Madrid,20/06/2017,20minutos.es/Riay Tatary
Lejos de los tópicos, los musulmanes realizamos nuestras actividades en sociedad como cualquier otro ciudadano, trabajando en nuestro ámbito laboral, viviendo en familia, llevando los hijos al colegio, estudiando en el instituto o la universidad, etc. en muchas ocasiones sin que nuestros convecinos se percaten de que están hablando con un musulmán, ya que no encajamos con estereotipos preconcebidos, sobre todo de etnia y vestimenta, somos “gente normal” y en buen número incluso españoles y a mucha honra.
Solo un porcentaje minoritario de la sociedad siente rechazo ante la visibilidad de lo islámico en sociedad, quienes “soportan” solo la práctica privada de la religión islámica, en casa, pero no en lo que invocan como “su” barrio, ciudad y país, que también es el “nuestro”, desgranando conceptos de nacionalidad asociados a ideologías identitarias.
Los delitos de odio tienen relación con previos discursos de odio, que si no se contrarrestan, pueden encender los ánimos de algunas personas y pequeños grupos de extremistas que acudan a la violencia y el crimen.
En el mantenimiento de la paz social o la creación de opinión islamófoba, e incluso en la siembra de alarma social, son actores importantes los medios de comunicación que en ocasiones, aunque se observa más prudencia, a la hora de mencionar conceptos relacionados con los musulmanes, continúa haciéndose en algunos medios un uso abusivo e indiscriminado de los términos “islamista” o “yihadista”, o adjetivar de “islámico”, sin criterio.
En el tratamiento de la información desde la prensa y sus informativos continúa el uso inadecuado de términos como “musulmanes”, “Islam”, “islámico”, etc. asociado a contenidos violentos y terroristas, lo que genera una mala prensa sobre nosotros y nuestras convicciones religiosas, cuando el asesinato y el terrorismo son crasos crímenes contra la humanidad conexos al genocidio que surgen desde muy diversas colectividades humanas de diversas convicciones religiosas o laicas.
Esperamos que los informadores se informen objetivamente de fuentes sin prejuicios y, utilizando los términos con corrección, diferencien a violentos y terroristas, de forma clara, del Islam y los musulmanes de bien, y que no caigan en la trampa de servir de útil de propaganda de los terroristas al prestarse a publicar sus comunicados y soflamas sin ningún contradiscurso que evidencie lo insensato y antiislámico que es lo que invocan.
Tampoco equilibran las noticias sobre grupos terroristas activos, como el Lord's Resistance Army (LRA), Manmasi National Christian Army de Assam (MNCA), Democratic Karen Buddhist Army (DKBA), Partido Comunista del Perú-Sendero Luminoso (PCP-SL) u otras bandas armadas, prácticamente sin reflejo en los medios.
La sobrerrepresentación en estos de acciones criminales perpetradas por personas que se creen musulmanas ayuda a la propaganda de los terroristas que precisamente atentan con crueldad para asegurarse su repercusión y propaganda consecuente, que llega así hasta el último rincón del planeta.
Debemos contrarrestar los discursos de los extremistas violentos de uno y otro signo, y fomentar la convivencia hermanada de todos los seres humanos de toda convicción religiosa o humanista.
Para nada ayuda a la paz y la convivencia estar arremetiendo contra con quienes no se identifican, verbalmente unos, con discriminación algunos y con actos delictivos otros.
No debemos dejar que el extremismo de odio cree una fractura social en ningún país, trabajando desde los municipios, evitando las discriminaciones y las exclusiones, tratando a todos los ciudadanos de manera inclusiva con igualdad de trato, y desmentir los rumores, bulos, mala prensa contra colectivos humanos.
En definitiva tenemos que construir un futuro para nuestros hijos en paz y seguridad que facilite el progreso material y espiritual del ser humano en nuestro planeta.
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