lunes, 7 de agosto de 2017

Birmania niega abusos contra la minoría rohinyá

Bangkok,07-08-2017,EFE


Aung San Suu Kyi durante la ceremonia del proceso de paz Foto: EFE

Las autoridades birmanas no reconocen la ciudadanía a los rohinyá, sino que les considera inmigrantes bengalíes

Las autoridades de Birmania (Myanmar) negaron haber cometido crímenes contra la humanidad durante la operación militar en el oeste del país del año pasado contra la minoría musulmana rohinyá, tal como denunció Naciones Unidas.

Una investigación gubernamental sobre la campaña iniciada por el Ejército tras el asalto armado del pasado octubre que causó la muerte de nueve guardias fronterizos concluyó que las fuerzas de seguridad no cometieron abusos contra esa minoría.

El Ejército birmano respondió al ataque, atribuido a Harakah al-Yaqin, un grupo rebelde rohinyá, con una operación de seguridad que llevó a al menos 74.000 rohinyás a huir a Bangladesh y a la ONU y a otras organizaciones a denunciar numerosos abusos contra la población civil, incluidos asesinatos, violaciones y quema de casas.

El vicepresidente birmano, Myint Swe, afirmó que no hay pruebas de crímenes contra la humanidad o limpieza étnica al presentar este domingo el resultado de la investigación de su Gobierno, según recoge hoy el diario estatal Global New Light of Myanmar.

Protestas 

Myint Swe rechazó así la denuncia contenida en un informe del pasado febrero del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, que llevó a la creación de una comisión de investigación a la que las autoridades birmanas han vetado el acceso al país.

El informe de la comisión gubernamental birmana acusó a la investigación de la ONU de exagerar el número de muertos, heridos y daños causados por las fuerzas de seguridad y le recriminó que no diera más importancia a los causados por el ataque rebelde.

Más de un millón de rohinyá viven en el estado birmano de Rakhine, donde sufren una creciente discriminación desde el brote de violencia que causó en 2012 al menos 160 muertos y dejó a unos 120.000 de ellos confinados en 67 campos de desplazados.

Las autoridades birmanas no reconocen la ciudadanía a los rohinyá, sino que les considera inmigrantes bengalíes, y les impone múltiples restricciones, incluida la privación de movimientos.

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