparece en la reforma de un edificio en la calle Santas Patronas.
EFE
Cuando el arquitecto sevillano Javier Jiménez Sánchez-Dalp recibió el encargo de reformar un edificio de la calle Santas Patronas de la capital hispalense nunca pensó que tendría que modificar el proyecto porque una parte de la historia de la ciudad se quisiese abrir paso entre los muros del inmueble.
Sin esperarlo, cuando los primeros trabajos sobre las paredes se comenzaron a realizar, una parte del pasado de la ciudad en forma de tesoro arqueológico se abrió a sus ojos, en forma de un impresionante lienzo de la muralla almohade levantada hace once siglos para proteger a la Sevilla del siglo X, y llegó el momento de seguir la obra, pero "poniéndola en valor, una bendición".
El arquitecto ha descrito una obra que ha hecho que los más modernos adelantos arquitectónicos del siglo XXI se hayan mezclado con lo que sus colegas levantaron en buena parte de la ciudad hace 1.100 años, y el resultado final es, por ejemplo, un moderno salón con todos los adelantos en el que una de sus columnas es un impresionante lienzo almohade.
Jiménez Sánchez-Dalp encontró esa sorpresa histórica, que desde luego no esperaba hallar en medio de las paredes originales, "y cambié el proyecto inicial que se adosaba a esa pared, y al descubrir que estaba intacta la muralla liberé toda la parte trasera con dos grandes patios, integrando una escalera muy transparente para que se viera al completo".
"Son veinte metros de lienzo de muralla almohade, y al final, en cada extremo, dos torres o contrafuertes", indica el arquitecto, que concreta que se trató de un trabajo "apasionante", para plasmar todo lo que había diseñado en su estudio en seis pisos, dos por planta", hasta lograr una mezcolanza impresionante en pleno barrio del Arenal sevillano.
Incluso, la idea original fue cambiada en distintos aspectos, ya que el edificio, en Urbanismo, "estaba catalogado con dos plantas, pero negocié con Cultura que nos dejaran hacer tres plantas a cambio de liberar la muralla", todo ello con el trabajo paralelo de un arqueólogo que controló todo el proceso de limpieza, y se encargó, entre otras cosas, de certificar que se trata de una joya arqueológica del siglo X.
Un tesoro que forma parte de la muralla Almohade que rodeaba todo el casco antiguo de la ciudad, que desde la época romana sufrió varios remodelaciones, hasta que en 1868 fueron derribadas parcialmente quedando sólo unos paños en la Macarena, Jardines del Valle y cerca del Alcázar.
La muralla original llegó a tener en su apogeo hasta 18 puertas de acceso, de las que hoy día, la más famosa de las que se conservan es la de la Macarena, llamada así popularmente por su cercanía a la basílica en la que se venera a la virgen del mismo nombre.
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