Valencia,10-06-2009, Laila Chukair,opinión, Islamvalencia.-
Después de la debacle diplomática que significó la era Bush, el mandato del nuevo presidente estadounidense, Barack Obama, abre un periodo de entendimiento y diálogo entre los distintos pueblos que habitan el planeta. El talante negociador de Obama se evidencia especialmente en las relaciones con el mundo islámico, terriblemente desgastadas por la arrogancia y el unilateralidad que marcaron la política exterior de su antecesor y por las consignas sobre un “choque de civilizaciones” de los teóricos neocon.
En la rueda de prensa ofrecida el sábado por el presidente de Estados Unidos y su homólogo francés, Nicolás Sarkozy, con motivo de la celebración del desembarco de Normandía, Obama mantuvo un discurso conciliador respecto a Oriente Próximo, en línea con el pronunciado el jueves en el Cairo. La predisposición del líder norteamericano a involucrar al mundo árabo-musulmán en la política global y su llamamiento a romper el antagonismo entre Islam y Occidente allanan el camino para la construcción un nuevo orden mundial basado en el reconocimiento y el respeto de la diversidad.
A pesar de los esfuerzos del presidente francés por hacer suyas las palabras reconciliadoras de Obama, el discurso de Sarkozy no pudo evitar chirriar en algunos momentos. Lo hizo en la cuestión de Turquía, cuya entrada en la Unión Europea es apoyada por Obama y no así por Sarkozy, que se empeña en considerarla un puente entre Oriente y Occidente, pero nunca un poder europeo porque se encuentra, según él, fuera de las fronteras de Europa, obviando que los límites geográficos son también construcciones ideológicas.
El desencuentro se produjo también en lo que respecta a la legislación sobre el velo de las mujeres musulmanas. Mientras Obama defendió la libertad de las mujeres a la hora de decidir si quieren llevar o no esta prenda, Sarkozy apoyó la legislación francesa que desde 2004 prohíbe el hiyab en las escuelas públicas y la Administración por considerarlo un símbolo religioso que atenta contra la laicidad del Estado y que dificulta la convivencia.
La prohibición del velo es una violación flagrante de la libertad de expresión y religiosa, porque obliga a las mujeres afectadas a desprenderse de algo que han elegido libremente y que no coarta la libertad de otras personas. Con esta ley, el Estado francés no sólo va en contra de las libertades que ha defendido históricamente, sino que discrimina a las mujeres que opten por llevar hiyab al impedirles asistir a la escuela pública o trabajar en la Administración.
En este sentido se pronunció Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional, cuando aseguró en una entrevista al El País que la ley francesa sobre el uso del velo vulneraba los derechos humanos y podría tener un efecto discriminatorio sobre los estudiantes. Ejercer una laicidad agresiva que se intromete en el ámbito personal y obliga a las personas a renunciar a opciones tomadas libremente y sin perjudicar a otros, coloca a Francia, salvando las distancias, en una posición similar a la de Arabia Saudí, que instrumentaliza su interpretación del islam para restringir la libertad de las mujeres y obligarlas a cubrirse con el velo, quieran o no.
La polémica que suscita el hiyab en Europa responde a una visión uniforme de la cultura y la sociedad en la que no se admite la diferencia. Las fuerzas de la globalización modelan sociedades cada vez más multiculturales, en las que deben convivir distintas religiones, creencias y estilos de vida. Sin embargo, lejos de ser una fuente de conflictos, la diversidad cultural puede ser beneficiosa y enriquecedora para la sociedad si se adopta una postura abierta y dialogante que debe empezar en las instituciones políticas. Obama parece haber entendido el ritmo de los tiempos. Esperemos que Sarkozy y el resto de dirigentes europeos lo hagan pronto.
Islam España es el portal del islam en lengua española , un proyecto de futuro para la convivencia,la cooperación y el diálogo.
Después de la debacle diplomática que significó la era Bush, el mandato del nuevo presidente estadounidense, Barack Obama, abre un periodo de entendimiento y diálogo entre los distintos pueblos que habitan el planeta. El talante negociador de Obama se evidencia especialmente en las relaciones con el mundo islámico, terriblemente desgastadas por la arrogancia y el unilateralidad que marcaron la política exterior de su antecesor y por las consignas sobre un “choque de civilizaciones” de los teóricos neocon.
En la rueda de prensa ofrecida el sábado por el presidente de Estados Unidos y su homólogo francés, Nicolás Sarkozy, con motivo de la celebración del desembarco de Normandía, Obama mantuvo un discurso conciliador respecto a Oriente Próximo, en línea con el pronunciado el jueves en el Cairo. La predisposición del líder norteamericano a involucrar al mundo árabo-musulmán en la política global y su llamamiento a romper el antagonismo entre Islam y Occidente allanan el camino para la construcción un nuevo orden mundial basado en el reconocimiento y el respeto de la diversidad.
A pesar de los esfuerzos del presidente francés por hacer suyas las palabras reconciliadoras de Obama, el discurso de Sarkozy no pudo evitar chirriar en algunos momentos. Lo hizo en la cuestión de Turquía, cuya entrada en la Unión Europea es apoyada por Obama y no así por Sarkozy, que se empeña en considerarla un puente entre Oriente y Occidente, pero nunca un poder europeo porque se encuentra, según él, fuera de las fronteras de Europa, obviando que los límites geográficos son también construcciones ideológicas.
El desencuentro se produjo también en lo que respecta a la legislación sobre el velo de las mujeres musulmanas. Mientras Obama defendió la libertad de las mujeres a la hora de decidir si quieren llevar o no esta prenda, Sarkozy apoyó la legislación francesa que desde 2004 prohíbe el hiyab en las escuelas públicas y la Administración por considerarlo un símbolo religioso que atenta contra la laicidad del Estado y que dificulta la convivencia.
La prohibición del velo es una violación flagrante de la libertad de expresión y religiosa, porque obliga a las mujeres afectadas a desprenderse de algo que han elegido libremente y que no coarta la libertad de otras personas. Con esta ley, el Estado francés no sólo va en contra de las libertades que ha defendido históricamente, sino que discrimina a las mujeres que opten por llevar hiyab al impedirles asistir a la escuela pública o trabajar en la Administración.
En este sentido se pronunció Irene Khan, secretaria general de Amnistía Internacional, cuando aseguró en una entrevista al El País que la ley francesa sobre el uso del velo vulneraba los derechos humanos y podría tener un efecto discriminatorio sobre los estudiantes. Ejercer una laicidad agresiva que se intromete en el ámbito personal y obliga a las personas a renunciar a opciones tomadas libremente y sin perjudicar a otros, coloca a Francia, salvando las distancias, en una posición similar a la de Arabia Saudí, que instrumentaliza su interpretación del islam para restringir la libertad de las mujeres y obligarlas a cubrirse con el velo, quieran o no.
La polémica que suscita el hiyab en Europa responde a una visión uniforme de la cultura y la sociedad en la que no se admite la diferencia. Las fuerzas de la globalización modelan sociedades cada vez más multiculturales, en las que deben convivir distintas religiones, creencias y estilos de vida. Sin embargo, lejos de ser una fuente de conflictos, la diversidad cultural puede ser beneficiosa y enriquecedora para la sociedad si se adopta una postura abierta y dialogante que debe empezar en las instituciones políticas. Obama parece haber entendido el ritmo de los tiempos. Esperemos que Sarkozy y el resto de dirigentes europeos lo hagan pronto.
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