Adel Najjar, en la mezquita de Badajoz, donde se celebró la entrevista. / JOSÉ VICENTE ARNELAS
«No aceptamos que se secuestre nuestra religión». Es el mensaje de Adel Najjar, imán de la mezquita de Badajoz y presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Extremadura, ante los ataques terroristas
Su voz de condena de la violencia ha sido una de las que con más fuerza se ha oído en España desde los atentados de Las Ramblas y Cambrils, el jueves 17. Adel Najjar (Gaza, Palestina, 1965), es desde 1990 el imán de la mezquita de Badajoz, ciudad a la que llegó dos años antes para estudiar Medicina. Hoy es, además, presidente de la Unión de Comunidades Islámicas de Extremadura, que reúne a alrededor de 20.000 fieles en torno a una veintena de comunidades o mezquitas. Es también una figura de alcance nacional pues es delegado en Extremadura y colaborador informativo de la Comisión Islámica de España y es responsable de su boletín mensual y administrador de su página web www.ucide.org. Fue uno de los artífices de que llegara a la opinión pública la inmediata condena de los musulmanes españoles de los actos terroristas. En esta entrevista señala que ya es tiempo de que los musulmanes españoles se enfrenten a los terroristas que utilizan el Islam como pretexto para asesinar. «Están matando y nos están matando a nosotros y a nuestro esfuerzo en favor de la convivencia», dice.
–Usted es un musulmán de paz. ¿Qué pasa por su cabeza cuando, como ha ocurrido estos días en Cataluña, ve cómo se mata y se causa terror al grito de ‘Alá es grande’?
–Lo que sentimos es que en nombre de nuestra propia religión alguien está matando y, al hacerlo, también nos está matando a nosotros. Sentimos que alguien quiere secuestrar nuestra religión y hablar en nuestro nombre. Eso no lo aceptamos. Los musulmanes que vivimos en España respetamos la Constitución, atendemos las obligaciones que ello supone y reclamamos los derechos que ampara. Cuando decimos que no aceptamos que se cause daño a un semejante defendemos los derechos de los demás, pero también los derechos de nuestros hijos. Llevamos muchos años trabajando para derribar barreras sociales con el fin de que nuestros hijos vivan aquí en igualdad y convivencia. Usted me pregunta qué pasa por mi cabeza ante un atentado como el de Cataluña. Pues lo que pasa es que siento que alguien quiere manchar una religión de paz y tolerancia como es el Islam, pero también matar el trabajo realizado en favor de la convivencia de los musulmanes en España.
–¿Quiere decir, por tanto, que con este atentado, además de las víctimas físicas, los terroristas han pretendido destruir el esfuerzo de la comunidad musulmana por lograr una integración pacífica en nuestro país?
–Sin duda. Nuestro proyecto de convivencia comienza en los años 70. En 1970 se registra en España la primera asociación musulmana; en 1980 se abre otra esperanza con la Ley de Libertad Religiosa; en 1992 firmamos con el Estado español un acuerdo de cooperación. Estamos pidiendo dar religión musulmana en los colegios, crear cementerios para musulmanes, nos estamos acercando al resto de la sociedad, tenemos amistades diversas, mantenemos muy buenas relaciones con las autoridades... Es decir, estamos normalizando la vida como cualquier ser humano. En este contexto, los atentados de Cataluña han segado vidas inocentes y al mismo tiempo han atropellado ese prolongado esfuerzo.
–¿Cómo recuperarlo entonces?
–Ya no nos vale escondernos; ya no nos vale condenar y callar; ya no nos vale vivir aislados.
–¿Cuando dice ‘ya no nos vale callar’ está queriendo decir que en otras ocasiones han callado?
–No. Nunca hemos callado ante estas atrocidades, simplemente son etapas, es un proceso de madurez. Me acuerdo de los atentados del 11-M en Madrid que, por el número de víctimas, fueron mucho más graves que los de estos días. Si nuestra repulsa no se sintió tan nítidamente como ahora no es porque no la manifestáramos ni porque no la sintiéramos, es porque entonces no nos sentíamos tan capacitados como ahora nos sentimos para hacernos oír. Ahora mismo nosotros nos exigimos expresar nuestra repulsa con toda contundencia.
–Usted dice que ahora son más maduros y que eso se pone de manifiesto incluso en la contundencia de la respuesta ante una atentado, pero ante una atrocidad no hace falta madurez. La reacción brota espontánea.
–No me estoy refiriendo a la reacción humana, que siempre la ha habido, sino a la organizativa. Un millón de musulmanes no es lo mismo que dos millones; quinientas comunidades islámicas no son lo mismo que mil. Antes no teníamos la fuerza numérica de ahora. Antes no teníamos generaciones, ahora los musulmanes en España vamos por la cuarta o la quinta generación. Hoy salen las mujeres a liderar las manifestaciones como se ha visto en Cataluña. Esos factores no los teníamos antes y por eso nuestra voz era más débil.
–¿Han sentido que la sociedad española le exigía a los musulmanes que fueran más enérgicos en la protesta cuando había un atentado en nombre del Islam?
–Sí lo hemos sentido. Ha habido una reclamación social para que los musulmanes expresaran su condena ante este tipo de atentados.
–¿Ha notado a su alrededor algún sentimiento de culpa por el hecho de que haya atentados en nombre de su religión?
