miércoles, 27 de enero de 2016

Los dos entierros de Abdelkrim

GRIÑÓN,27/01/2016,ELMUNDO.ES,PABLO HERRAIZ,QUICO ALSEDO


Un grupo de mujeres permanecen en cuclillas frente a la lápida de un familiar en el cementerio musulmán de Griñón JAVIER CUESTA

El hacinamiento en el cementerio musulmán de Griñón lleva a la funeraria a realizar enterramientos comunales contrarios al IslamUna familia denuncia el caso de su padre, que ha sido enterrado en una suerte de fosa común

«Se murió mi padre, y su familia en Marruecos decía: 'Traedlo aquí, que descanse en su tierra', pero nosotros dijimos: 'No, somos sus hijos, y queremos que esté aquí, en España, donde vivimos nosotros, y además le tendremos en el mismo cementerio donde también hemos enterrado a mi tío'. Y ahora mira el problema que tenemos...». El «problema», como lo define Esther, una de las cuatro hijas de Abdelkrim Akhrif, es mucho más que una simple disputa familiar. Su padre ya ha muerto dos veces: la primera, en su cama, una buena noche en la que nadie se lo esperaba. La segunda, cuando su familia se enteró de que le habían enterrado en una suerte de fosa común, en el cementerio musulmán de Griñón. 

Debajo de su lápida yacen además dos desconocidos, que tampoco eran familia entre sí, y que tampoco creían que iban a dormir el sueño de los justos en un conglomerado de cadáveres. El islam no permite los enterramientos en común, por lo que las creencias de Abdelkrim, musulmán militante, se han visto pateadas en el único cementerio de esa confesión del centro de la Península Ibérica.El entierro costó 3.500 euros a la familia, y aparte del engaño -porque nadie les dijo que el sepelio iba a ser a tres- hubo otras irregularidades. 

Javier, yerno de Abdelkrim, lo explica así: «A los musulmanes hay que lavarles antes del entierro, y pagamos por ello en la factura para que lo hicieran en el tanatorio, pero luego llegó el chico de la funeraria y dijo que no podían lavarle porque ellos no sabían, así que lo hicieron entre mi mujer y sus hermanas. Después, en el cementerio, tuvimos que meter nosotros mismos la caja en la fosa, bajando las cuerdas, porque ellos tampoco lo hacían».Fue sólo al día siguiente (todo esto sucedió a finales de noviembre) cuando, por pura casualidad, se enteraron del entierro comunitario: «Fuimos a pedir que grabaran el nombre en la lápida, y nos dijeron: 'Bueno, hay que esperar, porque como también están los otros dos...' y al final confesaron que los habían enterrado ese mismo día, con un par de horas de diferencia respecto a mi suegro», recuerda Javier, portavoz de la familia Akhrif.


Una joven marca la inscripción de una tumba. JAVIER CUESTA

A continuación se fueron al Ayuntamiento de Griñón, que tiene la cesión del cementerio (los terrenos son de Defensa) y que ya tuvo un problema en 2014 porque se estaban quedando sin espacio para enterrar y tuvo que cerrar el camposanto durante unos meses ante la avalancha de peticiones: se trata del único cementerio musulmán en el centro de la Península, por lo que la demanda es altísima.«Nos recibió la concejal a la que le tocan estos temas, después nos recibió también la alcaldesa, ambas nos dijeron que no podía ser, que igual si esperábamos un año podían arreglarlo y trasladar a mi padre a una tumba individual...», explica otra de las hijas del fallecido.

Y se lleva las manos a la cabeza: «Pero mientras, va a estar ahí enterrado, con dos personas que no conoce de nada, contra los preceptos del islam».Efectivamente, en el Ayuntamiento de Griñón reconocen que todo esto sucedió así, aunque lo reconocen de aquella manera: «No se hizo nada mal, ya se había dicho que esto tenía que ser así, que los entierros debían celebrarse de cuatro en cuatro porque no hay espacio para enterrar, pero claro, es cierto que fue un error no informar a la familia», dice la concejal de Personal, Mujer, Mayor y Sanidad del municipio, Inés Bermejo.¿Informar? «Si lo hubiéramos sabido, por supuesto que habríamos llevado a mi padre a Marruecos y no habríamos dejado que lo enterrasen con otros, porque encima esto le ha provocado un gran disgusto a mis dos hermanos que viven allí, que cuando regresaron del entierro se lo contaron al resto de la familia y, claro, ahora nos sentimos culpables de haber insistido en no repatriarle», dice Esther.

Al final, la familia ha optado por denunciar a la funeraria para que arregle esta situación. El despacho Garzón Abogados acaba de presentar estos días la demanda, en la que solicita que se prohiba a la funeraria volver a enterrar de esta manera, que vuelvan a enterrar a Abdelkrim de manera adecuada y una indemnización por daños morales.Al menos, el descontrol denunciado deja tranquila a la familia Akhrif en un punto: como ellos mismos bajaron el cuerpo, su padre descansa, como manda el canon, mirando a La Meca.

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