miércoles, 23 de noviembre de 2016

Continúa el flujo de birmanos rohingya que huyen de la violencia en Rajine hacia Bangladesh

MADRID| 23/11/2016, EUROPA PRESS


Un total de 200 musulmanes rohingya procedentes de Birmania han entrado en Bangladesh este martes a través del paso fronterizo de Teknaf, huyendo de la violencia registrada en el convulso estado de Rajine, en el oeste del país, según ha indicado el diario bangladeshí 'New Age'.

En total, unos 1.200 birmanos han conseguido llegar al país vecino a pesar del operativo llevado a cabo por las fuerzas de seguridad de Bangladesh para evitar su entrada.

Los guardias fronterizos han logrado detener a algo más de 200, a los que han devuelto a suelo birmano

Los musulmanes rohingya están entrando en el país vecino atravesando de forma furtiva el río Naff, que divide a los dos países, a diferentes alturas, según ha confirmado el comandante de la Guardia Fronteriza en Teknaffk, el teniente coronel Abuyar al Jahid.

Este domingo, el ministro bangladeshí de Interior, Asaduzzman Jan, aseguró que Bangladesh no permitiría a nadie entrar en su territorio.

Días antes, el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR)pidió al Gobierno que mantuviera abierta su frontera con Birmania y permitiera el paso seguro a cualquier civil que quiera dejar el país vecino.

Desde el Gobierno bangladeshí acusan a los miles de birmanos que residen en diferentes distritos de Bangladesh de provocar disturbios y amenazar a la seguridad del país.

Rajine vive una situación crítica desde que el pasado 9 de octubre se registraran varios ataques que acabaron con la muerte de nueve guardias fronterizos. El Gobierno cree que un grupo de cerca de 400 musulmanes rohingya planeó y ejecutó los ataques.

El Ejército se ha desplegado por el norte de Rajine, cerca de la frontera con Bangladesh, después de este ataque, bloqueando el acceso a la zona a los trabajadores y a la mayoría de los periodistas.

Por su parte, los musulmanes rohingya han acusado al Ejército de violaciones y de incendiar las viviendas de los civiles, algo que tanto el Gobierno como el Ejército niegan.

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