Musulmanes de todas partes del mundo lanzaron rocas el domingo como parte del ritual de apedreamiento del diablo, al comienzo de la fase más riesgosa del peregrinaje anual del haj en Arabia Saudita, donde cientos de personas murieron asfixiadas por una multitud en estado de pánico hace cuatro años.
El Reino de Arabia Saudita tiene la reputación de ser guardián de los lugares más sagrados del Islamismo, La Meca y Medina, y de organizar la mayor congregación de musulmanes del mundo cada año, que reproduce la ruta que tomó el profeta Mahoma hace 14 siglos. Decenas de miles de efectivos de seguridad y médicos fueron desplegados en las zonas sagradas, respaldados por sofisticados equipos de vigilancia, como drones, para mantener el orden.
Casi dos millones y medio de peregrinos, en su mayoría extranjeros, llegaron para el ritual de cinco días, un deber para cada musulmán que puede hacerlo alguna vez en la vida. A los fieles se les pide que sigan la estricta de programación del haj, pero en vista de la enorme multitud, existe un riesgo constante de que surjan estampidas.
Bajo una estrecha supervisión y vestidos con túnicas blancas para representar un estado de pureza, los peregrinos acudieron al Jamarat para lanzar piedras en un puente de tres plantas erigido para evitar la congestión excesiva, después de letales estampidas ocurridas en años anteriores.
Los fieles seguirán acudiendo al puente en los próximos dos días para continuar el ritual antes de regresar a La Meca a orar en la Gran Mezquita al finalizar el haj. Las autoridades saudíes han instado a los peregrinos a dejar de lado la política durante los rituales, pero la violencia en el Oriente Medio, incluidas las guerras en Yemen, Siria y Libia, y en otros puntos críticos de la región, sigue en la mente de muchos.
El pastelero Alaa Watad, de la provincia siria de Idlib, el último enclave rebelde importante en la guerra civil del país, dijo que su ciudad natal estaba “empapada de sangre”.“Rezamos a Alá desde el fondo de nuestros corazones para que nos brinde alivio a nosotros y a Siria”, dijo Muhammad al-Jarak, otro peregrino de Idlib.
Mientras tanto, peregrinos pakistaníes expresaron su preocupación por Cachemira después de que la semana pasada las autoridades indias revocaron el estado especial de la región fronteriza, que durante mucho tiempo ha sido un punto crítico para las tensiones regionales.
“Recé (en La Meca) por un Gobierno y una nación pakistaní muy fuertes y para que toda la uma (comunidad) musulmana se uniera y se fortaleciera financiera, moral y mentalmente”, dijo Syed Sajjad Ali Bukhari, un jubilado que vive en Canadá.
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