jueves, 13 de abril de 2017

Las llaves del Santo Sepulcro

Jerusalén,13 abril 2017,diariosur.es,MIKEL AYESTARAN


Adeeb Jawad no se separa de la llave de 20 centímetros, la única que abre la puerta de madera. :: m. a. Adeeb Jawad no se separa de la llave de 20 centímetros, la única que abre la puerta de madera. :: m. a.

Dos familias musulmanas custodian desde hace ocho siglos el templo más sagrado para los cristianos

Miles de peregrinos hacen cola estos días para visitar la recién reformada tumba de Jesús en la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén. Esperan con paciencia a que llegue su turno en el templo más sagrado para los cristianos, cuya custodia lleva siglos en manos de dos familias musulmanas, los Husseini y los Nuseibeh. 623 años antes de que se construyera el Edículo (derivado del latín ‘aedicule’ o «casa pequeña») en la basílica, la familia Husseini fue nombrada responsable de custodiar el templo donde se levanta esta cámara en la que, según los Evangelios, se produjo el enterramiento y la posterior resurrección de Cristo.

Saladino, uno de los más grandes gobernantes del mundo islámico, entregó la llave del Santo Sepulcro a los Husseini y desde entonces, generación tras generación, esta familia musulmana es la responsable de guardar la llave. Junto a ellos, los Nuseibeh, otra familia histórica de la Ciudad Santa, se encargan de abrir y cerrar la gran puerta. Una tarea compartida por dos clanes que llevan unida a sus apellidos la responsabilidad de velar por el lugar más sagrado para los cristianos. Los primeros se presentan como «custodios» de la llave, los segundos como «porteros» y «custodios» del templo.

Adeeb Jawad es el actual guardián de la llave de la familia Husseini, y una de las personas que mejor conoce lo que ocurre en el interior de la basílica. Vive una Semana Santa especial tras el histórico acuerdo entre la iglesia greco-ortodoxa, la católica romana y la armenia que ha permitido la restauración del Edículo que muestra al mundo la cara original del templete levantado en 1810 para albergar la tumba de Jesús.


LA CLAVE
«Es la primera vez que veo esta sintonía entre las tres comunidades religiosas», dice sobre la restauración

5.000 visitantes al día

«Estoy muy contento con el resultado final, es espléndido. Pero lo que más me ha gustado es ver a las tres comunidades trabajando juntas, comprobar que han sido capaces de llegar a un acuerdo y cumplirlo y que este podría ser el primero de los pasos que necesita un lugar castigado por los años y la falta de mantenimiento. Es la primera vez en mi vida que veo esta sintonía», asegura Adeeb Jawad, que desde 1992, tras la muerte de su padre, acude cada día al templo a las cuatro de la mañana para traer la llave y regresa puntualmente -a las siete y media en invierno y una hora más tarde en los meses de verano- para recogerla y llevársela a su casa. Mientras habla lleva en su mano la llave de 20 centímetros, la única que abre la gran puerta de madera.

El actual Edículo, situado a escasos metros del lugar de la crucifixión, fue levantado hace 207 años por los griegos -el anterior, de madera, fue obra de los franciscanos en el siglo XVI, pero quedó destruido en un incendio- y presentaba problemas de estabilidad desde la etapa del Mandato británico. A finales de los cuarenta, las autoridades de Londres decidieron acorazarlo con una armadura de acero, un remedio tan efectivo como antiestético que un equipo de la Universidad de Atenas, después de nueve meses de trabajo, ha retirado tras inyectar material de refuerzo en las paredes. Lo que más sorprende ahora es la claridad de la piedra, limpia de los efectos de las miles y miles de velas que encendían los fieles. A partir de ahora tendrán que hacerlo en un lugar más alejado para preservar esa claridad, libre también de los hierros de la armadura de la etapa británica.

Semana Santa, la cita con mayor afluencia de fieles a una basílica que puede llegar a los 5.000 visitantes al día, era la fecha límite que tenían que respetar estos profesionales para terminar las obras, y lo han conseguido. «Durante estos últimos meses, después del cierre de la puerta cada tarde me quedaba un rato más y volvía a entrar pasada media hora para cerciorarme de que los trabajos discurrían sin problemas. Cerraba de nuevo y cuando regresaba, a las cuatro de la mañana, allí seguían, sin parar», recuerda Adeeb Jawad, para quien «es una gran responsabilidad tener esta llave y un honor para todos los musulmanes».

Saladino buscó la seguridad de los cristianos y confió en los Husseini, muy respetados porque también de esta familia procedían los jeques de la mezquita de Al Aqsa. Ocho siglos después, parece que la decisión fue acertada. El templo ha sobrevivido a diferentes sultanes que, guiados por la venganza del legado de las Cruzadas, intentaron destruirlo, y ha superado también las diferencias internas entre las congregaciones cristianas. De momento, griegos y armenios ortodoxos y católicos han dado un gran paso y Jesús reestrena tumba, lo que llena de alegría a Adeeb Jawad, que en el futuro cederá el testigo de la llave a uno de sus tres hijos con el objetivo de que la tradición se mantenga y también la paz entre musulmanes y cristianos.

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