lunes, 18 de septiembre de 2017

Los oratorios del Baix Llobregat, entre el arraigo pionero y los obstáculos actuales

Barcelona,18/09/2017,lavanguardia.com,JOSE POLO, Sant Vicenç dels Horts


Miembros de las comunidades islámicas de Sant Vicenç en la manifestación contra el terrorismo (Maite Aymerich)

El Baix Llobregat es la segunda comarca de Catalunya, después del superpoblado Barcelonès, con más centros islámicos
Algunos ya tienen una larga tradición, como el de Sant Vicenç dels Horts, mientras otras comunidades como las de Molins de Rei y Sant Feliu luchan contra el rechazo

El Baix Llobregat siempre ha sido una comarca compleja. Primero fue una de las grandes receptoras de la inmigración española durante el franquismo y, ya con la dictadura acabada, ha sido uno de los puntos de Catalunya que también ha recibido más inmigración extranjera. Un hecho con consecuencias políticas, culturales y, también, religiosas.

Según datos de Afers Religiosos de la Generalitat de Catalunya, 21 de los 256 centros islámicos con oratorio de Catalunya están en el Baix Llobregat. Tras el superpoblado Barcelonès, es la segunda comarca catalana con un mayor número de estas instalaciones. Muchos de estos centros cuentan con una gran tradición y arraigo, mientras que otros más nuevos aún sortean obstáculos y recelos.

Siendo una de las pioneras, la comunidad islámica de Sant Vicenç dels Horts se instaló en el año 1978 en el barrio de La Guardia. “Al principio era una comunidad muy pequeña, formada por cuatro o cinco familias”, relata a La Vanguardia uno de los coordinadores actuales, Abdeslam Ahanmim. Eran personas marroquíes en busca de un futuro más halagüeño. “En los años 70 nuestro municipio recibió muchos inmigrantes de Marruecos, que ahora ya tienen hijos e incluso nietos”, añade la alcaldesa, Maite Aymerich.


Una comunidad de musulmanes rezando en una mezquita (Erdem Sahin / EFE)

“No es obligatorio, pero nuestra religión nos recomienda rezar en grupo y eso es, básicamente, lo que hacían entonces y lo que seguimos haciendo ahora”, explica Abdeslam. Según cuenta este miembro de la comunidad vicentina, la convivencia con los vecinos del barrio siempre ha sido “muy buena”. “Hemos tenido mucha interacción con los vecinos, aquí todos nos conocemos de toda la vida”, indica.

“Siempre ha existido una relación fluida, sin conflictos y esto es, en parte, gracias al trabajo de muchos gobiernos municipales”, opina la alcaldesa por su parte. Aymerich resalta el trabajo de las dos comunidades musulmanas en Sant Vicenç.

Y es que en 2011 nació, en el barrio de Can Ros, otra entidad de este tipo. “Tenemos un espacio para culto pero también una asociación cultural donde hacemos cursos de árabe y de catalán, actividades para los niños y nos gusta colaborar en las actividades del pueblo como las ferias”, asegura su presidente, Miloud Ouattaleb. Antes de habilitar este espacio de 284 metros cuadrados Miloud se personó, casa por casa, para “explicar el proyecto a los vecinos”. “Ninguno se opuso”, rememora.

El ejemplo de Teresa

En esta convivencia entre diferentes culturas y religiones destaca la figura de una católica: Teresa Losada. Esta monja fue la fundadora de una de las entidades referentes en Catalunya en el diálogo interreligioso, Bayt Al-Thaqafa. Tras nacer en Lugo, Losada pasó buena parte de su vida en Sant Vicenç dels Horts. De hecho, Bayt Al-Thaqafa tiene doble sede: en Barcelona y en esta población del Baix Llobregat. La gallega llegó a ser Creu de Sant Jordi y sigue siendo una referencia en Sant Vicenç después de su muerte.

Durante la manifestación de repulsa a los atentados terroristas de Barcelona y Cambrils, las dos comunidades islámicas de Sant Vicenç salieron a la calle con una sola pancarta, en la cual rezaba una frase de Losada: “Todos somos nosotros”. Coincidiendo con el Día Internacional de la Paz, ambas entidades y la sociedad civil vicentina volverán a manifestarse, esta vez en la Plaça de la Vila. Aunque Abdeslam recuerda que “no tienen que justificarse” porque simplemente no tienen “nada que ver con el terrorismo”, estarán presentes para abogar por la convivencia y la paz.

La escuela y la mujer, claves en la convivencia

Otro de los puntos del Baix Llobregat donde la inmigración procedente de países como Marruecos fue muy temprana es Viladecans. “La integración perfecta no existe, hay que seguir trabajando día a día”, considera la teniente de alcalde de Presidencia y durante muchos años concejal de Educación, Gisela Navarro.

En el barrio de les Sales, en los bajos de un bloque de viviendas, se encuentra el Centro Islámico Al-Noor. “Su instalación allí no fue sencilla”, asume Navarro. Algunos de los vecinos tuvieron recelos en su día. “Se tuvo que negociar mucho, tuvieron que hacer muchas puertas abiertas”, recuerda la edil socialista. “Pero quisieron ser muy abiertos al barrio y eso ayudó”, argumenta. Además de rezar, hacen clases de árabe para niños, actividades y ciclos temáticos. “Les preocupa mucho que sus hijos pierdan su lengua”, asegura Gisela Navarro.

Después de aquellas asperezas iniciales, la convivencia a día de hoy es correcta, valora. “Los dos ejes de socialización clave son la educación en las escuelas, por la que hemos apostado de forma decidida en Viladecans, y el trabajo con las mujeres musulmanas”, opina la concejal. “Los hombres musulmanes suelen estar todo el día trabajando y ellas son más accesibles”, argumenta. “Es una labor lenta y constante, de hormiga”, define.

