jueves, 27 de febrero de 2020

Hans Küng: La Iglesia Católica debe reconocer al profeta Muhámmad

Ceuta,27 febrero 2020,Esislam.com


Hans Küng es una sacerdote y teólogo católico de origen suizo. Profesor emérito de Teología Ecuménica en la Universidad de Tubinga desde 1996. En 1962 fue nombrado oficialmente teólogo conciliar por el papa Juan XXIII y en calidad de tal participó activamente como perito del Concilio Vaticano II. En 1979 la Santa Sede le retiró la licencia a Küng para enseñar teología católica, debido en parte a su libro “¿Infalible? Una pregunta”, donde cuestiona el dogma de la infalibilidad en la Iglesia. El papa Benedicto XVI lo recibió en 2005 y hubo un diálogo cordial entre ambos, como fue reconocido por ambas partes. El trabajo de Hans Küng se ha reflejado en una vasta obra, cuyo denominador común en las publicaciones de lás últimas décadas es el fomento de la mutua comprensión y la consolidación de una nueva ética mundial que posibilite la convivencia de las religiones.

En su libro “El Islam, Historia, Presente, Futuro” declara que también después de Jesús hay auténticos profetas y que es un prejucio dogmático lo que lleva a los cristianos a reconocer como profeta a Amós, Oseas, Isaías, Jeremías y al extremamente violento Elías, pero no a Muhámmad. El reconocimiento de Muhámmad como profeta tendría consecuencias enormemente positivas para el entendimiento entre cristianos y musulmanes, según el teólogo suizo.

En palabras de Hans Küng:

“Como es buen sabido, hay muchas religiones que no conocen profetas en sentido estricto: los hindúes tienen sus gurúes y su saddhus, los chinos sus sabios, los budistas sus maestros;pero a diferencia de judíos, cristianos e incluso musulmanes, ninguno de ellos tiene sus profetas. Sin embargo, no cabe duda de que si alguien, en toda la historia de las religiones, es llamado sencillamente “el Profeta”- porque afirmaba ser tal y nada más que tal- ese no es otro que Muhámmad. También el cristiano (o el judío) ortodoxo debería tomar buena nota de determinados paralelismos:

Al igual que los profetas de Israel, Muhámmad no ejercía su tarea profética en virtud de un cargo conferido por la comunidad (o sus autoridades), sino de una relación personal con Dios.

Al igual que los profetas de Israel, Muhámmad era una persona con gran fuerza de voluntad que se veía a sí misma inspirada por completo, requerida en su totalidad, comisionada en exclusiva, por la vocación recibida de Dios.

Al igual que los profetas de Israel, también Muhámmad proclamó su mensaje en medio de una crisis religioso-social y a causa de su apasionada piedad y su subversivo anuncio, se enfrentó a las castas adineradas y dominantes, así como a la tradición por ellas custodiada.

Al igual que los profetas de Israel, quien solía denominarse así mismo amonestador, no desea ser sino el altavoz de Dios: no proclama su propia palabra sino la palabra de Dios.

Al igual que los profetas de Israel, Muhámmad anuncia incasablemente al Dios Uno,quien no tolera a ningún otro dios junto a sí y es Creador bondadoso a la vez que Juez clemente.

Al igual que los profetas de Israel, también Muhámmad exhorta a la obediencia incondicionada, la sumisión y la entrega (islam) a este Dios Uno, es decir, a todo aquello que está incluido en el agradecimiento a Dios y en la generosidad para con el prójimo.

Al igual que los profetas de Israel, también Muhámmad vincula su monoteísmo con un humanismo, la fe en el Dios Uno y en su Juicio final con la exigencia de justicia social: amenazas a los injustos, que irán al infierno y promesas a los justos, que serán congregados en el Paraíso divino.

Millones de cristianos adoran a Allah

Quien pone la Biblia al lado del Corán y lee ambos simultáneamente no puede sino preguntarse: ¿no tienen las tres religiones reveladas de origen semítico-judaísmo, cristianismo e islam-, no tienen, sobre todo la Biblia hebrea y el Corán, la misma base? ¿No resulta más que evidente que, tanto en una como otra sagrada escritura, se habla de uno y el mismo Dios? ¿No existe una cierta correspondncia entre el “así habla el Señor” de la Biblia hebrea y el ¡habla! (qul:332 veces) del Corán, entre el bíblico “Ve y anuncia” y el coránico “levántate y advierte”? Y por último:¡Tampoco los millones de cristianos de lengua árabe conocen otra palabra para nombrar a Dios salvo “Allah”!

Así pues,¿no es un prejucio dogmático lo que lleva a los cristianos a reconocer como profeta a Amós, Oseas, Isaías, Jeremías y al extremamente violento Elías, pero no a Muhámmad? (…)

También después de Jesús hay auténticos profetas

Y cuando la Iglesia Católica, según la declaración sobre las religiones no cristianas del Concilio Vaticano II (1964)- permítaseme en este contexto una cita que no es meramente ritual – “mira con aprecio a los musulmanes, que adoran al Único Dios… que habló a los hombres (Nostra Aetate 3), en mi opinión esta misma Iglesia también debería -y lo mismo cabe decir de las demás iglesias cristianas -“mirar con aprecio” a aquel cuyo nombre, por turbación, se silencia en el citado documento, aunque él y solo él fue quien condujo a los musulmanes a la adoración de este Dios Único, aunque Dios habló a los hombres a través de él: ¡Muhámmad, el Profeta!

El judío que niegue de antemano que Muhámmad tuvo cualidades de profeta no debe olvidar que, en la Biblia hebrea, hay profetas muy diferentes entre sí y que quizás no todos fueron grandes modelos de humanidad. Y el cristiano que niegue de antemano que depués de Cristo puede venir algún profeta ha de tener en cuenta que, según el Nuevo Testamento, también después de Cristo hay auténticos profetas: hombres y mujeres que confirman su persona y su mensaje, interpretándolo y proclamándolo en una época y situación nuevas. Así, por ejemplo, en la comunidades paulinas (como se desprende de la primera carta a los Corintios) los “profetas” ocupan el segundo lugar, detrás sólo del apóstol. Sin embargo, el profetismo – un fenómeno de origen fundamentalmente judío- desapareció del perfil de la mayoría de las comunidades cristianas poco después de llegar a su fin la misión paulina y consumarse la postergación del judeocristianismo. Tras la crisis montanista de los siglos II y III (la doctrina de Montano, de inspiración vetero-cristiano-apocalíptica, se presentaba como el “nuevo profetismo”), los profetas, y sobre todo, las profetisas cayeron generalizadamente en desgracia

Pero desde la perspectiva del Nuevo Testamento no es necesario impugnar dogmáticamente de antemano que Muhámmad se viera a sí mismo como un profeta verdadero después de Jesús y afirmara representar en esencia lo mismo que este. Es cierto que todavía queda por aclarar en detalle la relación entre Jesús el Cristo y Muhámmad el Profeta.Pero ya sólo este reconocimiento de Muhámmad como profeta ¿no tendría consecuencias enormemente positivas para el entendimiento entre cristianos y musulmanes, y sobre todo, para el mensaje que él proclamó y luego quedó recogido en el Corán?”.

Creemos que la propuesta de Hans Küng es una posibilidad real de avanzar en la unidad de las religiones abrahámicas y que debería ser tenida en cuenta por parte de la Iglesia Católica. El tiempo está maduro para ese reconocimiento

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