domingo, 17 de abril de 2016

El Islam en Sudáfrica

Johannesburgo,04/04/2016,lavanguardia.com,MARIANO CASTRILLÓN,


Vista panorámica de la ciudad del Cabo en luna llena (Westend61 - Getty)

No sé si decir que es “gracias a” o “a pesar de” la separación forzosa y rigurosísima de razas y, consiguientemente de credos, durante los cuarenta años del Apartheid en Sudáfrica, las relaciones entre los grupos religiosos más importantes son dignos de admiración.

El apartheid en Sudáfrica y la consiguiente separación de razas, en muchos casos, llevó también consigo la separación de religiones. Mientras que los blancos podían vivir donde quisieran, de acuerdo con su situación económica, los negros estaban reducidos a sus zonas rurales y debían tener permiso oficial para trabajar para los blancos en las ciudades. Se crearon ciudades “artificiales” satélites, conocidas como townships (poblaciones) que abastecían de mano de obra al blanco. La más famosa es “Soweto”, (South Western Township) al lado de Johannesburgo, “ The city with the heart of Gold” (La ciudad con el corazón de oro) por estar exactamente encima de las minas de oro que trabajaban y siguen trabajando manos negras en condiciones que dejan mucho que desear. Ya en los años ‘70 , Soweto contaba con más de un millón de habitantes. 

En todas las “poblaciones” establecidas por el país, las poblaciones negras en su mayoría cristianas y musulmanas estaban mezcladas y convivían sin ningún problema. Los “Indios”, (musulmanes e hindúes) tenían también adjudicadas ciertas zonas residenciales, en las cercanías de Johannesburgo, y de Pretoria. Desgraciadamente, al igual que ocurría con los negros, la población crecía pero el espacio adjudicado permanecía estático, forzando a vivir a dos o más familias en la misma casa. 

Los Indios, comerciantes natos, habían conseguido atraer a la clientela de todos los colores a sus numerosos negocios al por mayor y al detalle de ropa y de tejidos principalmente. Mientras que los otros negociantes y fabricantes, judíos, Afrikáners, ingleses, Griegos, Portugueses, etc., podían disfrutar de la acumulación de capital viviendo en las zonas residenciales mejores, los Indios, con las mismas posibilidades financieras, no podían escoger. A raíz del desmantelamiento del Apartheid en 1994, desaparecieron las barreras demográficas y se pudo escoger donde vivir. En un abrir y cerrar de ojos, los vecindarios cambiaron, pero no radicalmente. Lo que ha ocurrido ha sido que “nuestras zonas” residenciales como se oye decir a algunos blancos, han sido salpicadas con gotitas de color y de religiones diferentes.

Al poder elegir, los musulmanes han comprado o edificado casas (torres) en zonas donde solamente existían iglesias cristianas o sinagogas. A medida que el número de familias musulmanas aumentaba, se han ido construyendo mezquitas, lógicamente. En los centros comerciales de lujo como son Sandton City, Rosebank y Hyde Park, se pueden ver familias musulmanas, hindúes y negras. Son pocas, pero añaden un color y un ambiente que antes no existía, pero que en realidad no refleja la verdadera composición étnica del país. El blanco sigue siendo el bastión de la macroeconomía y su supremacía es obvia. 

Un aspecto interesante en esta mezcla de etnias y de religiones es la facilidad con la que se convive. Poniendo aparte las ideas políticas individuales, los confrontaciones entre judíos y palestinos, por ejemplo, no han afectado las relaciones entre judíos y musulmanes en nuestras universidades, focos del intelectualismo universal, que aparte del trabajo, era el único lugar donde se mezclaban personas de diferentes religiones. En las afueras de la ciudad de Johannesburgo, en sus zonas residenciales, aunque todas hasta ahora de habitantes blancos, se encontraban ciertas concentraciones de Griegos, o Portugueses, o Judíos o Italianos, etc. etc., pero siempre minorías comparadas con los blancos de orígenes mixtos. Hoy en día es bastante común ver alminares en la distancia al viajar por las ciudades. Donde yo vivo, que era una zona preferida de los judíos, aunque están rodeados de múltiples iglesias cristianas, incluyendo católicas, hay ahora una mezquita cinco calles más allá de una sinagoga que fue construida hace algo más de cien años. Los pequeños comercios existentes están mezclados: la carnicería halal al lado de la kosher, al igual que las panaderías y los de comidas rápidas. Lógicamente, lo que más abundan son los supermercados para el resto de la población donde, por cierto, también se venden productos de consumo general certificados “kosher” y “halal”. 

Las instituciones cristianas con mayor arraigo derivan de la colonia europea establecida en El Cabo en 1910. Cerca del 80% de los sudafricanos son cristianos, siendo la mayoría protestantes. Más de 8 millones son miembros de iglesias independientes las cuales cuentan con al menos 4.000 congregaciones. La denominación general es que abrazan creencias africanas tradicionales mezcladas con creencias protestantes. La otra denominación grande es la denominación protestante en la iglesia Reformada Holandesa que llegó a Sudáfrica en el siglo XVII y que tiene cerca de 4 millones de miembros en diferentes ramas.

El hinduismo fue presentado por los funcionarios transferidos del subcontinente indio, mientras que el islam fue incorporado a través de Cape Malay por los esclavos de los colonos neerlandeses. Por su parte la comunidad musulmana cuenta en Sudáfrica con unos 400.000 habitantes, y continua creciendo, especialmente entre los sudafricanos negros.

La mayoría de los musulmanes son de ascendencia india y la mayoría vive en Durban, Natal y en Johannesburgo y Cape Town y siguen contribuyendo a la prosperidad del país con su dedicación al trabajo y sus valores morales muy bien definidos. El racismo existe en Sudáfrica, pero por suerte, la tolerancia religiosa impera y a ningún nivel interfiere con la política regional o nacional.

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