Comunidad 8 Un grupo de jóvenes en la mezquita del barrio Oliver de Zaragoza tras el rezo del pasado viernes. - ángel de castro
Los jóvenes de la comunidad musulmana aragonesa insisten en que los atentados «no tienen motivación religiosa» y temen que la «semilla del odio» cale si no se conocen sus costumbres
Más de una semana después del atentado yihadista en Barcelona y Cambrils la comunidad musulmana sigue perturbada. «Estamos doblemente afectados», relatan los jóvenes que participan en el rezo de los viernes. Como seguidores del islam denuncian que los autores del atentado única ente representan a una parte «muy pequeña» de la comunidad. Y como nacidos y residentes en Aragón se sienten «atacados» por una tragedia demasiado próxima.
Sin incidentes de convivencia en los últimos días, se apresuran a condenar el atentado. «Son personas enfermas, no tienen una motivación religiosa», asegura Ahmad Saad. La mezquita del barrio Oliver de Zaragoza reúne a una gran cantidad de fieles. El mensaje, según los estudiantes universitarios de entre 20 y 23 años que acuden al rezo, es de «comprensión y tolerancia». Como gran parte de la comunidad islámica creen que los terroristas han sido manipulados. «Es difícil saber qué les lleva a cometer algo así, pero está claro que no tienen objetivos en la vida y que se sienten diferentes», relata Saad.
De forma similar piensa Abdeladim Kandal, también universitario. «Son marionetas y juegan con ellos porque no tienen nada que ganar en esta vida y no han encontrado una guía correcta», expresa. El debate de la radicalización está muy presente en su círculo de amistades. Por eso creen fundamental que las mezquitas se abran al sector de la población con más riesgo de caer en estos engaños. «Es mejor que aprendan el islam aquí que por internet», reconocen. Todos ellos han visto los vídeos que Daesh cuelga en Youtube. Los ven «espectaculares» y pensados para atraer para hacer quedar como héroes a sus protagonistas. «Tienen mensajes muy potentes», indica Amin Mouhsine.
RELACIONES COTIDIANAS
Originarios de Marruecos, Argelia o Palestina, lamentan el desconocimiento de los usos relacionados con su religión. «Nosotros no tenemos ningún problema en nuestras relaciones cotidianas», expresa Abdourrahman Kandal. Dicen que como el resto de los jóvenes de la ciudad hablan de las mismas cosas, ven las mismas series (y con especial interés Juego de Tronos), y juegan con la consola. Lo de no beber alcohol o limitar su presencia en según qué fiestas no es un problema en el día a día. Lo equiparan a la actitud de los que hacen mucho deporte. «Acato mis costumbres sin meterme con los demás», asume.
El portavoz de la comunidad islámica en Zaragoza, Fawaz Nahhas, alerta de que se está «sembrando» la semilla del odio en la sociedad. «A los terroristas les interesa que se creen dos bandos y que todo el mundo se sienta atacado», denuncia. Las redes sociales, en las que casi nadie escribe dando la cara, son el semillero adecuado para empeorar la situación. «Los ataques de Barcelona y Cambrils no tienen nada que ver con la religión», destaca. Pero en medio de todo todavía se encuentran pequeñas victorias. Un ejemplo es la fotografía entre el imán de Rubí abrazado al padre de una de las víctimas que murieron atropelladas en la Rambla. «A Al Daesh le habrá sentado fatal: ellos solo buscan la intolerancia», resume Saad.
La figura del imán como líder espiritual está siendo muy polémica por la relevante participación del tutor de la comunidad de Ripoll en la organización de los crímenes. Algo así es difícil que suceda en Aragón, relatan los fieles. Aunque no existe un control oficial sobre las 70 mezquitas de la comunidad alegan que prima la responsabilidad. «Si nuestro imán no difundiera la religión verdadera se le reprocharía», aseguran.
El rezo del pasado viernes versó sobre las relaciones familiares y la necesidad de colaborar en la sociedad. En el templo existe una rígida separación entre hombres y mujeres y la lengua principal es el árabe, aunque el comentario a los textos sagrados se traduce al español ya que algunos jóvenes nacidos en Zaragoza no tienen la destreza suficiente con el idioma. «Desde el púlpito jamás se ha dicho que los españoles sean nuestros enemigos», destaca con rotundidad Saad.
El próximo viernes los árabes en Aragón celebrarán su fiesta del cordero. Es una de las celebraciones más importantes para la comunidad. Tienen previsto un rezo público en el parque de la Paz. La memoria de los atentados también estará presente y leerán un comunicado de repulsa a la tragedia.
Fouad Laaziri es un fiel de mayor edad que participa en las actividades de la comunidad. Defiende la existencia de este tipo de celebraciones más abiertas como forma de integración. «Tenemos que fomentar la relación con nuestros vecinos», dice. Y relata cómo fueron los primeros meses de vida de la mezquita y la inquietud del barrio. «Algunas mujeres me dicen ahora que pasaron mucho miedo», recuerda.
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