El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, reunido con los organizadores de la concentración con el lema 'La comunidad musulmana contra el terrorismo', que se celebró en la plaza de Catalunya en repulsa por los atentados del jueves día 17 en la capital catalana y en Cambrils.


El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, reunido con los organizadores de la concentración con el lema 'La comunidad musulmana contra el terrorismo', que se celebró en la plaza de Catalunya en repulsa por los atentados del jueves día 17 en la capital catalana y en Cambrils (Marta Pérez / EFE)

El gran templo de Cornellà

Diferente a estos casos es el de Cornellà de Llobregat, donde se creó un centro con capacidad para 1.300 personas. Para levantar el Al Tauba, el Ayuntamiento cedió unos terrenos a 50 años tras pasar por el pleno municipal. Las negociaciones fueron largas.

Se puso como requisito “que la arquitectura estuviese integrada en la zona, sin minaretes” y “controlar las vías de financiación para evitar vínculos de radicalización”, según recoge la última edición de la revista comarcal El Llobregat, que se puede encontrar encartada con La Vanguardia el primer viernes de cada mes en los quioscos del Baix Llobregat y l’Hospitalet.

Problemas en Molins de Rei y Sant Feliu de Llobregat

Muchos de los inicios de este tipo de centros son complicados. El ejemplo más actual del Baix Llobregat es el de la Comunidad Islámica de Molins de Rei, que lleva desde el 2012 buscando local. El primero de los escollos en su larga carrera de obstáculos fue la suspensión de licencias para centros de culto. La oposición al gobierno de CiU y PSC se puso las manos a la cabeza y los representantes de la Comunidad Islámica se quejaron de racismo institucional.

Finalmente se aprobó una normativa que blindaba algunos puntos del pueblo para “potenciar el comercio de proximidad” y su primer intento falló. Un año después la Iglesia Católica del municipio estaba dispuesta a ceder un antiguo centro de culto, pero puso como condición que los vecinos diesen su conformidad. No lo hicieron y la segunda oportunidad tampoco fructificó.

El año pasado saltó la noticia de la apertura de otro local a pocas calles del de la Iglesia Católica, esta vez de titularidad privada. Querían hacer un “espacio abierto para todos, que sea una oportunidad para dar a conocer nuestra entidad”, en palabras de su presidente, Abdelkamal Boulkaddid.

El Ayuntamiento informó a los vecinos en período vacacional y estos se quejaron, ampliando el Consistorio finalmente el período de alegaciones. Pero los residentes del barrio se opusieron a la instalación del centro de culto desde el primer momento, asegurando que nadie les había informado a fondo sobre el proyecto. “El Ayuntamiento no nos escucha”, se leía y se sigue leyendo en las pancartas de sus balcones. Llegaron a realizar dos manifestaciones en contra del centro de culto. Partidos xenófobos como Plataforma por Catalunya, sin presencia alguna en Molins de Rei, intentaron aprovechar la situación y caldear el ambiente.


Dátiles y café, signo de hospitalidad en el mundo árabe (jackof / iStockphoto)

Según los vecinos, se oponen al centro porque “el local no es el adecuado”. Sus motivos, explican, son las reducidas dimensiones para acoger a gente, las molestias y ruidos que se pueden generar en una calle pequeña y estrecha o las pocas plazas de aparcamiento que hay en la zona. Niegan que su rechazo de deba a motivos religiosos o de procedencia y sostienen que no se oponen a que se instale un oratorio en otra localización.

La Comunidad Islámica tuvo problemas con las obras del proyecto dibujado y estas se alargaron. Más de un año después aún no han abierto. Entre tanto, los atentados de Barcelona y Cambrils: los representantes de la Comunidad Islámica aseguraron que “esperaban de corazón” que los hechos no afectaran a su proyecto. “No aceptamos ningún tipo de violencia, ni aquí ni en ningún sitio”, aseguraron al diario digital local Viu Molins de Rei condenando los atentados. “Esos locos no tienen nada que ver con mi religión”, reivindicaron.

Los vecinos del futuro oratorio aseguran a esta redacción estar más “preocupados”. “El hecho de que niños tan integrados en la vida catalana puedan ser manipulados para hacer esta barbaridad nos hace sentir más vulnerables”, relata uno de ellos. “Y que el responsable de coordinar esta barbaridad sea el imán de un centro de culto nos hace sentir más inseguros”, reconoce. Añade que pedirán más control sobre el centro a las administraciones y que harían lo mismo ante cualquier otro grupo con posibilidad de “radicalizarse” y planes de instalarse debajo de su casa.

Mientras tanto, autoridades como el major de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero, recuerdan que los terroristas no se han radicalizado ni captado en mezquitas. Otros expertos apuntan a la precarización y a las crisis de identidad como los factores que también inciden en gran manera en la radicalización.

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Por otro lado, en Sant Feliu de Llobregat la polémica saltó a raíz del cambio de ubicación del centro de culto ya existente. El alcalde, Jordi San José, fue tajante: “Entendemos que la comunidad musulmana tiene todo el derecho administrativo a hacer esta petición y toda persona tiene derecho a un sitio de reunión y a disponer de un centro de culto”, dijo en declaraciones al digital local Fet a Sant Feliu.

A las quejas vecinales y la recogida de firmas se unió una manifestación convocada por la ultraderechista Democracia Nacional. El consistorio sigue firme en su convencimiento de garantizar los derechos de los vecinos musulmanes y no dejar espacio para que el recelo y la cizaña de grupos xenófobos alteren la convivencia en Sant Feliu.

Cada municipio ha buscado su propia receta para cuidar la convivencia y superar obstáculos

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