viernes, 15 de febrero de 2019

«Al ser musulmana y llevar pañuelo, es complicado encontrar trabajo»

LUGO,15/02/2019, LA VOZ,LORENA GARCÍA CALVO


Participa junto a otras 40 mujeres en un proyecto de Alar Galicia cuya finalidad es la integración laboral

Samira Boudallaa Erramiqi tiene 42 años y nació en Marruecos. Desde hace once vive en Lugo junto a su familia. Se desenvuelve con maestría hablando castellano, es de sonrisa fácil y amable. Está integrada en la sociedad, pero por mucho que lo intenta no logra encontrar trabajo. Su condición de mujer musulmana que viste el pañuelo le cierra puertas una y otra vez, aunque ella no ceja en su empeño. Es una luchadora. Una resiliente que ha sido capaz de salir adelante incluso después de que la vida la azotara de la forma más cruel. Hace tres años, un cáncer de sangre se llevó a su hijo mediano. Toda la familia experimentó el dolor en estado puro, pero ahora intentan mirar al futuro. Y el primer paso es lograr un empleo.

«Al ser musulmana y llevar pañuelo, es complicado encontrar trabajo. La primera pregunta que te hacen es si puedes quitártelo, y para mí es difícil. Yo puedo integrarme, hablar perfectamente, he participado en muchos cursos y charlas, tengo muchos amigos y amigas españoles, pero el problema siempre es el mismo. Cuando busco empleo lo que me dicen es ‘me gusta cómo hablas, pareces trabajadora, pero ¿no puedes quitarte el pañuelo?’. Y a mí me duele, porque yo lo llevo con gusto, con conciencia; nadie me obliga, lo hago porque soy creyente».

Samira y sus hijos llegaron a Lugo hace once años siguiendo los pasos de su marido, que había emigrado antes. «Salimos de Marruecos para buscar una vida mejor», relata. Al principio su esposo trabajaba en la venta ambulante y ella cuidaba a los niños. Luego la situación se fue complicando y ella intentó entrar en la rueda del mercado laboral.

«Al no tener estudios, porque el bachillerato de Marruecos no me lo homologaban, busqué trabajo en limpieza o cuidando hogares, ya que para otros trabajos te piden estudios y yo, por la economía y por la carga familiar, no puedo acceder a una carrera». Pero la búsqueda no dio sus frutos, así que mientras esperaba su oportunidad, seguía formándose. «Soy una mujer activa. Mientras no hay empleo, intento formarme, integrarme y aprender más. Quiero ser ejemplo de mujer musulmana emigrante que conserva su cultura y se puede integrar con los demás manteniendo mis creencias», desea.

 La búsqueda activa

Durante los últimos cinco años, cuando Samira ha estado más activamente buscando trabajo, los resultados han sido nulos. Solo el verano pasado le surgió una propuesta para limpiar que no respondía a los cánones de un trabajo con un salario digno. Además, por medio se cruzó la desgracia.

«En el 2015 mi hijo se puso enfermo, estábamos con ingresos hospitalarios constantes entre Lugo y Santiago. Se complicó todo y lo pasamos mal. Ese verano, después de que falleciera, tuvimos que regresar a Marruecos porque fue un trauma grande para toda la familia», cuenta con entereza y con los ojos brillantes por unas lágrimas que se reserva. «En ese momento pensábamos quedarnos allí porque queríamos escapar del duelo», prosigue, pero en su país se encontraban de nuevo sin trabajo y sin paro. Y con las fuerzas muy justas. Volvieron a Galicia y desde entonces han ido capeando el temporal como han podido.

Hoy en su hogar solo entra la ayuda de la risga, la renta de integración social, «y llegar a fin de mes es muy difícil». Pero aunque la frustración les acecha de vez en cuando, Samira no quiere permitírselo. «Tenemos que buscarnos la vida pensando en los niños», su gran orgullo. La mayor cursa en Vigo un ciclo superior de higiene bucodental y el pequeño tiene doce años. Ambos estudian, igual que su madre.

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