Una población envejecida tiene un impacto negativo en el consumo
"La insuficiente natalidad de los españoles en las últimas tres décadas, que equivale a un lento suicidio demográfico, amenaza gravemente el futuro de nuestro sistema de pensiones, la sanidad pública y nuestra prosperidad económica, y conduce a la despoblación de amplias zonas de España". Ésta es una de las conclusiones del estudio El suicidio demográfico de España de Alejandro Macarrón, consultor de estrategia empresarial, que aborda un tema "gravísimo" a su juicio y del que "se habla muy poco".
Basta un dato para centrar esta gravedad: con la pirámide de población actual, ya nos faltan entre 9 y 12 millones de jóvenes y niños. Como explica de forma gráfica el economista Juan Velarde "el problema demográfico de España es tan grave que, si seguimos así, España desaparece, ¿qué futuro tiene un país de viejos?".
Lo cierto es que el problema de la baja natalidad en nuestro país viene de largo y no es exclusivamente nuestro. La natalidad empezó a caer a partir del año 1977, cuando el número de nacimientos comenzó a descender, disminuyendo un 46 por ciento en menos de dos décadas, hasta los años 1995 y 1996, cuando nuestra natalidad tocó fondo, explica Macarrón en su estudio. Y, en efecto, tampoco es una cuestión endémica española: en Alemania faltan ya aproximadamente unos 20 millones de personas menores de 40 años para configurar una pirámide demográfica coherente. Se trata de un problema global de Occidente, pero en España se trata de un fenómeno particularmente agudo, sostiene este experto, que en su opinión, la crisis ha agudizado.
Y es que en 2009, en plena crisis, hay un punto de inflexión doble. Por primera vez, y desde que la natalidad repuntase desde los niveles mínimos de los noventa a consecuencia de la llegada de la inmigración, ésta empieza a caer: llegan menos inmigrantes o los que están, se van. En datos, entre 1999 y 2009, la población española pasó de 40 millones de habitantes a unos 47 millones y todo este crecimiento se debió a los inmigrantes y a los hijos de padres y madres de inmigrantes. "Con la crisis, sentencia Macarrón, el flujo migratorio tal vez sea ya negativo".
Freno de la inmigración
La inmigración se ha frenado en seco con la crisis. Y como la fecundidad de los inmigrantes también suele caer drásticamente cuando se acostumbran a nuestro modo de vida, con la excepción parcial de los musulmanes, es posible que a lo largo de 2011, comencemos a perder población, "algo que no sucedía desde la Guerra Civil, y que no ayudaría precisamente a una recuperación vigorosa de nuestra economía de la actual recesión", explica este experto.
Entre julio de 2009 y de 2010, más de la mitad de las provincias españolas perdieron población residente. Algo que sugiere que pasado el "espejismo del boom migratorio" iniciado en los 90, más de media España ha regresado a una dinámica de despoblación. Los datos son dramáticos. A la vista de los del INE, en ciudades como Lugo, Orense, Zamora y Palencia, se necesita más de un cien por cien de incremento de nacimientos para que haya relevo generacional.
En Lugo, Zamora y Orense se registró en 2009 un ratio de más de dos fallecidos por cada nacimiento. Asturias pasó de un tasa positiva de nacimientos frente a fallecimientos de 7,42 por mil habitantes, en 1976, a una negativa de -4,22, en 2009. Allí se necesita un 91 por ciento más de nacimientos para que haya relevo generacional.
En términos generales y con nuestras actuales tasas de fecundidad (1,44 hijos por mujer en 2009), aún necesitaríamos casi un 50 por ciento más de nacimientos, unos 250.000 al año, simplemente para asegurar el reemplazo de la población, esto es, de 2,1 hijos por mujer, una tasa desconocida en España desde hace treinta años. Y ese mismo año, el INE estima que murió más gente de la que nació en dieciocho provincias españolas, incluyendo entre ellas la otrora boyante Vizcaya, en la que hace sólo un tercio de siglo nacían doce personas más de las que fallecían por cada mil habitantes.
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