–No, no. Nosotros tenemos claro que no tenemos nada que ver con esto y, por tanto, no nos sentimos culpables. Al contrario. Al enterarnos del atentado de Barcelona sentimos exactamente lo mismo que cualquier ciudadano español, aunque con una diferencia: nosotros lo sentimos en la primera línea, porque si exceptuamos las víctimas directas, sus familiares y los que han sufrido daños de otro tipo, los musulmanes estamos también entre los más agredidos. Porque es un ataque a nuestra religión y también por las reacciones que se producen. Además, tras un atentado así los españoles salen a la calle igual que cualquier día, pero nosotros tenemos que decir a nuestras familias ‘cuidado, no nos gusta que salgas hoy’. Y es que hay una minoría que está esperando un momento como el de un atentado para que salga a relucir la islamofobia.
–¿Está siendo colonizado el Islam por los radicales?
–No, no, ni mucho menos. El Islam es una religión demasiado grande como para eso.
–Sin embargo, lo que aparece en las portadas de los periódicos es una versión violenta del Islam. ¿Un musulmán como usted no siente que los que pregonan la violencia en nombre del Islam le están robando su religión?
–Como decía antes, con estos atentados sus autores nos quieren secuestrar, pero no tengo duda de que ganará el Islam tolerante. Nuestra religión lleva un mensaje de paz. Desde hace muchísimos siglos, el Islam ha respetado la libertad religiosa y a las minorías.
–¿Por qué, entonces, está sirviendo para justificar actitudes de odio?
–A lo largo de la Historia siempre ha habido grupos con un pensamiento o una visión sobre las cosas completamente equivocados.
–Es verdad, ¿pero por qué cala en los jóvenes esa visión equivocada?
–Yo también me hago esa pregunta. ¿Quién manipula? ¿Quién está detrás de todo y maneja los hilos?
–¿Quién cree que los maneja?
–No lo sé, puede que haya muchas cosas detrás de esto que posiblemente no tengan que ver con los musulmanes. Lo que sí constato es que hay manos negras con interés en manchar el Islam.
–¿Y tiene alguna idea de dónde pueden estar esas manos negras? Hay teorías que dicen que al terrorismo lo financian naciones islámicas. ¿Usted lo cree?
–Yo no tengo ningún indicio, y no me cabe en la cabeza que una nación islámica financie el terrorismo. Tampoco sé dónde pueden estar esas manos negras, pero lo que sí veo son sus efectos y cómo unos jóvenes se meten en una célula terrorista y matan en nombre del Islam pero la inmensa mayoría no tiene ningún conocimiento coránico. No entiendo las razones, aunque no podemos olvidar que muchos viven en la marginación y que hay un panorama internacional muy complicado. En este sentido, sería muy positivo terminar con las intervenciones occidentales en los países árabes porque están sirviendo de pretexto a los grupos radicales. No podemos olvidar que el Estado Islámico es un efecto de la invasión norteamericana de Irak.
–¿Usted cree que si Occidente dejara de intervenir en los países árabes se acabaría el terror?
–Al menos cerraríamos la puerta a los grupos radicales que lo utilizan como argumento para atacar a Occidente. No tengo ninguna duda de que la mejor forma de luchar contra el radicalismo es el entendimiento entre Oriente y Occidente. Hay prejuicios en ambos lados. Yo llevo en Extremadura 30 años y creo que soy muy compatible con esta tierra, que me ha tratado como a un hijo. No hace mucho viajé a Gaza y tuve que quedarme 10 meses. Cuando yo contaba allí que todo a lo que puede aspirar un musulmán lo puede encontrar en Extremadura a la gente le extrañaba. El entendimiento es imprescindible.
–¿Pero es suficiente?
–No. También nos hace falta igualdad social en los países musulmanes y ofrecer futuro para los jóvenes a través de un camino democrático. Este es un asunto que atañe, en primer lugar, a los musulmanes.
––Habla de la igualdad social como antídoto contra el radicalismo y de la marginación como elemento que lo fomenta, ¿pero no le llama la atención que los autores de los atentados de Cataluña estaban integrados? El autor de la matanza de Las Ramblas, con 22 años, ganaba 1.900 euros al mes, más que la mayoría de los extremeños. ¿Si no hay marginación, qué hay?
–Posiblemente en este caso lo que ha habido ha sido manipulación mental. Lo que sabemos de los autores de los atentados es que no tenían conocimiento de la ley islámica y que han sido conducidos por el imán de Ripoll, del que no se sabía quién era.
–¿Y cómo es posible que pase eso? ¿Por qué no se exige a los imanes un currículum, una preparación demostrable?
–En el fondo es un problema de falta de dinero. La mayoría de las comunidades no tienen 800 o 1.000 euros para contratar a un imán y los que ejercen de imán son voluntarios. Yo empecé así y me he hecho imán ejerciendo porque no tengo estudios específicos. La Comisión Islámica de España organiza con la colaboración de la Fundación Pluralismo y Convivencia, que depende del Consejo de Ministros, cursos de formación para imanes. Nos gustaría tener una escuela específica, y_aún más: nuestra mayor aspiración sería tener una universidad islámica en España en la que formar imanes que, además de estudiar el Corán, tuvieran un amplio conocimiento de la realidad española y del idioma, ¿pero dónde están los medios? No obstante, insisto en el caso del imán de Ripoll, que estuvo cuatro años en la cárcel por tráfico de drogas. ¿Por qué no se informó a la comunidad musulmana de Ripoll de esos antecedentes? Yo estoy seguro de que si se hubieran conocido, no se le hubiera admitido como imán.
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